Cerca de Palmira, donde el científico sirio fue secuestrado y asesinado por los terroristas que lo acusaron de ser “director de idolatría”, aparecieron tres cuerpos. Uno de ellos espera que el ADN confirme la identificación que hizo el hijo
En agosto de 2015 el Estado Islámico (ISIS) decapitó a Jaled al Asaad, entonces director general de Antigüedades y Museos en Palmira, territorio que el grupo terrorista había tomado. Luego de haberlo retenido en cautiverio, durante varias semanas en las cuales Asaad se negó a informar sobre la localización de algunos tesoros arqueológicos de la ciudad, lo asesinaron en una plaza pública.
Solo ahora, más de cinco años después, las autoridades sirias creen haber encontrado el cuerpo del científico, junto con otros dos cadáveres, en la localidad de Kahloul, al este de la ciudad que UNESCO consagró como patrimonio de la humanidad.
Luego de identificar algunos elementos asociados a los restos, Tarek al Asaad, hijo del arqueólogo, dio una muestra de sangre para realizar estudios de ADN de confirmación. “Tendremos el honor, como familia, de escoltar los restos de nuestro padre y ejemplo hasta su lugar de descanso final”, dijo el también arqueólogo, en referencia al Museo Nacional de Palmira, donde Asaad fue director durante 40 años, hasta 2003.
“Esperemos que sea ese sitio, ya que su última petición antes de ser ejecutado fue visitar el museo. No habría un lugar más sagrado para él”, agregó Asaad hijo, quien el día de la emboscada logró escapar, junto con otros dos hermanos y un cuñado, hacia Damasco, al sudoeste del centro arqueológico, con cientos de objetos valiosos que salvaron de la destrucción.
La agencia de noticias SANA dijo que a 10 kilómetros de Palmira, en el territorio rural de Homs, “las autoridades competentes encontraron los cuerpos de tres personas y se cree que uno de ellos es el del arqueólogo mártir Jaled al Asaad”. Lo describió como el arqueólogo que “contribuyó a la reconstrucción de más de 400 columnas enteras de la calle Larga” en Palmira, además de los templos de Baal Shamin y de la Diosa, entre otras importantes obras de rescate.
Anfiteatros, edificios, el acceso a los baños de Zenobia, las paredes y fachadas de la muralla norte de Palmira, los castillos de Fakhar al-Din y de Qasr al-Hayr al-Sharqi y 20 columnas en la mezquita de Hisham son otros de los trabajos destacados de Asaad. Fue también un autor prolífico sobre los tesoros de Palmira, entre los cuales descubrió 700 monedas de plata, y estudió la ruta de la seda. Además de la Orden al Mérito de Siria, que recibió de manera póstuma, mereció distinciones en Italia, Francia, Polonia y Túnez.
BBC recordó que cuando sus hijos y su yerno le rogaron que se fuera con ellos —y con muchos artefactos del museo de Tadmor— ante la inminencia de la invasión de ISIS, se negó a dejar su casa: “Soy de Palmira y me quedaré aquí aun si me matan”, les dijo.
Su asesinato brutal sucedió luego de que lo detuvieran y se rehusara a cooperar. Los terroristas difundieron imágenes del cuerpo de Asaad, atado por los pies a un mástil, con un cartel que lo acusaba de ser “director de idolatría” de Palmira. En las semanas siguientes los fundamentalistas religiosos destruyeron numerosos sitios y artefactos del siglo I y II en la ciudad, en parte como acto de limpieza cultural y en parte para contrabandear objetos y financiar sus actividades.
En total, unos 28 edificios históricos fueron saqueados o destruidos. Entre ellos, los templos de Baal Shamin y de Bel y el Arco de Triunfo de Palmira fueron volados con explosivos. El gobierno sirio recuperó el control sobre el territorio en marzo de 2017 y comprobó las demoliciones.