Norberta Calvento: según documentación existente en la Parroquia de Concepción del Uruguay, nació en el año 1790. El documento tiene fecha del 4 de julio indica que Norberta era hija de Andrés Narciso Calvento, natural de Llanos, y de Rosa González, natural de Gualeguaychú. Sus padrinos de bautismo fueron “Salvador Sola y Juan Galbán.
Según los datos que se conocen, era bella y de trato muy delicado, como toda niña de la sociedad de la época.
Esto no se condice con los modales de su gran amor Francisco Ramírez y el amor no tiene explicaciones que puedan unirse a la razón. no actuó en política, no fue una mujer de armas tomar, más bien una dama entregada a su amor por el Supremo Entrerriano, y es por ello su nombre es recordado. El amor, la lealtad y la fidelidad que esta mujer demostrara toda su vida para con el caudillo entrerriano, bien merecen el recuerdo.
Según cuenta la tradición oral, Francisco Ramírez, antes de emprender la partida sin regreso, visitó a Norberta y le prometió casamiento. Aunque otros sostienen que Ramírez rompió ese compromiso al conocer a Delfina. Sea como fuere “Pancho” nunca volvió. Su vida terminó el 10 de julio de 1821 en Chañar Viejo, lugar cercano a Villa de María de Río Seco, en la provincia de Córdoba.
Lorenza Mallea, en su obra “Evocaciones”, publicado el 10 de junio de 1868, cuenta que “antes de partir a la que sería su última campaña, el Supremo se comprometió en matrimonio con Norberta. En los atardeceres, desde la esquina de su casa, contemplaba mirando hacia el poniente, la cuchilla por donde en varias ocasiones vio aparecer a Francisco. Esa costumbre conservó hasta el final de sus días”. Cuando conoció la noticia de la muerte su amado, Norberta Calvento lloró por el resto de su vida, y quedó esperando su regreso por siempre.
Los documentos existentes sobre Norberta, aseguran que mantuvo fidelidad a ese amor hasta su muerte, ocurrida el 22 de noviembre de 1880.
“Y ella, con 90, nívea y arrugada, siente que se va a morir y pide que se le coloque el traje nupcial blanco, vaporoso, hecho para su enlace con el caudillo y muere con ese traje encima. Mujer espiritual, religiosa, tal vez pensó en aquellos instantes finales de su vida, que separados transitoriamente sus cuerpos en la tierra, sus almas serían reunidas por Dios eternamente”, indicó Lorenza Mallea en su obra.
Silvia Miguens, publicó que “el 28 de junio de 1839, Norberta Calvento desandaba las teclas del piano en un rondó cuando reparó en el paso cansino de un ataúd con su pobre cortejo. Era La Delfina. “La Justicia Divina existe”, murmuró entonces Norberta, que vestía de negro desde la muerte de Ramírez, muerto por culpa de esa mujer que al fin le pasaba por delante. Cuando perdió de vista el cortejo notó que ninguna huella dejaba en su marcha. Vaya a saber Dios por qué. Poco después manifestó su deseo de que a su muerte, fuera velada y enterrada con su traje. Pero ni aquel amor ni ese deambular por la eternidad vestida de novia, alcanzarían para convertirla en leyenda. El mito fue un privilegio que sólo alcanzó a La Delfina, un combatiente más en las huestes de Ramírez a quien tanto supo alentar en el amor y otras batallas cuando la patria los necesitó a los dos”.
En tanto, Delio Panizza, poeta oriundo de Rosario del Tala, escribió: “Pero a la hora del jazmín abierto, sobre la reciedumbre de la tapia, vestida de novia estará siempre Norberta en el pretil de su ventana y oirá siempre en trote de los potros la quebrazón de un monte de tacuaras”.
Los restos de Norberta descansan en el panteón de la familia Calvento, erigido en el cementerio inaugurado por Justo José de Urquiza en el año 1856 en Concepción del Uruguay.
Facunda Dolores Costa Brizuela: nació en Buenos Aires, Argentina, el 27 de noviembre de 1831 y murió en Buenos Aires el 8 de noviembre de 1896 fue la única esposa del ex presidente de Argentina Justo José de Urquiza, hija de Cayetano Costa y Micaela Brizuela. Conoció a Urquiza, en una fiesta en Gualeguaychú en la que el invitado de honor era Domingo Faustino Sarmiento. Urquiza llevaba una vida privada desbordada, andaba a los saltos, dominado por el ímpetu. Quería organizar el país, pero organizar su vida le resulta imposible. A su edad madura necesita una compañera que no sea una aventura más y a la cual pudiera unirse para el resto de la vida. Fue entonces que en uno de los viajes a Gualeguaychú, el General de 51 años, durante una fiesta, queda prendado de una joven muchacha de 19 años, hermosa y llena de gracia.
Teniendo en cuenta la edad, esa chica bien podría ser la hija del General. Además, él es un hombre célebre, es dueño de una de las principales fortunas del país y va camino a convertirse en personaje histórico relevante, mientras que ella pertenece a una familia que no posee tanto dinero ni puede ostentar linaje. En octubre de 1855 se casó con Urquiza, pero no se cumplieron algunos requisitos canónicos, por lo cual tuvieron que revalidar la boda diez años después, en abril de 1865 en la Inmaculada Concepciòn. Ella acompañó de todos modos a su marido como Primera Dama en numerosos actos oficiales y protocolarios, tuvieron 11 hijos.
Luego de haber sido asesinado su marido, se encargó de sus actividades económicas, militares y sociales. Fundó Villa San Justo y su parroquia “Nuestra Señora de los Dolores”, financió iglesias, escuelas, le dio hogar a miles de inmigrantes, entre otras.
La imagen que proyecta Dolores es la de la esposa que presta un apoyo incondicional al caudillo entrerriano, al cual secunda en su empresa política, aunque en un plano más doméstico. Ella es la que comprende a Urquiza y la que, de una manera deferente, lo ayuda a encarar los golpes de la vida y las desilusiones políticas.
Elías Almada – DNI 14936811
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