Ubicadas en el Atlántico Sur a miles de kilómetros de cualquier parte, son unas de las islas más remotas del planeta.
Sin embargo, hace ahora 40 años, los archipiélagos de Georgias del Sur y de Sandwich del Sur estuvieron bajo el foco de la atención mundial durante la guerra de las Malvinas/Falklands entre Argentina y Reino Unido.
Caracterizadas por su terreno árido y por la imponente presencia de una montaña, el monte Paget, de 2.934 metros de altura, las islas de Georgias del Sur tienen una extensión de 3.756 kilómetros cuadrados, de los cuales tres cuartas partes están permanentemente bajo nieve.
Están ubicadas a 1.400 kilómetros al sureste de las Malvinas/Falklands.
Las islas Sandwich del Sur están aún más alejadas, hacia el sureste, a unos 760 kilómetros de distancia de Georgias del Sur. Ocupan unos 310 kilómetros cuadrados y son un grupo de formaciones de origen volcánico, cubiertas mayormente por glaciares.
Ambos archipiélagos tienen el estatus de territorios británicos de ultramar y su soberanía es disputada por Argentina, al igual que ocurre con Malvinas/Falklands.
Hace cuatro décadas, fueron el alfa y omega de aquella guerra que enfrentó a ambos países pues fue allí donde se inició y culminó el conflicto bélico.
Desencadenante
Aunque usualmente se hace referencia al 2 de abril de 1982 como la fecha de inicio de la guerra, en realidad las primeras acciones ocurrieron algunas semanas antes en las Georgias del Sur.
El 19 de marzo de ese año, un grupo de obreros contratados por una compañía del empresario argentino Constantino Davidoff desembarcó en la isla de San Pedro, como se conoce en Argentina a la principal isla de Georgias del Sur, para hacerse el cargo del desguace de una estaciones balleneras que se encontraban en desuso.
El desembarco encendió las alarmas británicas cuando funcionarios del British Antarctic Survey (BAS, por sus siglas en inglés), una agencia de Reino Unido dedicada al estudio de la Antártida, vieron que en el lugar había sido izada la bandera de Argentina.
Este hecho fue notificado a las autoridades británicas, que exigieron que se arriara la bandera argentina y que los trabajadores se trasladaran hasta Grytviken, donde tiene su sede la BAS y punto al que, según los protocolos del momento, debía presentarse cualquier visitante a la zona.
La bandera argentina fue bajada, pero los trabajadores no acudieron a Grytviken, lo que unido al hecho de que habían sido trasladados a bordo de un transporte militar argentino, el ARA Buen Suceso, puso en alerta al gobierno británico, que ordenó el envío de un barco de la Armada Real británica, el HMS Endurance, ante la posibilidad de que hubiera alguna intención ulterior por parte de Argentina.
Esta apreciación británica no parecía estar desencaminada.
Según el informe Rattenbach, elaborado por las autoridades argentinas para evaluar lo ocurrido en este conflicto, cuando el gobierno argentino supo de las labores que realizaría Davidoff en las islas Georgias del Sur, elaboró planes para infiltrar militares entre los obreros de la empresa chatarrera con miras a que luego establecieran allí una base científica militar similar a la que Argentina tenía desde 1976 en las islas Sandwich del Sur.
El envío de militares argentinos a las Georgias del Sur fue denominado como «operación Alfa».
Nicholas Henderson, quien era embajador de Reino Unido en Washington en esa época, dijo en 2012 que el secretario de Estado de EE.UU. de la época, Alexander Haig, le había comentado que «los trabajadores chatarreros eran personal militar disfrazado enviado a las Georgias para provocar algo».
Sin embargo, el empresario argentino Davidoff rechazó de forma enfática esa posibilidad en una entrevista con BBC Mundo en 2012.
Su versión parece estar corroborada por el informe Rattenbach, en el que se señala que el grupo «Alfa» -conformado por unos 15 miltares- permaneció entrenándose en Tierra del Fuego a la espera de ser enviado a Puerto Leith, pero esto solamente ocurrió días después de la llegada de los trabajadores enviados por Davidoff.
Estos obreros argentinos sí izaron la bandera argentina e incluso cantaron algunas estrofas del himno nacional, pero de forma espontánea, sgún un trabajo publicado en 2021 por el diario Clarín.
«El izamiento de nuestra bandera no tuvo intenciones ni entidad alguna de reivindicar soberanía sobre las islas, contrariamente a lo aludido tiempo después en medios oficiales y de prensa británicos», dijo al diario argentino el comodoro Rubén Oscar Moro, quien fue secretario y redactor del Informe Rattenbach.
En todo caso, a partir de aquel incidente comenzó un tenso proceso diplomático que no logró evitar la confrontación.
De acuerdo con el informe Rattenbach, tres comandantes en Jefe y el canciller argentino de la época declararon que «la crisis de Georgias precipitó la decisión de ocupar Malvinas».
«Este hecho se transformó en el elemento desencadenante del conflicto en el Atlántico Sur, al producir una reacción británica considerada exagerada y precipitar la decisión de la Junta Militar de adelantar la operación Azul», señala en sus conclusiones el informe Rattenbach.
«Azul» es el nombre con el que los militares argentinos se referían a la toma de las Malvinas/Falklands.
El informe Rattenbach deja constancia de cómo se fue produciendo la escalada entre las partes.
El 23 de marzo, las autoridades argentinas enviaron a Puerto Leith a un grupo de operaciones especiales, comandado por el teniente Alfredo Astiz -quien en 2017 fue condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen militar- con el objetivo de impedir la evacuación de los obreros de la empresa de Davidoff por parte de las fuerzas británicas.
Unos 10 días más tarde, el 3 de abril, las islas Georgias fueron tomadas completamente por las fuerzas argentinas tras la rendición de los 22 soldados que conformaban la guarnición británica.
«Operación psicológica»
Iniciada la guerra, sin embargo, las islas de Georgias del Sur no tardaron mucho en volver a control de Reino Unido.
En la mañana del 25 de abril, helicópteros británicos causaron graves daños al submarino argentino ARA Santa Fe y desembarcaron tropas en la isla, sometiendo a las fuerzas argentinas a un intenso fuego que poco después derivaría en su rendición.
Ese mismo día, dos barcos británicos se presentaron en Puerto Leigh y exigieron la rendición de las tropas argentinas allí presentes, las cuales tras ofrecer una resistencia ligera comenzaron a negociar su entrega, que se concretó a la mañana siguiente.
Así, en apenas 24 horas, Argentina había perdido el control de las Georgias del Sur.
Sin embargo, según cuenta el historiador militar Alejo Miguel Díaz, esa derrota fue ocultada a la opinión pública argentina a través de una campaña psicológica que buscaba prevenir el desánimo.
Así, a través de la información oficial proporcionada por la Junta Militar, la agencia oficial Télam y las noticias difundidas por los medios de comunicación se construyó un relato sobre un supuesto grupo comando de la Armada Argentina -conocido como «patas de rana» o «lagartos»- que supuestamente contaba con efectivos muy bien armados y preparados para sobrevivir sin apoyo en las situaciones más extremas.
Según ese relato, ese grupo estaba haciendo una fuerte resistencia y causando numerosas bajas entre las fuerzas británicas.
En realidad, los «lagartos» no existían y, de hecho, las fuerzas argentinas en las Georgias se habían limitado a presentar una resistencia simbólica antes de rendirse.
«Astiz cumplió las órdenes de rendirse ante fuerzas superiores que hacían inútil cualquier tipo de oposición, ya que sólo tenía 10 soldados conscriptos y algún suboficial; nunca estuvo al mando de ningún grupo comando Lagarto porque éstos no existían y nadie en las Georgias contó con ningún armamento especial que le hubiera permitido abatir helicópteros y hundir unidades de superficie de magnitud de la Marina Real inglesa», escribió el historiador Díaz en un artículo publicado en la revista «Cuadernos de Marte» de la Universidad de Buenos Aires.
El punto final de la guerra
Las islas Sandwich del Sur, por otro lado, fueron el último territorio que volvió a caer en manos de Reino Unido, al final de la guerra.
El 20 de junio de 1982, unos seis días después de la declaración del cese de hostilidades, el Ministerio de Defensa británico informó que los argentinos destacados en Thule, la isla más al sur de las Sandwich del Sur, habían depuesto las armas.
Ese archipiélago había sido tomado ya en 1976 por fuerzas argentinas, cuya Armada instaló allí la estación científica Corbeta Uruguay. Este hecho, sin embargo, fue mantenido en secreto por Reino Unido, que optó por intentar resolver ese asunto en el marco de las conversaciones con Argentina sobre Malvinas/Falklands.
Ese incidente, sin embargo, sentó un precedente para lo que ocurriría luego.
De hecho, el historiador argentino Federico Lorenz vio similitudes con lo que ocurriría en las Georgias del Sur en marzo de 1982.
«Las fuerzas argentinas ya habían probado algo similar en 1976, en Thule, una pequeña isla de las Sandwich del Sur, donde intentaron instalar una base supuestamente científica, con personal militar«, dijo Lorenz en una entrevista con BBC Mundo en 2012.
Pero, como queda claro en el informe Rattenbach, esas semejanzas no eran coincidenciales pues al momento de producirse el incidente de las Georgias del Sur las autoridades argentinas estaban planificando instalar allí una «estación científica» gestionada por militares similar a la que habían establecido en 1976 en las Sandwich del Sur.
Con la retoma de Thule, Reino Unido volvió a tener bajo su control todos los territorios en disputa vinculados con Malvinas/Falklands.
Las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur fueron avistadas y reclamadas para la corona británica en el año 1775 por el explorador James Cook.
Fuentes citadas por autores argentinos, sin embargo, sugieren que las Georgias fueron vistas por primera vez por Américo Vespucio en 1502, una idea que ha sido desechada por otros expertos como el historiador argentino Arnoldo Canclini.
Según una nota divulgada por la agencia EFE en 1982, basada en datos de los Archivos de Indias, el barco español «León» fue el primero en recalar en las islas Georgias del Sur, el 29 de junio de 1756.
En todo caso, los gobiernos de Argentina y Reino Unido esgrimen diversos argumentos históricos y jurídicos para reclamar la soberanía sobre esos dos archipiélagos que hasta 1985 eran parte del mismo territorio británico de ultramar que las islas Malvinas/Falklands, pero que desde entonces fueron convertidos por Londres en una dependencia aparte.
Económicamente, las Georgias del Sur fueron un importante centro de explotación ballenero durante la primera mitad del siglo XX.
En la actualidad, allí funciona un museo que da cuenta de ese periodo y que en la época pre-covid recibía cada año unos 10.000 visitantes que llegaban en cruceros procedentes de Ushuaia, en Argentina.
Ninguno de los dos archipiélagos tiene residentes permanentes, pues el escaso personal que trabaja allí -en el museo y en la sede del British Antarctic Survey- lo hace de forma rotatoria.
Sin embargo, conservan una gran importancia científica y geopolítica como puerta de entrada a la Antártida y un pequeño e importante lugar en la historia de la guerra de las Malvinas/Falklands.