Perdida entre bosques, fue creada en la década del 30, como parte de una red de caminos, luego abandonados.
En el corazón de un frondoso bosque de la región alemana de Baviera, Dieter Stockmann guía al visitante entre las zarzas y las ortigas hasta el lugar que desea mostrar: «una autopista construida por el nazismo que fue durante mucho tiempo un tema tabú».
Este aficionado de 60 años apasionado por la Historia investiga con pasión los vestigios de la ruta 46, olvidada durante décadas pero cada vez más popular.
Lejos de convertirse en un lugar de peregrinaje para los admiradores del Tercer Reich, la autopista fantasma se ha transformado en una ventaja turística para los municipios ribereños y su redescubrimiento tiene también por objeto frustrar la propaganda nazi.
«Durante las visitas, demostramos mentiras que aún hoy se perciben como verdades. Por ejemplo que las autopistas no fueron inventadas por Hitler«, explica Jürgen Lippert, alcalde de Gemünden am Main, que alberga gran parte del trazado.
En la aldea de Goessenheim se ve un cartel que dice «Autopista. Ruta 46 planificada», un resabio de una autopista abandonada de la era nazi. / AFP
Stockmann, por su parte, asegura nunca haber visto a un neonazi en las excursiones gratuitas que organiza para los visitantes.
La «carretera 46», iniciada en 1936, debía unir varios lugares apreciados por los nazis a lo largo de 40 kilómetros, como las ruinas de un castillo, la ciudad de Wurtzburgo y la de Fulda.
Se integraba en un inmenso proyecto de autopistas, concebido bajo la República de Weimar, que debía conectar la ciudad de Hamburgo, al norte, con el Lago Constanza, al sur.
En un bosque cerca de Wuerzburg se ve un grafitti que dice «Bienvenido ruta 46», pintado sobre un puente. / AFP
Hasta 1939, más de 4.500 trabajadores construyeron puentes, un sistema de drenaje y excavaron el trazado de la autopista. Pero antes de colocar los primeros kilómetros de asfalto, el proyecto fue abandonado, considerado poco estratégico por el ejército alemán.
Si bien quedan otras cuatro autopistas abandonadas, que datan de la época nazi, la ruta 46 es la mejor conservada. También existe una monumental construcción de hormigón en medio de una pradera. «Tenía que sostener un puente. Pero hoy sirve como muro para escalar», comenta el guía aficionado que, en 20 años de investigación, conoció a unos 50 testigos de la época, revisó los archivos regionales, nacionales y publicó un libro.
Un auto pasa bajo un puente que es un remanente de la ruta 46 de la era nazi. / AFP
Hoy, lejos de cualquier eje principal, en un silencio solamente perturbado por el canto de los pájaros, es difícil creer que estos vestigios acogieran diariamente varios miles de coches.
«Esta es una fuente para enfriar los motores», dice Dieter Stockmann, que muestra agua que fluye por una zanja cerca de un puente en ruinas. Ahora sólo hay malezas y un panel que prohíbe el acceso al sitio.
«No se aleje, puede perderse rápidamente aquí«, añade. Con precaución, trae café, agua y galletas para los visitantes que se aventuran en el bosque sin provisiones.
El historiador alemán Dieter Stockmann camina a lo largo de un conducto de drenaje, que es un remanente de la ruta 46 que fue creada durante la era nazi. / AFP
Ante el renovado interés por el sitio, Stockmann ya no es el único que trabaja en el tema. Desde el año pasado, grandes paneles cerca de las diversas ruinas cuentan la historia de este eje, con fotografías de archivo en apoyo.
El año próximo se inaugurará un itinerario señalizado para visitantes y ciclistas.
«Queremos atraer turistas, pero también habitantes de la región, que podrían venir a descubrir las ruinas» sin la ayuda de un guía, explica Lippert, de 53 años, que también organiza una decena de visitas cada año.
En un bosque cerca de Wuerzburg se ve un grafitti que dice «Bienvenido ruta 46», pintado sobre un puente. / AFP
Sin embargo, no es posible renovar estos vestigios. Protegidos por la autoridad bávara de gestión del patrimonio desde 2003, un caso único en el mundo para una autopista en ruinas, están condenados a seguir abandonados.
«El objetivo es mostrar las ruinas del nazismo, no renovarlas«, explica Stockmann. A él le gustaría que esta autopista fantasma no desapareciera del todo. «Nos guste o no, es una parte de la historia alemana», añade Lippert.
Por Pauline Curtet – AFP