El suizo, inexpresivo en la cancha, reveló cómo lo afectaron los nervios antes de empezar el partido definitorio en Flushing Meadows
Eso reveló el suizo Stanislas Wawrinka, flamente campeón del Abierto de Estados Unidos. Un tenista que en la cancha no es de los más emocionales ni extrovertidos, pero cuya mente procesa un montón de sensaciones y debe canalizarlas.
«¿La presión? Me sentía espectacularmente bien después de la semifinal. Muy contento. Pero a la mañana del día de la final empezó, acá, la sensación de querer no perder», reveló el número 3 del ranking mundial, que empezó perdiendo la definición contra Novak Djokovic (7-6 en el primer set) y terminó revirtiéndola con cada vez más autoridad (6-4, 7-5 y 6-3), aunque también con ayuda de una lastimadura del serbio en el pie derecho.
Con el correr del juego, Wawrinka ganó confianza y desplegó su mejor tenis. «Empecé a creer en mí y me puse en partido. Estaba enfocado solamente en el juego, no en qué podía pasar si ganaba. ¿Era la final del Abierto de Estados Unidos? No. Yo sólo estaba focalizado en lo que debía hacer en la cancha», contó quien se impuso en los tres desenlaces de torneos de Grand Slam que protagonizó.