La cumbre del cambio climático que comenzará este lunes en Bonn estaba encaminada a ser un mero proceso tecnicista del acuerdo alcanzado hace dos años en París. Sin embargo, la retirada de EEUU del consenso, anunciada en junio, hizo despertar a todos y empezará a verse en la ciudad alemana hasta dónde llegaron los daños de ese misil diplomático lanzado por Trump.
En esta 23ª conferencia de la ONU, que presidirá Fiyi, los delegados de alrededor de 200 países presentarán sus logros y formularán sus objetivos nacionales más ambiciosos, en un panorama por demás preocupante. Hace solo días se conoció el informe anual del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que advirtió sobre la diferencia «catastrófica» que existe entre las promesas de limitación de emisiones de gases de efecto invernadero y las reducciones que habría que llevar a cabo para limitar el calentamiento global a menos de 2°.
En ese contexto, Argentina llevará una agenda basada en la ratificación del compromiso de París y en tratar de reimpulsar una discusión determinante: cómo serán aplicados los fondos necesarios para las contribuciones condicionales, es decir, aquellos objetivos climáticos que están atados a la financiación externa.
En cifras, se trata de que de los países industrializados desembolsen unos 100.000 millones de euros al año para los países en desarrollo.