Era un número cinco dotado con una zurda de 10…
Jugó sólo cuatro partidos en primera división…
Tres de esos partidos salió lesionado…
En primera jugó en solo dos clubes…
Fue una leyenda.
Esta es la historia de Tomás Felipe «el Trinche» Carlovich, el hombre al que Diego Armando Maradona le dedicó una camiseta con la dedicatoria «vos fuiste mejor que yo».
El espíritu romántico
El Trinche Carlovich nació el 19 de abril de 1946 en Rosario, una de las ciudades más futboleras de Argentina, cuna entre otros de un tal Lionel Messi.
Siempre dijo que nunca supo por qué le pusieron el apodo que reemplazaría irremediablemente a sus dos nombres.
Jugó toda su vida en clubes del ascenso, incluyendo el equipo de sus amores, Central Córdoba de Rosario.
«El amor que me dieron acá me alcanzó y me sobró», solía decir -según recuerda el diario argentino Clarín- cuando le preguntaban por qué no jugó en el exterior.
Se lo definió de muchas formas: «personaje de cuento», «ídolo fantasma», «bohemio habilidoso». De su historia nació un libro, una obra de teatro y decenas de reportajes periodísticos.
«Carlovich encarna el espíritu amateur y romántico del fútbol, esa etapa onírica previa al profesionalismo», le dice a BBC Mundo el periodista argentino Alejandro Caravario, autor del libro «Trinche. Un viaje por la leyenda del genio secreto del fútbol».
Para explicar esta aureola de misterio que rodea al personaje, Caravario dice que «la leyenda está hecha de potencialidades» y el mito de este jugador está plagado de los «qué hubiera pasado si»: si lo compraba un club grande como River, si se lo llevaba el Milan, si hubiera jugado con Pelé en el New York Cosmos.
Para explicar por qué no llegó a consolidarse como jugador en primera, los que lo vieron jugar también hechan mano al recurso poético: «fue el último rebelde», «no quería correr sin la pelota», «le gustaba más jugar al fútbol que ser futbolista».
Él se definía como un solitario, «un poco calentón», que nunca llegó temprano a ningún lado, excepto a los partidos.
El vínculo con la pelota
Cuando tenía 50 años, Carlovich le dio una entrevista al periodista Miguel Pisano de la mítica revista El Gráfico en donde recordó sus inicios en los potreros, las canchas de fútbol improvisadas de cemento o tierra, y también sus tiempos en las divisiones inferiores de Rosario Central, donde su habilidad tenía un precio…
«Me daban vuelta como a las medias. ¡Me mataban a patadas! Llegaba a mi casa destrozado. Nunca usé canilleras, ni vendas, si cuando era pibe jugábamos en patas y a muerte».
Para Caravario, el Trinche jamás dejó esta etapa atrás: «Yo apelaría, de una forma un poco salvaje, a la teoría psiconalítica», le dice a BBC Mundo desde Argentina para explicar cómo un jugador de estas características no se consolidó en el mundo del fútbol:
«Nunca superó el estadío infantil en su vínculo con la pelota, esa noción del fútbol como juego, y rechazó todo lo que lo alejara de la diversión de llevar la pelota al pie, como los entrenamientos repetitivos o la obligación de marcar a un rival».
En Rosario Central tuvo su primera oportunidad en primera en 1970, pero jugó un solo partido y se fue enojado con los dirigentes (hay distintas versiones, algunas atribuyen el enojo a una deuda y otras a que luego de aquel primero partido no lo volvieron a poner de titular).
Deberían pasar otros siete años para volver a la máxima división del fútbol argentino en Colón de Santa Fe, donde se lesionó los tres partidos que jugó.
Pero la fecha mítica es el 17 de abril de 1974.
Ese día la selección argentina jugó un amistoso contra un combinado rosarino ante unas 35.000 personas en el estadio de Newell´s Old Boys, como parte de su preparación para el Mundial de Alemania de ese año.
Dice la leyenda que debido al «baile» que le estaba pegando el equipo provincial a la selección, el técnico Vladislao Cap pidió que sacaran al 5 rosarino para evitar más vergüenza. Cuando dejó la cancha al minuto 60, el combinado nacional ya perdía 3 a 0.
«Es raro que te saquen jugando bien a los 15 del segundo tiempo así que algo de eso hubo», le dijo en una entrevista muchos años después al periodista Julián Bricco sobre ese pedido.
Tan cerca y tan lejos de la gloria
Carlovich era él único de ese equipo rosarino que jugaba en la B. Como dice Caravario, «era el jugador de segundo orden que tenía que probar sus pergaminos y jugó un partido extraordinario».
Los otros diez jugadores que salieron al campo ese día eran de primera división -cinco de Newell´s y cinco de Rosario Central- entre los que se destacaban Carlos Aimar, Mario Zanabria y Mario Alberto Kempes, el que sería el goleador del Mundial 78.
Justamente el técnico de la selección campeona del mundo en 1978, César Luis Menotti, dejó una de las frases más celebres sobre el Trinche: «Parecía que la pelota lo llevaba a él, una pelota inteligente que disfruta de hacer las cosas artítisticas y arrastra detrás a un futbolista».
En 1976, cuando Carlovich jugaba en Independiente Rivadavia de Mendoza, Menotti lo convocó para un amistoso del preseleccionado de aquel Mundial. La leyenda, que interviene nuevamente, dice que el jugador prefirió quedarse pescando. Él negó esta versión.
Otros jugadores de aquella selección que jugó -y ganó- la Copa del Mundo en Argentina se enfrentaron con el Trinche a lo largo de su carrera y recordaban años después para El Gráfico las habilidades de este mediocampista.
«Cuando jugué en Sarmiento de Junín, en el Ascenso, me enamoré de Carlovich. Fue el mejor jugador que vi antes de llegar a Primera. Un astro, me hubiera gustado ser como él», decía Daniel Passarella, capitán del equipo argentino en los mundiales del 78 y el 82.
«Todos los técnicos que tuve durante mi carrera lo quisieron incorporar a sus equipos, pero al Flaco nunca le gustó dejar Rosario; una verdadera lástima», añadía Leopoldo Luque.
Uno de los campeones del 78, el arquero Ubaldo Fillol, resumía lo ocurrido en el partido de 1974 con dos exclamaciones: ¡Qué baile nos dieron esa noche y cómo jugó ese muchacho!».
La cita con Maradona
Las historias que giran sobre Carlovich cuentan que el Milan de Italia lo quiso comprar cuando jugaba con Independiente Rivadavia, pero el relato que contribuye más a la leyenda fue que el mismo Pelé lo quiso para el New York Cosmos. «Mandó cartas y todo, pero después, de golpe, todo quedó en la nada», recordaba el Trinche.
Si su encuentro con el 10 histórico de la selección brasileña nunca se pudo concretar, su suerte con el 10 histórico de su país fue mucho más fructífera.
Un artículo en el diario Clarín recuerda que en 1993, cuando Maradona regresó al fútbol argentino en Newell´s Old Boys, dijo que él creía que era el mejor, «pero desde que llegué a Rosario escuché maravillas de un tal Carlovich, así que ya no sé».
En febrero de 2020, cuando Maradona dirigía el equipo de Gimnasia y Esgrima de La Plata, los dos zurdos habilidosos se conocieron y «el Trinche» logró que «el Diego» le firmara una camiseta de Central Córdoba.
Fin del contenido de Instagram, 1
«Fue un lujo y una alegría enormes haber compartido minutos con Diego. Le hablé al oído y le dije que estaba hecho con esto, que mi vida estaba completa. Después de conocerlo, me puedo ir tranquilo», declaró en ese momento. Y en mayo de ese año murió.
Un hombre que intentó robarle la bicicleta en Rosario le dio un golpe en la cabeza que le provocaría, primero, un derrame cerebral, y luego la muerte.
Inmediatamente, Maradona escribió un último adiós en sus redes sociales:
«Con tu humildad nos bailaste a todos, Trinche. No lo puedo creer, te conocí hace poquito, y ya te fuiste».
Maradona moriría seis meses después.