La Selección tiene nombres que se juegan más que un partido

Nahuel Lanzillotta

El tormento les bloquea las neuronas cuando los botines pisan el césped. Los tortura mentalmente y no los deja ser en la Selección todo lo cracks que son en sus respectivos equipos. Inclusive a Lionel Messi, el mejor de todos. El temor más grande del grupo de referentes de la Argentina está ahí, acechándolos, a un resultado de concretarse. Los mira y los intimida. Los amenaza con que esta vez es en serio. La suma de todos los miedos de esta riquísima generación de futbolistas que jugó tres finales, una del Mundo y dos de Copa América, y que por detalles (una mala definición, un descuido en defensa, un penal errado) no ganó ninguna, es desarmarse sin haber alcanzado un título. Y eso, ni más ni menos, es lo que estará en juego el martes ante Colombia en San Juan, desde las 20.30.

Un triunfo revitalizará todo. Le dará vida nuevamente a un grupo que hoy está cargando la pesadísima cruz del exitismo absoluto. Y el lomo está a punto de ceder. Los tres puntos, además de reacomodar al conjunto nacional en la carrera de las Eliminatorias, servirán como una inyección de adrenalina para recuperar la confianza, la actitud, el pulso. Para volver a creer en ellos mismos. Para pasar el verano más tranquilos, como se habló en el vestuario de Cidade Do Galo unos días antes de la samba de Neymar y compañía en el Mineirao.

Una derrota -y hasta, dependiendo de las formas, un empate- marcará un quiebre. Independientemente de lo que ocurra con el director técnico, siga o no siga Edgardo Bauza, este grupo ya no será el mismo. Se fragmentará. No porque se lleven mal. Al contrario, si algo no se le puede discutir a este plantel es la armonía en la convivencia. Pero de seguro habrá recambio. Y sea o no total, hay nombres importantes que pueden quedar en el camino para dejarles su lugar a otros futbolistas. Es el famoso aire fresco que se pide desde algún sector del periodismo y que el clamor popular tanto reclama.

Si se pierde contra Colombia, la Argentina no será la misma en marzo de 2017, cuando vuelva a la acción ante Chile, de local. Habrá cuatro meses en el medio para barajar y dar de nuevo. Exceptuando a Messi, cualquiera de los otros referentes puede entrar en la limpieza. Sergio Romero, Pablo Zabaleta, Javier Mascherano, Lucas Biglia, Angel Di María, Ezequiel Lavezzi, Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín… Todos influyentes en la concentración albiceleste. Si el resultado del martes es negativo, es altamente probable que varios de ellos pierdan la inmunidad en la Selección. Y así, el miedo mayor se hará realidad: desaparecerá el espíritu de una generación que muchos recordarán por haberle dado grandes alegrías al país; y otros tantos -“los ganadores natos de la vida”, como los llamó Mascherano- la tendrán en la memoria como la que perdió tres finales seguidas, a pesar de haber conseguido una medalla dorada.

“Esto no puede terminar así, este grupo de jugadores no merece este final. Tenemos que buscar nuestra revancha en Rusia”, se repetían los jugadores días después de caer por penales con Chile en Nueva Jersey, una vez hecho el duelo. Así, se dieron ánimo para levantarse y volver a juntarse, bajo el mando de Bauza, y ponerse de nuevo la camiseta argentina. Pero, los fantasmas no se van y todo cuesta más de lo que ellos mismos pensaban.

Ya ocurrió con la generación que se forjó con la medalla de plata en Atlanta ‘96, con Cavallero, Chamot, Sensini, Piojo López, Bassedas, Ortega, Zanetti, Crespo, entre otros. Y ahora, el grupo de futbolistas que más enamoró e ilusionó al hincha en los últimos años podría tener un final abrupto, injusto, inmerecido. Ese será el rival en San Juan.