Vacaciones 2020: verano en la Costa de Oro, el Uruguay menos explorado

En el departamento de Canelones, desde el arroyo Pando hasta arroyo Solís Grande (que marca el límite con Maldonado), serpentean balnearios y playas poco frecuentadas por el turismo que vale la pena descubrir.

Cuando los argentinos piensan en cruzar el charco, los destinos más a mano son los clásicos de siempre: la glamorosa Punta del Este, Piriápolis o algunos de los balnearios de la costa de Rocha. Sin embargo, hay lugares maravillosos que no tienen un lugar privilegiado en el mapa turístico uruguayo. Sitios que durante gran parte del año parecen perdidos en el tiempo pero que reviven cada verano. Playas eternas (algunas casi vírgenes), paisajes rústicos cubiertos de verde y una infraestructura de servicios con aroma a pueblo.

Todo eso ofrece la sorprendente Costa de Oro, un conjunto de balnearios que se suceden de forma ininterrumpida creando una gran franja costera donde los límites entre las localidades suelen ser bastante difusos.

Por su cercanía a Montevideo, las playas de la Costa de Oro han sido desde comienzos del siglo XX el destino tradicional de muchas familias uruguayas. Hoy preservan ese aire familiar tranquilo tan apreciado por los que priorizan el descanso en vacaciones. Algunos balnearios están más urbanizados y tienen mejor infraestructura. Otros son más agrestes. Casi todos cuentan con servicios y opciones de alojamiento a precios más accesibles que los de las opciones anteriormente mencionadas.

La Ruta Interbalnearia nace en las afueras de Montevideo y une todos estos balnearios. Sólo hay que tomar un vehículo y decidir en cuál de ellos entrar. El más conocido es Atlántida (Kilómetro 45), la capital turística de Canelones. Una ciudad balnearia que reúne tantas propuestas como perfiles de viajero: una playa mansa y otra brava, un centro animado con muchas tiendas y restaurantes, varios sitios de interés histórico y la movida nocturna más animada de toda la Costa de Oro.

Salinas (Kilómetro 38) es otra opción recomendable. Balneario de gran tradición, con una importante población permanente y una amplia gama de servicios durante todo el año. El emblemático arco sobre la Interbalnearia, el obelisco, la animada Avenida Julieta, la rambla y las playas de perfil familiar son sus principales atractivos.

Unos kilómetros más adelante se accede a Parque del Plata (Kilómetro 50). Este inmediato vecino de Atlántida regala tardes eternas de playa seguidas de hermosos atardeceres en la rambla del arroyo Solís Chico. Tiene una buena infraestructura de servicios y es un balneario atractivo para los amantes de los deportes náuticos.

Uno poco más al norte aparece La Floresta (Kilómetro 54), con una rambla panorámica que invita a recorrerla una y mil veces y un bonito centro con comercios y restaurantes. Es una playa muy visitada los fines de semana, pero preserva ese aire tranquilo de casi todos sus balnearios vecinos.

En el límite con La Floresta, Costa Azul (Kilómetro 55) es una de las localidades más visitadas durante la temporada alta. Un entorno lleno de vegetación y clima muy familiar. No faltan las opciones de ocio: tiene un pequeño centro con entretenimiento para los más jóvenes, además de una discoteca frente al club social.

Otra vez en ruta, sobre el kilómetro 72 está Cuchilla Alta, el balneario más desarrollado del extremo este de la Costa de Oro. Es imperdible un paseo por su costanera, elevada sobre barrancos y con vistas maravillosas del mar y los cerros de Piriápolis. Sus olas son buenas para surfear y desde sus rocas nace uno de los mejores pesqueros de la zona. De nochecita, el centro se viste con pizzerías, juegos para niños y una feria artesanal.

Y hay más: Neptunia (Kilómetro 36), con una combinación de arroyo y mar y seis kilómetros de costa; Pinamar (Kilómetro 36), enclavada entre pinos, lindas residencias y playa calma; Las Vegas (Kilómetro 52), escenario de residencias costosas que se distribuyen entre calles de tierra muy arboladas o se asientan sobre los barrancos que dan al mar y San Luis (Kilómetro 62,500) con sus playas anchas enmarcadas por pequeños barrancos de arcilla.

Quedan afuera de este ránking una quincena de balnearios que también merecen al menos una visita corta. Todos con características distintas, pero con un denominador común: una propuesta de sol y playa superadora, que invita a volver por más.