Lo recibió el investigador Yoshinori Ohsumi por «sus descubrimientos sobre los mecanismos de la autofagia», anunció este lunes la Real Academia de las Ciencias de Suecia.
«Los descubrimientos de Ohsumi supusieron un nuevo paradigma para comprender cómo la célula recicla su contenido. Abrieron una senda para entender la importancia fundamental de la ‘autofagia’ en muchos procesos fisiológicos, como la adaptación a la inanición o la respuesta a una infección», subrayó el Instituto en su fallo.
Las células sanas usan la autofagia como un mecanismo general de «limpieza de la casa» y también para sobrevivir al estrés, incluyendo aquel inducido por la privación de nutrientes, resumieron colegas de Ohsumi en una revisión reciente en Nature Reviews Molecular Cell Biology.
La mutación en los genes que regulan la autofagia puede dar lugar a enfermedades, y el proceso está involucrado en condiciones tales como el cáncer y patologías neurológicas.
La palabra autofagia, explicó el Instituto, proviene del griego y significa «comerse a sí mismo»; el concepto nació en la década de los años sesenta, cuando los científicos observaron por primera vez que la célula podía destruir sus propios contenidos encerrándolos en una membrana y trasladándolos a un compartimento de «reciclaje» para su degradación.
«Es un honor poder ser reconocido de esta manera a pesar de haber hecho un estudio de ciencias básicas. Este galardón es el mayor motivo de alegría y satisfacción para un científico», explicó a los medios el biólogo japonés .
En una serie de «brillantes experimentos» realizados a principios de los noventa, Yoshinori Ohsumi, quien nació en Fukuoka (Japón) en 1945 y trabaja en el Instituto de Tecnología de Tokio, recurrió a la levadura para identificar los genes fundamentales para la autofagia y luego mostró que en nuestras células ocurría ese mismo sofisticado proceso.
«Cuando comencé no esperaba para nada que este estudio pudiera ayudar a hacer frente al cáncer y otras enfermedades. Las ciencias básicas son importantes aunque no se vea el futuro», comentó.
Y añadió: «A los jóvenes me gustaría decirles que no toda la investigación científica pueda tener éxito pero que es importante marcarse un reto», apuntó y reconoció que su descubrimiento tuvo mucho que ver con la «suerte».
Es el sexto Nobel de Medicina nacido en Japón, donde han nacido 23 galardonados con un Nobel y como el resto de premiados este año, recibirá un diploma, una medalla de oro y 8 millones de coronas suecas (933.000 dólares).
«Antes, cuando ganó el Nobel de Física el doctor Yukawa (1949), esa cantidad era muchísimo dinero, pero hoy en día solo da para investigar durante un año. Me gustaría destinarla a jóvenes científicos», concluyó.
El proceso de autofagia fue descripto por primera vez a mediados del siglo pasado por otro Premio Nobel, el bioquímico inglés Cristian De Duve, quien en 1974 recibió el mismo galardón que Ohsumi por haber descubierto los lisosomas, que son compartimientos con enzimas degradativas que funcionan como nuestro estómago pero a nivel celular.
Desde el Conicet, la investigadora y del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza María Isabel Colombo aseguró a Télam que el descubrimiento de Oshumi «fue muy importante porque abrió nuevos caminos y avenidas de investigación en un área donde no se había logrado avanzar durante 30 años».
«Desde el descubrimiento del proceso autofagia no se había logrado avanzar hasta que el doctor Ohsumi comenzó a dilucidar las moléculas que regulan el proceso, a las cuales genéricamente se las llama ‘ATG'», precisó.
Colombo destacó que él científico japonés «empieza a identificarlas en un organismo unicelular, como es el caso de una levadura, pero después se descubre que todas esas moléculas tienen su equivalente en organismos más avanzados, como los vertebrados por ejemplo, incluyendo al ser humano».
Y este descubrimiento «es tan importante que a partir de él se abre todo un campo de investigación» sobre los procesos de la autofagia y distintos laboratorio del mundo trabajamos en ella gracias a las bases que sentó Ohsumi».
María Inés Vaccaro, jefa del Laboratorio de Fisiopatología Molecular de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la UBA e investigadora del Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular, aseguró que el científico japonés tiene muy merecido el Nobel porque descubrió los genes y mecanismos fundamentales que regulan el proceso de la autofagia a nivel molecular».
«Sus hallazgos permitieron ver que ese proceso no sólo ocurre en condiciones de ayuno (cuando faltan nutrientes), sino que también desempeña un rol de defensa en cáncer, enfermedades neurológicas, diabetes y muchas otras patologías», concluyó.