Luce como un espectador más. Allí sentado en la segunda fila de asientos en el AT&T Center se acomoda, estira un poco las piernas, se recuesta sobre el respaldo, apoya su brazo derecho en la silla contigua y espera la charla. Pero no puede sostener esa posición porque cuando habla se apasiona, necesita de sus manos para darle mayor intensidad a lo que pretende decir. Cada palabra en su sitio justo, cada pausa perfectamente adecuada, Pau Gasol no suelta frases de compromiso. Perfectamente alineado con su impoluto uniforme blanco de los Spurs, el jugador de básquetbol más importante en la historia de España transmite calma. Quizá las horas de meditación que tiene encima son las que le permitan permanecer siempre en ese estado.
Tres títulos de Europa (2009, 2011 y 2015), una Copa del Mundo (2006) y tres medallas olímpicas (2008, 2012 y 2016) lo elevan a la condición de semidiós en su país. En la NBA acumula 17 años de trayectoria, dos campeonatos con los Lakers (2009 y 2010) y seis participaciones en el All Star. Por lo tanto, su condición de superestrella está garantizada. Ahora bien, ese estatus no se advierte en la persona que está sentada en la charla con la nacion. Y menos se advierte en ese hombre de 37 años y 2,14 metros que sale impecablemente vestido de traje después de cada partido.
-Dos veces campeón de la NBA y un recorrido de 17 años en esta competencia. ¿Por qué elegiste una franquicia de tanto rigor?
-Por seguir en un lugar de alta exigencia, por tener expectativas, por saber que hay compañeros de una trayectoria parecida a la mía. Mi intención era estar en un entorno que me exija y para mí es importante, porque cuando estás en la parte final de tu carrera es fácil dejarte ir o ponerte en una posición más cómoda. Pero yo soy una persona ambiciosa y siempre busqué estar en grupos especiales, no me conformo con lo que conseguí. Esa es mi línea, mi camino.
-En una Liga en donde los egos mandan, en algún momento dijiste que en San Antonio esa cuestión no corre. ¿Es tan así?
-En cada equipo los hay, pero acá existe un control por una figura principal que es Popovich, que se encarga de pisotear los egos de cualquiera. Entonces, logras entender que formas parte de un grupo de mucha calidad, de mucha profundidad, de jugadores que sacrifican su lucimiento personal por el bien del equipo. Así es todo fácil y entiendes que debes hacer lo mismo.
-Mantengo ese espacio, pero también utilizo mucho la lectura. Me relaja, me centra, me ayuda a desconectar. La lectura acá es y será siempre un factor importante. Y en esta ciudad, que es más tranquila que otras en las que estuve, mucho más. En los últimos 10 años estuve en Chicago y en Los Ángeles y allí podía hacer otras actividades que me ayudaban a desconectar, como ir a óperas, a conciertos de música clásica, ver musicales, que me agradan mucho. Es que debes encontrar actividades que te permitan salir de esta vida tan alocada y esta profesión tan peculiar.
-Después de tanto éxito en tu carrera, ¿lográs comprender la dimensión de tus logros?
-Es difícil, hay ciertos momentos que se puede hacer eso. Pero llega de la mano del reconocimiento de la gente, porque al final la dimensión está muy marcada por el cariño de los aficionados. Si sos muy bueno en lo que hacés, pero la gente no lo reconoce tanto, la dimensión es reducida. Pero si generas un impacto en personas, en tu país y en el de otros, ahí tú puedes tener un parámetro de las cosas. Pero es complejo saber cuán grande es esa dimensión. Lo bueno de esto es que hacemos lo que nos encanta, tenemos una gran pasión por nuestro deporte, lo hicimos a un altísimo nivel durante muchos años y lo seguimos haciendo, y al final eso es lo que valora y aprecia la gente.
-¿Te desafía esta situación de pelear por ingresar en los playoffs?
-Cada temporada es diferente y no puedes dar por sentado nada, por más que tengas un grandísimo equipo. Este año, por circunstancias que están fuera de nuestro control, tenemos a nuestro mejor jugador lesionado durante todo el año y eso le pesa a cualquiera. Si tomas a los cuatro o cinco mejores equipos de la NBA y le quitas al mejor jugador, veremos dónde está cuando acabe el año. No es por poner excusas por nuestros resultados, pero creo que competimos a buen nivel para estar donde estamos y sin duda que es un reto más esto de llegar a los playoffs.
-¿Podés disfrutar de lo que hacés?
-Sí, lo disfruto. En caso contrario, no lo haría. No tengo la necesidad de seguir haciéndolo, simplemente lo hago porque me gusta y la paso bien. Tengo la ilusión por el juego, que es algo que amo. Lo que es cierto es que llegas a cierto nivel en donde hay que tener muchísima dedicación, es necesario estar en los detalles, estar atentos a la preparación física, la terapia individual, porque el cuerpo durante años acumula desgaste. Entonces, estás más propenso a la fatiga o una lesión y ahí es donde digo que hay que cuidar los detalles. Inviertes mucho tiempo en esto y también hay veces que te llega la frustración por no jugar al nivel que tú sabes que puedes hacerlo. Pero cuando pones todo sobre la mesa y en perspectiva, me digo: tengo 17 años en la NBA con un recorrido muy bueno y formo parte de uno de los equipos más admirados de esta liga. Ahí es donde me doy cuenta de que lo disfruto.
-Tuviste muchos y buenos entrenadores pero, ¿qué representa Popovich?
-Es un entrenador con mucho carácter y con mucha personalidad. Tiene un perfil de padre, como que está cuidando todo el tiempo como sus hijos a sus jugadores. Es un entrenador que tiene un gran conocimiento y entendimiento del juego. Es de mano dura en comparación a otros entrenadores y que exige a sus jugadores. Eso crea un nivel alto a la hora de jugar. Es una experiencia más de aprendizaje para mí. A pesar de haber tenido a muchos técnicos en mi carrera, Pop es, junto a Phil Jackson, el entrenador más grande los últimos 20 o 30 años de este deporte. Es un privilegio para mí estar con él.
-¿Qué pensás de Manu Ginóbili?
-Es un jugador único, un genio del básquetbol, que le ha dado mucho al deporte, no solo al de su país. Un deportista con una trayectoria de ensueño en San Antonio, con grandísimos logros en su selección. Ginóbili es uno de esos deportistas que te hacen sentir orgullo de ser argentino, español o de donde seas. Es de los que marcan una época. Tiene un talento maravilloso. A pesar de que la Argentina ha tenido una tremenda generación de jugadores que los llevó a grandes éxitos internacionales, Manu es el jugador referencia por su magia y por su humidad y manera de ser. Espero que esto les permita sacar nuevos talentos y que los jóvenes lo tengan a él como el faro. Que ellos puedan decir ese es el modelo de deportistas que quiero ser. Pero no deben copiar el nivel de talento porque es muy complejo llegar a eso. Es un ejemplo por su trabajo, dedicación, compromiso, don de gente, de familia… Eso es lo más importante, porque la carrera que tenemos es corta, serán 5, 10, 15 o 20 años, si eras excepcional como Manu, pero después hay una vida, donde está la verdad, donde la fama y todas las cosas exteriores quedan de lado y te quedas con tus afectos.
-Tenés un amor muy especial para con tu selección. ¿Te ponés como meta China 2019 y Tokio 2020 o no sabés si llegás a esas competencias?
-De momento no lo pienso. Veremos si el Mundial de China puedo jugarlo. Nunca me puse límites, no me llegó en este momento y tampoco la idea de decir que es el final. Puede ser que se haya acabado, que no juegue más con la selección, no lo sé. Hay una cuestión que no es menor: hasta el día de hoy no tengo hijos, que es un factor determinante para muchos jugadores porque no quieren quitarle más tiempo a la familia. De momento yo no estoy en esa situación de los hijos; espero estarlo pronto, pero no es un factor que me frene, que lo ponga sobre la mesa. La verdad es que no podría darte una respuesta definitiva porque no lo decidí. Siempre fui año a año, día a día, decidiendo si participo en cada torneo. La ilusión sigue ahí. Lo veremos.