Road show. Hugo Moyano continuó ayer su gira mediática con nuevas advertencias al Gobierno. Busca hacer masiva la marcha a la 9 de Julio.
Road show. Hugo Moyano continuó ayer su gira mediática con nuevas advertencias al Gobierno. Busca hacer masiva la marcha a la 9 de Julio.
Hugo Moyano reasumió de facto la conducción del sindicalismo opositor que marchará contra el Gobierno el 22 de febrero, mientras el triunvirato de líderes de la CGT terminó ayer de desintegrarse. El camionero redobló la apuesta al advertir que «le queda poco tiempo» a Cambiemos en el poder y sostener que el Ejecutivo «está fracasando y no tiene respuesta». En la Casa Rosada, en tanto, calibran la conveniencia de una central definitivamente fracturada, como alentaron los funcionarios, pero con la reaparición de Moyano como factor aglutinante de la disidencia gremial.
Ayer fue una jornada ilustrativa de la actualidad crítica del movimiento obrero. Casi en simultáneo y a la luz pública, mientras el camionero desafiaba a la administración de Mauricio Macri dos integrantes del trío de conducción se peleaban por radio: Carlos Acuña, delegado de Luis Barrionuevo, tildó de «carnero» a Héctor Daer y lo acusó de «defender a la patronal» en tanto que el líder del gremio de Sanidad confirmó la decisión de no ir a la movilización del 22 y aclaró que no se trata de una determinación personal sino de un sector más amplio de la CGT, identificado como los «gordos» de los grandes sindicatos de servicios y los «independientes» con línea directa con el Ejecutivo.
En el entorno de Moyano avisan que su estrategia es no sólo reagrupar detrás suyo a la dirigencia gremial disconforme con Macri sino a la oposición política y social en general. El objetivo final del camionero es menos prístino: mientras algunos de sus aliados alegan que apunta a un cambio en la política económica, otros reconocen que el propósito es más pedestre y tiene que ver con la clausura de las causas judiciales que lo amenazan e involucran también a su familia.
«Prefiero ir en cana o que me maten antes de apoyar algo en contra de los trabajadores», declaró ayer el sindicalista en una entrevista con el canal Crónica TV. Fue un capítulo más de un raid de apariciones televisivas y mediante cartas públicas a través de las cuales le contestó primero a Macri y luego, este fin de semana, al ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Dio a entender, además, que el Gobierno busca doblegarlo con el impulso de causas judiciales en su contra.
Las declaraciones forman parte de un «road show» ideado para sumar volumen a la marcha del 22 que se hará en la avenida 9 de Julio. Para esa protesta el camionero se aseguró el respaldo de sus aliados en la CGT, entre los que se cuentan el gastronómico Luis Barrionuevo y el bancario Sergio Palazzo, así como de la CTA, organizaciones sociales y hasta Unidad Ciudadana, que ayer confirmó mediante el diputado Agustín Rossi que participará del acto.
El renovado protagonismo del dirigente coincide con la desintegración a la vista del triunvirato y la reanudación de la disputa por el control del sello. Ayer, por radio 10, Acuña y Daer tuvieron con minutos de diferencia un cruce sin retorno con acusaciones y pases de factura. El uso del término «carnero» por parte del jefe del gremio de estacioneros para referirse a su par en el triunvirato clausuró cualquier chance de salvaguardar la CGT de una ruptura que ya se había declarado la semana pasada en la reunión del Consejo Directivo con ausencias de los grandes gremios.
La fractura sumará esta semana nuevas etapas. Los 14 miembros del Consejo Directivo ausentes de la última reunión (de un total de 37), todos ellos en desacuerdo con la marcha convocada por Moyano, tendrán a mediados de semana un encuentro para mostrar cohesión y dar cuenta de un sector -mayoritario en términos del ordenamiento interno en CGT- con voluntad de mantener diálogo con el Gobierno y, dicho por sus referentes, de no dejarse arrastrar por el camionero y Barrionuevo. Entre ellos estarán los «gordos» Armando Cavalieri y Carlos West Ocampo (referente de Daer), y seguramente los «independientes» Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri. Buscarán acoplar a miembros del sello 62 Organizaciones, el más cercano al Ejecutivo, y a otros que no integran la conducción de la CGT como el ferroviario Sergio Sasia o Guillermo Moser, de Luz y Fuerza.
Ese espacio cuenta a su favor con los números que pesan en la central obrera. Son los congresales que cada sindicato tiene en función de su cantidad de afiliados y que terminan -de ser necesaria una votación- por definir una nueva conducción. Si bien históricamente la CGT llega a esa instancia con una lista definida previamente, detentar ese poderío numérico suele ser determinante. Mientras que los opositores al Gobierno, con Moyano y Barrionuevo a la cabeza, tienen a su favor otra mayoría relativa entre los miembros del Consejo Directivo, que jugaron en la reunión de la semana pasada para votar un apoyo formal al acto del 22.
El Gobierno, en tanto, sigue de cerca la reconfiguración de la CGT. Y si bien alentó la división ahora deberá calibrar hasta qué punto permitir el crecimiento de Moyano como principal opositor y polo de atracción de sindicatos, organizaciones sociales y partidos políticos.