Port Antonio, la belleza de Jamaica sin resorts

Playas verde esmeralda, cascadas, bahías que se convierten en lagunas, aguas que brillan, lugareños a pura sonrisa, sabores ahumados; Jamaica ofrece mucho más que hoteles all inclusive

Jóvenes jamaiquinas en Frenchmans Cove. Foto: Sofía López Mañán
Jóvenes jamaiquinas en Frenchmans Cove. Foto: Sofía López Mañán.

Bob Marley. Ganja libre (con ese nombre se conoce a la marihuana en patois, el idioma local). Resorts para adultos, solteros, swingers. Y unos cuantos buenos hoteles all inclusive. La mención de Jamaica no arroja lagunas paradisíacas, ni cascadas maravillosas en el top of mind de la mayoría. Sin embargo, la localidad de Port Antonio, al noreste de la isla, depara algunas sorpresas. Para llegar, y para moverse en Jamaica en general, es recomendable evitar el alquiler de auto. Por un lado porque manejan por la izquierda (una de las tantas herencias de su pasado como colonia británica); y por otro porque conducen a toda velocidad y sin respetar demasiado las normas de tránsito. Por último, quienes planee ir más allá de los tradicionales resorts, harán bien en hacerlo con guía local: no es un destino recomendable para moverse solo.

Vista a la bahía de Port Antonio desde el hotel Goblin Hill. Foto: Sofía López Mañán
Vista a la bahía de Port Antonio desde el hotel Goblin Hill. Foto: Sofía López Mañán.

A Goblin Hill

Desde Montego Bay, son cuatro horas de curvas y contracurvas hacia Port Antonio. A metros de la ruta está el mar con la paleta entera de los turquesas. La orilla rocosa -no hay sucesión de playas-acompaña el camino casi todo el tiempo; sube y baja, bordeando el recorte caprichoso de esta costa caribeña definida por cadenas montañosas.

El viaje termina en Goblin Hill, una suerte de villa de departamentos en lo alto de una colina que ofrece vistas increíbles, de esas que se dirían retocadas en una fotografía. Por un lado, como si se viniese encima, la selva encrespada y, por el otro, un prado verde que baja rotundo para casi estrellarse en el mar.

Hotel Goblin Hill. Foto: Sofía López Mañán
Hotel Goblin Hill. Foto: Sofía López Mañán.

Hay varias opciones para comenzar a recorrer, pero fácilmente se impone la playa. Una escalinata larguísima lleva hacia San San Beach, pero por recomendación de Sonya, la recepcionista del hotel, seguimos caminando hasta Frenchman’s Cove Beach. Es privada, como varias playas jamaiquinas, pero ésta bien vale los diez dólares que cobran para ingresar. Desde la calle hay que seguir el curso de un pequeño río que, rodeado de árboles, guía directo al mar. El lugar no es muy grande, pero alcanza y sobra para quitar el habla por un buen rato. Acá se completan todos los ítems de una playa caribeña de manual: el color del agua, la temperatura, la arena blanca, los chiringuitos, las reposeras, las palmeras, la música (mucho reggae, por supuesto). Todo en tamaño pocket.

La playa de Frenchmans Cove. Foto: Sofía López Mañán
La playa de Frenchmans Cove. Foto: Sofía López Mañán.

Por suerte no somos muchos; la mayoría, kingstonianos que vienen a pasar el fin de semana. El combo -de entrada, ideal- se completa con un almuerzo sencillo que nos enfrenta por primera vez con el jerk, una especialidad jamaiquina que identifica una manera de cocinar el pollo o el cerdo con un aderezo dulce y picante a la vez. Paradójicamente no está el pescado entre sus primeras opciones (un insumo al que consideran demasiado caro).

Guardavidas en Frenchmans Cove. Foto: Sofía López Mañán
Guardavidas en Frenchmans Cove. Foto: Sofía López Mañán.

Otra paradoja es que, rodeados de agua, la mayoría de los jamaiquinos no sabe nadar. El dato nos lo aporta, casi resignado, el guardavidas de la playa, que tiene bastante más trabajo del que es posible imaginar en semejante paraíso.

La Laguna Azul

Blue Lagoon. Foto: Sofía López Mañán
Blue Lagoon. Foto: Sofía López Mañán.

A metros del Goblin Hill -literal: se puede ir caminando-, también está Blue Lagoon, que en realidad no es una laguna, sino una pequeña bahía en la costa con sectores de una profundidad superior a los 70 metros. El nombre fue adoptado por los lugareños luego del estreno de la película «La laguna azul» en los años 80, ya que les pareció más apropiado o más poético que el original, The Blue Hole. El cambio llevó a este soñado rincón de Port Antonio a instalarse en el imaginario colectivo como el set de filmación de la película protagonizada por Brooke Shields. Tan instalado está, que son muchos los jamaiquinos que juran que la película se filmó allí, cuando en realidad fue en Fiji. Igual, por la belleza de azules y verdes del lugar, bien podría ser cierto.

Esta Blue Lagoon jamaiquina es ideal para hacerse de un kayak (se alquilan en la playa por muy poco) y salir a navegarla. El recorrido puede ser tan suave como sorprenderte y vertiginoso. Depende de hasta dónde uno se aventure. Por la costa, bordeando la roca poblada de hermosas casonas con muelles -a falta de playa- se puede llegar hasta la Monkey Island (también conocida como Princess Nina’s Island), un lugar ideal para practicar snorkel, o simplemente nadar, hacer la plancha, atiborrarse de verdes infinitos. Con el kayak se puede llegar también a la San San Beach, la misma que habíamos desestimado un día antes, más grande, más salvaje que Frenchman’s Cove pero igual de privada, por lo que llegar por la ruta o por el agua remando no exime de pagar el ticket.

Rafting en el río Grande

"Rafting" en el río Grande en canoas hechas de bambú. Foto: Sofía López Mañán
«Rafting» en el río Grande en canoas hechas de bambú. Foto: Sofía López Mañán.

La emoción del kayak sirve para entusiasmarse con otra aventura, el rafting en el río Grande. Petey, un lugareño que es guía, chofer y consejero en Port Antonio, nos lleva en auto durante poco más de 20 minutos por una ruta ascendente, repleta de curvas. Cuando llegamos nos sorprende no encontrarnos con los consabidos gomones inflables para rebotar en las olas del río. En cambio, nos espera una suerte de góndola hecha de larguísimas cañas de bambú con una butaca sin demasiada protección y su «gondoliero», el capitán Lanny. El rafting resulta no ser tal, sino una amable flotada de dos horas que se escurren con demasiada rapidez. Aguas abajo vamos descubriendo un paisaje de bambúes y plátanos. De hecho, las embarcaciones de fondo plano como esta, se usaban para trasportar bananas y demás mercancías. Hoy aplican para el mero disfrute, y hasta se ofrecen para mieleros, con comida, bebida a bordo y decoración ad hoc. El agua del río Grande tiene un color verde esmeralda profundo (todo muy engamado en esta bellísima y agreste Jamaica) con una transparencia reveladora de sus hondonadas. Lanny detiene la embarcación y nos propone nadar en la corriente suave. El mejor convite en una tarde de calor. Puro placer.

De vuelta al punto de partida, Petey nos lleva a Devon House «I Scream» (sic), toda una institución en helados en varias ciudades de la isla. Los tres, con nuestros enormes conos rebosantes de sabores tropicales, nos instalamos en el Errol Flynn Marina Park, un enorme y cuidado espacio verde que se abre junto a este pequeño puerto.

A propósito, hay varios sitios que se llaman Errol Flynn. El actor australiano -nacionalizado estadounidense- descubrió Port Antonio en 1942 cuando navegaba en su yate hacia las Islas Galápagos. En 1950, Flynn se trasladó permanentemente a Port Antonio junto a su tercera esposa, Patrice Wynmore, convirtiéndose en uno de los residentes más famosos y queridos.

Reach Falls

Reach Falls, Port Antonio. Foto: Sofia Lopez Mañan
Reach Falls, Port Antonio. Foto: Sofia Lopez Mañan.

Último día en Port Antonio. Nos espera Petey para llevarnos a las Reach Falls, unas cascadas soñadas sobre el Driver’s River en medio de las John Crow Mountains, a 45 minutos de Port Antonio. Con Leonard como guía, vamos río arriba, para conocer las distintas vertientes con sus piletas color esmeralda (otra vez). Escalamos una montaña rocosa en medio del agua. A través de la tupida selva los rayos de sol apenas se filtran. El ruido del agua es el único sonido del lugar. La subida nos enfrenta con piletas perfectas, como de diseño. Aquí sí se filmó una película (escena romántica si las hay) que los más adultos conocen bien: «Cocktail», con un jovencísimo Tom Cruise.

Datos útiles

Paradise Travels in Jamaica T: (001-876) 912-1432. C: (001-876) 783-2975. paradisetravelsinja@gmail.comEmpresa de transfers y excursiones dentro de la isla. Por día, desde u$s 150 hasta cuatro personas por vehículo.

Goblin Hill Entre San San Beach y Blue Lagoon.T: (001-876) 993-7443.Complejo de villas tipo casas (de una y dos habitaciones, para dos y cuatro personas, respectivamente) en una colina frente al mar. Con vista a la playa, a la selva o hacia los jardines, el entorno siempre se percibe perfecto. Staff super amigable que hace sentir como en casa, con servicio de limpieza. No tiene restaurante (sí un bar, para algún trago nocturno), por eso ofrecen un servicio de cocinera en las villas, que prepara un menú a elección cada día. Puede ser desayuno, almuerzo, cena o todas las comidas. Lo único que se paga es el importe de la compra de los ingredientes que se requieran. Desde u$s 185 la doble en temporada baja (mediados de abril a mediados de diciembre).

Frenchman’s Cove Beach T: (001-876) 993-7270.La playa más linda de Port Antonio es privada y sólo acepta 60 visitantes por día. u$s 10 por persona.

Rio Grande Rafting Tour T: (001-876)715-1111.Flotada de dos horas por el Río Grande en una suerte de balsa de cañas de bambú, con paradas para nadar o tomar algo en la orilla. En temporada alta ofrecen almuerzos o meriendas a la vera del río, en medio del paseo. Por persona, u$s 95

Reach FallsT: (001-876) 276-8663.Son unas cascadas sobre el rocoso río Driver en medio de las John Crow Mountains, a 45 minutos de Port Antonio. Fueron descubiertas por los esclavos fugitivos de las plantaciones vecinas que se escondían en las montañas para no ser apresados por los europeos. u$s 10 (adultos) y u$s 5 (niños). Abren de miércoles a domingos, de 8.30 a 16.30.