Claves para extender el alcance de tu red Wi-Fi

Casa nueva, red inalámbrica nueva. Y problemas de alcance nuevos, por supuesto. Sí, un router Wi-Fi compatible con la norma IEEE 802.11g (antigua, pero todavía muy difundida) tiene un rango teórico de 140 metros. Al aire libre. Y si no hay viento.

Dentro de una casa, eso se reduce a 35 metros. Si sus paredes están hechas de papel y tiene una sola planta. De otro modo, en cuanto te alejás del router, el teléfono muestra una sola rayita, la película en Netflix pasa a resolución VHS o directamente se corta, Spotify empieza a toser, etcétera.

Obstáculo Gigantesco Número 1: comprender la transmisión de datos por medio de microondas (o sea, Wi-Fi) requiere meterse con una lista muy, pero muy grande de temas muy, pero muy áridos.

Obstáculo Gigantesco Número 2: lograr una buena conexión en toda la casa, sobre todo con superficies cubiertas por encima de los 150 metros cuadrados y con más de una planta, requiere superar el Obstáculo Gigantesco Número 1.

Pero hemos salido de peores. Dejaremos de lado la jerga técnica (o gran parte), jerga que de todos modos puede encontrarse fácilmente en la Red, y vamos mover sillas, aparadores y routers, vamos a medir las señales y, prometido, al menos vamos a poder tener una señal aceptable en el 80% de la casa (y casi todo el jardín). Pero, primero, las malas noticias.

Mala Noticia Que Nadie Quiere Oír 1: la señal Wi-Fi no sólo se debilita con la distancia, sino que también se reduce el ancho de banda. Puede caer hasta escasos 2 megabits por segundo (Mbps); un plan de Internet promedio anda hoy en 10 Mbps.

Mala Noticia Que Nadie Quiere Oír 2: el ancho de banda se comparte. Es decir, si hay una máquina con Windows y dos teléfonos con Android bajando actualizaciones, uno de tus hijos está mirando videos en YouTube y tu cónyuge se puso a ver toda la temporada nueva de Sense8 en Netflix, olvidate, Facebook va a terminar de cargar a las 3 de la mañana. Los 10 mega de tu plan se comparten entre todos los que están conectados al router. Por eso también hay que ponerle contraseña a la red Wi-Fi. Aparte de que se trata de una norma de seguridad elemental, si un vecino se cuelga de tu Wi-Fi, también va a estar participando de ese pool limitado de megabits por segundo.

Mala Noticia Que Nadie Quiere Oír 3: cuanto menos visibles sean los routers y los repetidores, peor va a ser su alcance. En otras palabras, Wi-Fi y decoración se llevan horrible. Es como los gatos con las plantas de interior. En criollo: no sirve tirar el router donde menos moleste, enchufar el repetidor en el único tomacorriente que queda libre, allá en el cuarto de servicio, entre un lavarropas y un freezer. Eso no va a funcionar.

Línea de visión

He tenido que lidiar con algunos de los peores escenarios al planificar mis redes inalámbricas y las de muchos amigos. Mi caserón en Barracas tenía 30 metros de paredes tipo refugio anti atómico y, por lo tanto, parecía un caso sin remedio. «Cuanto más denso es el material, más problemas de propagación vas a encontrar», me explicaba un amigo ingeniero en telecomunicaciones al que consulté estos días.

Pero resolví el desafío Barracas. ¿Cómo? Con una ventana.

En lugar de poner el router en el medio de la casa, que era lo que parecía tener más sentido, lo llevé a mi estudio, en la primera planta, en el extremo norte de la vivienda. Ese estudio tenía una bonita ventana que daba a la terraza. Es decir, veinte metros libres para las microondas. En el medio de la casa, cerca de un patio seco, ubiqué el repetidor. Funcionó. En lugar de intentar que las señales viajaran por dentro de la casa, encontré un atajo por encima, por la azotea, y de este modo logramos buena señal incluso en el jardín del fondo (en el extremo sur).

La señal salía por esa ventana, recorría libremente la terraza, entraba por el patio seco y alcanzaba con energía suficiente el repetidor, un Linksys WRT54G al que le cambié el sistema operativo para que cumpliera esa función.

Las distancias libres de obstáculos son nuestras principales aliadas. Aunque las microondas tienen sus peculiaridades, uno puede darse una idea de cómo funciona un router Wi-Fi imaginando que es una lamparita. Idealmente, habría que colgarlo del techo en medio del living, que suele ser el cuarto más amplio y concurrido. Si fuera una lamparita, iluminaría mejor desde ahí que si la tiramos detrás del home theater («porque de todos modos eso ya es un cablerío»).

De nuevo: línea de visión, distancias sin obstáculos, ese es el mandamiento número uno para mejorar el alcance de una red inalámbrica.

Algo por el estilo

Hoy los fabricantes se han esmerado un poco más en el diseño de sus routers, incluso eliminando las antenas (en realidad las antenas son internas). Pero sigue siendo cierto que queda mejor un lindo jarrón con flores, un portarretratos o incluso un altavoz inalámbrico que ese dispositivo con luces que titilan y con un par de cables, uno de ellos conectado al módem del proveedor de Internet, con sus propias luces y, obvio, más cables.

Pero es lo que hay, de momento. Habrá que apañárselas para ocultar los cables, camuflarlos detrás de esa Dracanea fragrans que nos regalaron cuando nos mudamos (a menos que además tengamos un gato), pero las antenas tienen que estar altas y visibles. Entiendo que esto causará un número de disputas hogareñas, pero es menester mantenerse firme. Con la física es bastante inútil discutir.

Cuidado con lo obvio

Lo de la lamparita es una analogía preliminar. Los routers no son lamparitas, y por lo tanto se comportan a veces de formas que desafían la intuición.

Mi nueva casa tiene muchos ángulos y esquinas. En dos plantas. Desde el punto de vista del diseño, es muy linda. Pero en comparación, el caserón Barracas era pan comido. Mi único aliado aquí es que hay muchas ventanas grandes. Por fortuna, el vidrio (excepto que tenga metal) es transparente para las microondas.

Como me mudé hace poco, la optimización de la red inalámbrica hogareña es todavía un trabajo en proceso. Aquí van algunas ideas que han dado resultado.

El router principal quedó, de nuevo, en la planta alta, y a medio camino de los cuartos. La señal tiene pocas chances de bajar ilesa por los pasillos y la escalera, y muchas menos de atravesar la gruesa losa de hormigón armado. Por eso, lo instalé en un cuarto que tiene una gran ventana orientada al jardín. De la misma forma que en mi casa anterior, apostaba a que la señal saliera libremente por esa ventana y fuera posible capturarla desde el ventanal del living, en la planta baja.

El siguiente paso era poner el repetidor en el living. Por razones obvias, hay que disponerlo en algún punto donde la señal del router principal llegue con bastante fuerza. Aquí es donde la analogía con la lamparita empieza a flaquear. Alcanza moverse menos de un metro para conseguir mejoras sustanciales, hasta dar con el lugar perfecto. Puede que ahí hayamos planeado poner un sofá, la cava o un cuadro. Es lo de menos. Si la señal llega con más intensidad, el repetidor va a tener más para repetir. Es prístino.

Entra en escena la app Wi-Fi Analizer (hay equivalentes para iPhone, como Wi-Fi SweetSpots). Como las microondas no se ven, necesitamos una ayuda para encontrar dónde llega mejor la señal, hasta armarnos un mapa fidedigno del lugar. No sirve de nada el ojímetro o la intuición. Por ejemplo, en casa, aunque el sentido común sugería que la señal sería más fuerte cerca de la escalera, Wi-Fi Analyzer me confirmó que cerca del amplio ventanal del living obtenía una señal mucho más fuerte. Por no demasiado cerca, tal vez por la cercanía con el marco de metal. Beneficio adicional: también hay buena señal en el jardín, lo que es fundamental en los días lindos.

Cambiá de canal

Los obstáculos densos, las esquinas y las mallas de metal no son los únicos enemigos de tu red inalámbrica. Los routers de tus vecinos (e incluso un teléfono inalámbrico) podrían estar interfiriendo.

Mantengo mi palabra de no entrar en jerga técnica. Sólo hace falta saber aquí que los routers pueden funcionar en varios canales. Wi-Fi Analizer va a mostrarte cuáles de esos canales están siendo usados por una mayor cantidad de routers. Con este dato, hay que salirse de las zonas más congestionados; digo zonas porque los canales, además, se solapan. Para eso, por supuesto, hay que meterse en la configuración del equipo, ir a la sección de conexión inalámbrica y cambiar el canal en el que opera tu router.

En general está configurado en Auto, pero si ves que hay una cantidad de señales en un mismo grupo de canales, podés probar de cambiarlo por los que aparecen libres. Linksys aconseja los canales 1, 6, 9 y 11, si la red funciona a 2,4 gigaHertz (GHz), y 36, 40, 44, y 48 si lo hace a 5 GHz. Si te estás preguntando cómo averiguar en qué frecuencia funciona tu red, entonces sería mejor dejarlo en Auto. Al menos, hasta echarle un vistazo a este artículo de Wikipedia.

En mi caso, como a la casa llegan dos cables con Internet, hay por lo tanto 3 routers (dos principales y uno hace de repetidor de uno de los dos anteriores), y además están los de los vecinos. Así que distribuirlos racionalmente por el espectro de canales fue una de las primeras medidas que tomé estos días.

Nota al margen: en la Argentina se consiguen los repetidores que usan el cableado eléctrico de la casa para llevar Wi-Fi desde donde está el router principal (el que recibe el cable del proveedor) a los otros cuartos. No los he probado todavía, pero pueden ser una solución para esas casas que imponen desafíos insalvables. Cuidado, sin embargo. Como ocurre con los cables de red, la señal se va a debilitar con la distancia, y no siempre es sencillo encontrar un camino directo de un enchufe al otro. Lo dejaría para casos extremos y sólo después de probar que realmente dan resultado en tu casa.

Conclusiones con antenitas

En la configuración de tu router podrías encontrar otros parámetros para mejorar el desempeño. No entraré en esos detalles aquí para no extender demasiado esta columna. Un buen artículo de Commotion para comprender las menudencias técnicas puede leerse (en inglés) aquí, y no pasaría por alto la abundante documentación de dd-WRT.

En mi experiencia, hay tres factores que son cruciales para mejorar el alcance y la calidad de la señal Wi-Fi.

Primero, disponer correctamente los equipos. Visibles y altos. Mirá en la empresa donde trabajás. Los routers cuelgan del cielorraso. No pido tanto, pero no se los debe esconder.

Segundo, asegurarse de que realmente sea una cuestión de alcance y no, por ejemplo, de congestión. Insisto, el ancho de banda se comparte. A veces la solución es comprar un plan de más mega. Donde vivo actualmente los planes no pasan, por ahora, de 3 o 4 Mbps; de allí la necesidad de recibir dos cables de Internet.

Tercero, hay que usar equipos de buena calidad. A veces, los que entregan los proveedores de Internet dejan mucho que desear. Marcas confiables, en mi experiencia, son Linksys, TP-Link y Belkin. También conviene usar la norma más nueva posible. La 802.11g es vieja respecto de la 802.11n, y de hecho ya hay una más avanzada, llamada 802.11ac. Desde luego, hay que asegurarse primero de que todos los equipos usen esas mismas normas. De otro modo, los routers van a bajar a n o a g. Y estaríamos en la misma.

Bueno, queda mucho paño para cortar y, como advertí, he dejado un sinnúmero de cosas afuera. El tema de la orientación de las antenitas, por ejemplo, es delicioso, pero está tan simplificado que una de mis fuentes me envió al respecto un mail tan extenso que daría para una columna completa.

Consejo del estribo: dicen que cada casa es un mundo, y eso es cierto también con las redes inalámbricas. Ensayo, error y mucha experimentación son no sólo pasos obligatorios, sino también de lo más divertido de este asunto. Otra cosita: es normal, si tenés gato, que se acueste sobre el router: Es por el calorcito. En general, esto no afecta la conectividad.