Mientras Siria sigue hundiéndose en la guerra civil, el hijo mayor del presidente Bashar al-Assad causó revuelo estos días en Río de Janeiro, donde unos periodistas brasileños lo descubrieron por casualidad participando en una olimpíada de matemáticas.
Joven, imberbe y con un inglés perfecto, Hafez al-Assad, de 15 años, tiene claros parecidos con su padre, criticado desde hace años en gran parte del mundo como un sangriento dictador. A su primogénito, la atención mediática en Río le da un poco de vergüenza, ya que encima no consiguió un buen resultado en la competición.
Siria quedó al final en el puesto 56 entre más de 100 países participantes. El resultado de Hafez fue el peor del equipo. Sólo pudo resolver el 14,17 por ciento de las tareas y quedó a nivel individual en el puesto 528.
La presencia del hijo del líder sirio hizo aumentar considerablemente los controles de seguridad en el hotel Windsor Oceánico, en Barra da Tijuca, en el oeste de Río, donde se cerró en la tarde de anteayer el evento.
Los ascensores estaban reservados únicamente para los 615 participantes. Un vocero de los organizadores brasileños explicó que Hafez está acompañado siempre por un miembro de su delegación, registrado oficialmente como observador, aunque todos asumen que es un guardaespaldas.
«No tiene pinta de matemático», dijo el vocero, sonriendo. Los reporteros del portal Globo que descubrieron unos días atrás la presencia de Hafez al-Assad lo hicieron por casualidad, explica, cuando visitaban el hotel para hacer una pequeña historia sobre el evento internacional.
«Se acercaron a la delegación siria para preguntarles por alguna anécdota de la guerra civil», contó. Entonces, un miembro de la propia delegación les señaló a Hafez: «Es el hijo del jefe», les dijeron. Bashar al-Assad tiene tres hijos, Hafez es el mayor.
Después del revuelo que causó la charla con Globo, el joven evita hablar de política, posiblemente por instrucciones del gobierno o de su propio padre.
«Aquí no se trata de política», dijo el cónsul sirio Sami Salameh, que lo acompaña ahora todo el tiempo en Río. «Lo siento», comentó únicamente el joven.
Con Globo habló todavía con bastante más libertad sobre lo que ocurre su país, minimizando incluso la guerra. «Damasco es un poco como Río. La mayor parte de la ciudad es segura, sólo unas zonas no», dijo.
Al hablar del conflicto, se atuvo a la narrativa oficial. «Es una guerra contra el pueblo. La población y el gobierno están unidos contra los invasores», aseguró.
«Quiero ser ingeniero», comentó en la ceremonia de clausura del evento en Río. El cónsul Salameh intentó también trasladar una sensación de normalidad sobre lo que ocurre en su país. «Los participantes vienen de Damasco, Aleppo y Homs», explicó.