«Son comentarios que quizás no se dan cuenta lo que generan en la gente que los recibe. ´Que puto o que maricón por hacer tal cosa´. Son esas pequeñas cosas que molestan. Algunos chicos se creen superiores y a veces maltratan a otros. No sabemos si a esa persona le jode o si se lo toma como un chiste. Varios de nuestros compañeros, por ejemplo, van a distintas marchas en apoyo a causas sociales y después critican a alguna de las chicas por la manera en la que se visten». Este testimonio corresponde a una alumna de Quinto Año del Instituto Plácido Marín, ubicado en Mataderos. Situaciones que a diario suelen darse en muchos colegios de la Argentina.
Bullying, falta de compañerismo, competencia, discriminación y desunión son algunos de los comportamientos que llamaron la atención de la Hna. María del Carmen Aguilar, profesora de Catequesis de esa división. «Me gustaría poder contar con vos para que este Quinto Año se lleve algo lindo, me siento en falta con este grupo porque no les pude transmitir muchas cosas», le dijo hace unas semanas Aguilar a Claudia Fishman, mamá de una alumna, que desde hace varios años organizó un sistema de padrinazgo en el que muchos adultos y jóvenes apadrinan a más de 200 chicos de la Escuela rural 155 y 197 en Colonia Rivadavia partido de Roque Sáenz Peña, Chaco.
Inmediatamente, Fishman le propuso a Aguilar realizar una jornada en la que los alumnos de Quinto Año realizaran unos 200 baleros y trompos para ser donados a los chicos del Chaco. «Les gustó la idea y enseguida armamos un encuentro con los chicos. Les mostré videos sobre nuestro viaje a Chaco en el 2017, les conté cómo empecé y que ahora somos muchos los que trabajamos en equipo por ellos. Entonces les consulté si tenían ganas de hacer los juguetes. La atención de ellos, la emoción en muchos rostros, las miradas de estos adolescentes y la devolución fue maravillosa. Enseguida dijeron que sí. También recibieron un vídeo de los chicos chaqueños saludándolos y dándoles las gracias por lo que harían», dice Fishman a LA NACION.
«Nuestro centro de atención son los alumnos y las alumnas. Nuestra principal preocupación es que ellos puedan formarse como personas íntegras, no sólo nos interesa el desarrollo académico de los adolescentes. En Plácido Marín la formación humana es clave para construir un proyecto educativo evangelizador y una sociedad más justa. Intentamos caminar, a diario, en la construcción de una escuela crítica, que aprende de su experiencia y de la realidad. También caminamos hacia una escuela que sea cada vez más humana, sensible y solidaria con los que más lo necesitan», dice a LA NACION Marcelo Sonollosa, Rector del colegio.
Creación de baleros y trombos
El escenario es el salón de actos del colegio Plácido Marín. Miércoles 30 de mayo. Unos 50 chicos de dos divisiones de Quinto están expectantes para que comience la actividad. Los de la orientación Administración lucen los sweaters naranjas y los de Comunicación los de color rosa. Hay cuatro mesas a lo largo de la sala para que los alumnos puedan estar juntos compartiendo la experiencia. Algunos miran de reojo las botellas de gaseosas recortadas, las tapitas, las cartulinas, los hilos de diferentes colores, las plasticolas, los papeles afiches y las tijeras. También tienen a su disposición CDs, esmaltes de uñas, acrílicos y pinceles.
Lo primero que hacen los alumnos es tomar las botellas para empezar a colorearlas. Cada uno tiene la libertad de elegir qué es lo que desea pintar. Es la hora de darle rienda suelta a la creatividad. Otro grupo hace lo mismo con los CDs. Aprovechando que se acerca la fiebre mundialista, Valentín dibuja la bandera de la Argentina, mientras busca la témpera amarilla para agregarle el sol. Siguiendo con el fútbol, Gonzalo, fanático de Nueva Chicago, pinta los CDs de verde y negro. Las chicas, en cambio, prefieren hacer flores, corazones y mariposas. A medida que van terminando, van acercando sus creaciones sobre unos diarios arriba de otra mesa, ubicada muy cerca de la puerta de entrada.
«Me gusta mucho que todos los chicos se están involucrando en la actividad, que llegan con tapitas de gaseosas, nos sorprendieron para bien, estamos avanzando todos juntos», dice Rocío, alumna de Quinto Comunicación.
Lorena Sáez, directora del colegio secundario N° 197 de Colonia Rivadavia Roque Sáenz Peña, Chaco, está al tanto de esta movida solidaria y valora el ingenio, la creatividad y el cariño que los chicos colocan a la hora de armar estos juguetes. «En este gesto está la muestra de que cuando hay amor las distancias no existen. Repercute de la mejor manera, basta con ver sus caritas cuando reciben una caja, es lo más tierno. Esos gestos crean en nuestros alumnos valores como solidaridad, amistad y compromiso. La escuela se caracteriza por ser humilde con muchas carencias edilicias pero un colegio en donde se cultivan los valores, donde nos caracteriza el arte, la música desde el nivel inicial pasando por el nivel primario hasta finalizar el secundario», sostiene Sáez a lanacion.com.
Los padres de los alumnos del Plácido Marín también celebran que se realice este evento para unir más a los chicos y poder juntarse, aún en la diversidad. «Este evento que está vinculado con ser solidarios les va a aportar grandes valores como el respeto y la amabilidad que después los va a construir a cada uno como personas», dice Rosa Palomino, mamá de una alumna.
Creatividad basada en el amor y la solidaridad
Mientras escuchan varios temas de reggeaton, los chicos siguen muy concentrados en su misión. Y lo más importante es que a través de esta tarea comienzan a relacionarse entre pares. No solo entre sus compañeros, sino también con los alumnos de la otra división.«Alegría», «amor», «fe», «te quiero» y «paz» son los deseos que figuran en uno de los baleros que armó una de las alumnas. También llama la atención uno con varios de los emoticones del whatsapp. Otros, hacen dibujos más abstractos mezclando diferentes colores. Entre los adolescentes también está metida Alma, una nena de 7 años que tiene una hermana en una de las divisiones. Parece muy entusiasmada haciéndole un balero para su mamá. También está Florencia Deleo, la preceptora de los chicos, ayudando en cada cosa que se la necesita.
«Este trabajo que hicimos juntos nos pareció muy interesante, nos gustó mucho poder aportar nuestro granito de arena, ambos cursos estuvimos de acuerdo en formar parte de este acto de bien y nos estamos poniendo las pilas. Se nota que todos estamos acá porque nos interesa formar parte de esta misión. Yo creo que esto de ayudar a otro también te hace bien a vos mismo porque sabés que estás haciendo el bien. Yo voy con algunos compañeros a ayudar a un merendero acá en Mataderos y ésta era otra oportunidad para poder ayudar a otros chicos, de seguir haciendo otras cosas», expresa Iara, alumna de Quinto Administración.
«Esto también nos ayuda a abrir la cabeza, acá estamos en la ciudad de Buenos Aires, a veces se menosprecia a la gente que vive en la provincia de Buenos Aires o en el interior. Pero no entienden que si te vas a unos 5 o 10 KM de la General Paz es otra vida, no es la misma vida, sabés que hay chicos que la pasan mal. Acá vivimos en un ambiente contenido, estamos en un colegio privado, no nos faltan bancos, las paredes están bien, no se nos caen los techos, hay psicólogo. Por eso, es interesante abrir la cabeza y mirar las diferentes realidades que viven otros chicos», dice Marcos, otro de los alumnos.
«Es emocionante ver la sonrisa de un chico que se puede volver parte de vos, es como decir ´su sonrisa es mi sonrisa. Lo que yo les estoy dando, por más mínimo que sea, a ellos les encanta´», dice Nahir, de Quinto Comunicación.
» Yo tengo una ahijada del colegio de Chaco que tiene 6 años y cuando le mando cosas me dice que me ama, me manda mensajitos, se ponen re contentos, son re agradecidos», cuenta Candela, alumna de Comunicación.
Ya acercándose la hora de terminar el evento, algunas chicas súper entusiasmadas se ponen a contar la cantidad de juguetes armados, muy contentas de haber superado los 200. Se nota que no pueden ocultar la felicidad que emana de sus rostros.
«La actividad solidaria fue una hermosa experiencia de trabajo en equipo, el ambiente creado favoreció y así logramos nuestro objetivo. Lo importante es haber cumplido con el compromiso asumido con los niños de la escuela del Chaco. He observado el profundo interés de los adolescentes en la actividad, actitud que me llena de satisfacción y de agradecimiento. Creo que estas actividades pueden crear vínculos fuertes entre los chicos, como institución debemos proponernos más espacios como estos», se entusiasma Aguilar.
«Con respecto al evento solidario de hoy puedo decir que me colmó el corazón de alegría, de esperanza, ellos son el futuro. Trabajar con chicos, en este caso adolescentes, para mí es fabuloso, charlar con ellos y sentir con la claridad y practicidad que resuelven situaciones es maravilloso. Ver con la dedicación, esmero, compromiso y empatía que encararon la propuesta es genial. Todos unidos por un lindo fin, todos realmente apuntando a lograr el objetivo. Debo aclarar que fue superada la meta: pasamos los 200 juguetes armados. Me emociona mucho. Y aún nos queda un encuentro más», se ilusiona Fishman.