Saber cómo piensa un rey no es tarea sencilla, pero en el caso de Carlos III hay un atajo para conocer cómo imagina la sociedad sobre la que reina.
El camino hacia esta visión del monarca empieza en la estación de Waterloo en Londres, donde un tren al suroeste de Inglaterra llega a Dorchester, en el condado de Dorset, en dos horas y media. Diez minutos más en autobús y llegas al destino.
El lugar parece un homenaje a la arquitectura tradicional inglesa. Edificios y casas de estilo victoriano, georgiano y neoclásico reciben al viajero.
Esto es Poundbury, la ciudad experimental que diseñó el rey y donde, según expertos, encuentras pistas de sus principales preocupaciones.
Tratándose de un asunto de la Corona, es lógico que Poundbury divida a detractores y defensores.
«Lo amas o lo odias», resume Matthew Carmona, profesor de Diseño Urbano en la Universidad del Colegio de Londres.
Aunque su arquitectura es tradicional, aquí la casa más vieja es de 1993.
Ese fue el año en que nació, inspirado en las ideas del entonces príncipe sobre cómo debían ser las ciudades modernas: tradicionales en estilo, sostenibles, caminables e integrando negocios, propiedades privadas y viviendas sociales en el mismo espacio.
Treinta años después, a días de su coronación, BBC Mundo visita Poundbury para ver cómo viven sus habitantes y saber qué piensan del hombre que está a punto de ser coronado.
«Amor por Poundbury»
Françoise Ha llegó a Poundbury hace seis años y es una de sus más de 4.000 residentes.
Otras 2.000 personas acuden a diario a trabajar a la ciudad.
«Me hablaron de este lugar, vinimos y sentimos muy buena energía. Caminar era agradable y hermoso», dice a BBC Mundo.
Ha trabaja en una clínica de bienestar y es representante vecinal. «Ama» Poundbury.
«Tenemos tres hijos y queríamos un lugar seguro. La implicación del rey nos hizo pensar que sería exitoso«, cuenta.
Su clínica está cerca de un punto icónico, la Plaza de la Reina Madre, que homenajea a Isabel Bowes-Lyon, abuela de Carlos y madre de Isabel II.
Diseñada para ser caminada, en Poundburyhay carros por doquier y pocos peatones, al menos en este jueves que acude BBC Mundo.
«Es curioso que haya tantos carros. Debe ser por la gente que viene a trabajar porque por la mañana hay bastante tráfico. Quizás es algo para revisar en el futuro», dice Ha.
Los principios urbanos del rey
Poundbury es la materialización del libro «A Vision of Britain» (Una visión para Gran Bretaña), que escribió Carlos en los 80.
En este quedó plasmado cómo imaginaba las ciudades modernas de Reino Unido.
«Comunidades en lugar de ciudades dormitorio», explica a BBC Mundo Jason Bowerman, del equipo de gestión de Poundbury.
El tipo de esquemas con el que Carlos pretendía romper eran los proyectos urbanos británicos de las últimas décadas del siglo pasado.
«Lugares residenciales para dormir, con pocos servicios y ocio para residentes alrededor», según los describe el profesor Carmona.
Frente a esto, «Poundbury pretende que sus habitantes dependan menos de vehículos. También tiene viviendas sociales asequibles integradas, indistinguibles de propiedades privadas, y ofrece oportunidades para trabajar y zonas para la vida en comunidad», explica Bowerman.
Claro que esto viene con un precio. Comparado con otros proyectos de la época y la zona, «vivir en Poundbury es sensiblemente más caro», dice Carmona.
Estrictas condiciones
Poundbury pertenece al Ducado de Cornwall, un territorio de la Corona que hereda el primogénito del reinante.
Hasta septiembre de 2022, cuando murió la reina Isabel II, era de Carlos. Ahora que es rey, el príncipe William está a cargo.
Las normas pueden ser estrictas y muchos trámites requieren la aprobación del concejo y del Ducado.
«Las puertas no se pueden cambiar de color, no pueden instalarse antenas parabólicas y no pueden cambiarse las ventanas», explica Ha, quien tuvo que firmar un documento de unas 17 páginas aceptando varias reglas cuando se mudó.
Aquí no hay señales de tráfico. Las calles fueron diseñadas con pocas rectas y muchos obstáculos para que sea el conductor quien controle sus hábitos y proteja al peatón.
Esto ha sido problemático.
«El Ducado ha recibido quejas sobre cruzar la Plaza de la Reina Madre durante la noche. Es lo más aterrador para los peatones», le dice a la BBC Fran Leaper, editora de la revista Poundbury magazine y residente desde hace 18 años.
¿Éxito, fracaso o capricho?
Es difícil encontrar residentes descontentos en Poundbury. La mayoría halaga su belleza y apacibilidad, más allá de los problemas comunes que sufre toda ciudad británica.
«A veces tenemos drogas y algunos comportamientos antisociales, pero el nivel de nuestros hogares sociales es muy bueno», dice Leaper.
Ha admite que uno de los retos de Poundbury es incluir mejor a las diversas familias que llegan y aumentar el espíritu comunitario.
«Antes predominaban los ancianos, pero están llegando familias con niños y adolescentes. Necesitamos espacios para los jóvenes y los que tienen menos recursos», dice.
Poundbury tiene una sola escuela para niños de entre cinco y nueve años. Los mayores, por ahora, estudian en Dorchester, a diez minutos en autobús.
Otro reto es la visibilidad de los negocios, al estar acoplados en viviendas y sufrir restricciones para señalizarlos.
«Tienes que saber dónde está la tienda a la que quieres ir porque pasas por al lado y no las notas», dice Ha.
Más exitosa resulta la administración energética de Poundbury, calentado con gas 100% renovable que genera la Granja Rainbarrow a partir de cultivos sostenibles, dice el ducado.
El proyecto no se libra de críticas. En general, muchos arquitectos aborrecen su estética anacrónica.
También hay dudas sobre su potencial para convertirse en el modelo que Carlos soñó.
«Requiere inversión a largo plazo y la mayoría de desarrolladores inmobiliarios quieren ganancias inmediatas», dice Carmona.
Laura Clancy, socióloga experta en el estudio de «las élites» y la monarquía en la Universidad de Lancaster, piensa que Poundbury es una «utopía» difícil de concretar y que muestra «cierta desconexión de Carlos con la realidad dada su posición de privilegio».
«Su rechazo a la arquitectura moderna y los grandes edificios, teniendo en cuenta que en su momento se construyeron para motivar el acceso a viviendas durante crisis económicas, es muestra de ello», dice Clancy a BBC Mundo.
Reconoce a su vez que Poundbury contiene un mensaje político que denota las preocupaciones del monarca sobre el medio ambiente, sostenibilidad y bienestar personal, aunque también delata que concibe un Reino Unido donde «la monarquía sigue siendo protagonista».
«Al menos sabemos la postura de Carlos sobre estas cuestiones. No podemos decir lo mismo de Isabel II, de quien nadie supo jamás cómo pensaba», concluye la experta.