Las cifras oficiales de VIH/sida que se presentan hoy, en el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, describen tendencias en el país que inquietan. En los 6500 casos que se detectan cada año, el grupo con mayor crecimiento en la última década es el de los varones de entre 15 y 29 años. La mayor diferencia se registró entre los 20 y 29 años.
De acuerdo con el informe que el Ministerio de Salud de la Nación dará a conocer hoy, a las 10, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), disminuyó en estos años la proporción de varones que contraen la infección en relaciones sexuales con mujeres del 51% en 2008-2010 al 42,2% en 2014-2016. «Es una tendencia totalmente inversa a lo que ocurre con los varones que se infectaron durante relaciones sexuales con otros varones, que pasaron del 43,3% en el trienio 2008-2010 al 56% en 2014-2016, es decir, un crecimiento porcentual de casi 13 puntos», se advierte en el Boletín sobre el VIH, Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) en la Argentina.
Es, también, la primera vez en 16 años -desde que comenzó la vigilancia epidemiológica del VIH en el país- que por cada dos hombres con el virus hay una mujer que contrae la infección. Esta relación es «sin precedente» desde 2001 cuando la notificación de la enfermedad a la autoridad sanitaria pasó a ser obligatoria en el país. La excepción aparece en los más chicos, hasta los 14 años son más las chicas que los chicos con VIH.
Las relaciones sexuales sin preservativo son la principal vía de transmisión del VIH, con apenas un 2% de casos adquiridos por transmisión vertical (madre a hijo) y consumo de drogas inyectables.
Esta masculinización de la epidemia que describe la actualización de las estadísticas locales está desplazando las infecciones en la población femenina, excepto entre los 45 y 54 años.
En el país hay 122.000 personas que viven con el VIH, con 138.458 casos con VIH/sida notificados hasta el año pasado desde 1990. De cada 10 personas que contraen el virus, siete están diagnosticadas y el resto desconoce su situación, lo que eleva aún más el riesgo de que puedan transmitir el virus y accedan tardíamente al tratamiento. De hecho, un 35% de los diagnósticos son tardíos, es decir, cuando la enfermedad está avanzada. Pero conocer el diagnóstico no es suficiente, ya que hay un 19% de los que lo recibieron que no están en tratamiento.
«En términos globales, seguimos en una situación de meseta, pero aspiramos a que deje de serlo y comiencen a descender los casos», dijo Sergio Maulen, titular de la Dirección de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual del Ministerio de Salud de la Nación. «La tendencia que estábamos viendo en los últimos años, y que estos números nos terminan por confirmar, es que la epidemia que estaba concentraba en la población de entre 30 y 40 años se está corriendo hacia los extremos: a los adolescentes y los jóvenes de entre 15 y 25 años, y a los mayores de 45 años. Sobre todo en las mujeres a mayor edad y en los varones jóvenes, especialmente gays».
En la población de más de 40, lo que estaría influyendo es una baja percepción del riesgo: a más edad, menos posibilidad de embarazo, aun cuando la vida sexual se prolongó. «Muchos aún siguen asociando el preservativo con el control del embarazo y no como método de barrera para la prevención de las infecciones de transmisión sexual», indicó el funcionario.
Para Leandro Cahn, director ejecutivo de la Fundación Huésped, «los números impactan por sí mismos, pero la idea es mucho más fuerte cuando nos damos cuenta de que cada número es una persona con una historia, una vida, una familia. No podemos ignorarlo. Ignorarlo o creer que «el VIH ya fue» es lo que hace que la epidemia esté más vigente que nunca».
Grupos vulnerables
En los dos últimos años, los diagnósticos empezaron a distribuirse en el país de manera más pareja que en el período 2008-2010. Aunque la mayoría de los nuevos casos se siguen detectando en el área metropolitana de Buenos Aires (30%) y las provincias del centro del país (26%), crecieron en el noroeste (8 al 16%) y en Cuyo y la Patagonia (5 y 6 al 10%).
En el país, los grupos más vulnerables coinciden y son, como indican las estadísticas, los varones jóvenes gay y bisexuales, y las mujeres de más de 45 años.
Hay, además, mujeres que aún se enteran de que viven con VIH durante el embarazo o que la dispersión de la información entre los centros de salud hace que se pierdan oportunidades de detectar la infección a tiempo. También están las chicas en relaciones de pareja con hombres mayores que rechazan tener relaciones con protección.
«La disminución del uso del preservativo no es sólo local -afirmó Maulen-. Y aunque son varios los factores que influyen, el principal es la idea de que el VIH ya no es una enfermedad mortal hace que se relaje bastante la precaución. Muchas veces se debate si cuando se pudo empezar a controlar la epidemia fue por la toma de conciencia global o por el miedo de ver morir a amigos o seres queridos».
Pero, agregó, también ciertos factores dificultan el cuidado personal, como el estigma, la discriminación y la violencia de género. «Todavía hay muchas personas en gran parte de nuestro país que no pueden decidir sobre su cuerpo porque están en relaciones controladas, con hombres que duplican en edad a las chicas y que deciden cómo se mantienen las relaciones sexuales, o los contextos sociales, como la transfobia o la homofobia y que, a veces, es institucional e impiden acercarse a buscar preservativos», indicó.
Hoy, también, la sede en la Argentina de la Organización Panamericana de la salud (OPS/OMS) presenta el informe anual de Onusida. Los datos indican que un tercio de las personas con VIH en la región tienen entre 15 y 24 años. Por eso, y como desde hace siete años no cede el número de infecciones que se detectan anualmente en América latina y el Caribe, «ampliar el acceso a todas las opciones» preventivas sería la mejor estrategia para reducir los 120.000 nuevos casos anuales.
Carissa F. Etienne, directora de la OPS, destacó los avances de los países en el descenso de las infecciones infantiles. «Evitar nuevas infecciones requiere intensificar los esfuerzos y que las personas más vulnerables tengan acceso a todas las opciones y nuevas tecnologías de prevención existentes en un entorno libre de discriminación», manifestó.