La industria avícola se plantea cómo continuarLa industria avícola se plantea cómo continua

Por Yanina Otero | Ambito

En los primeros cuatro meses del año la faena avícola creció 6,8% interanual y se alcanzó una producción de 237,7 millones de cabezas; lo que podría ser una noticia alentadora para el sector, hoy es en realidad un problema. El mercado interno está sobreabastecido de carne de pollo y la exportación tampoco es una salida porque la actividad no es competitiva por los altos costos que debe afrontar y a esto se suma un tipo de cambio planchado que todavía complica más el panorama.
El gran interrogantes es ¿y ahora cómo sigue la industria?, a lo que Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa) responde: «En realidad, se necesita un plan integral para todas las carnes, no es una cuestión sólo de los avícolas; quizás este sector es hoy el que muestra más urgencia, pero todos estamos más o menos en la misma. Falta una política clara, saber hacia dónde vamos, claramente hay voluntad de exportar, pero no están dadas las condiciones porque no somos competitivos y a la par el mercado mundial está muy tranquilo. Por ejemplo, el pollo entero congelado llegó a cotizar a 2.000 dólares la tonelada, luego bajó hasta los 800 y ahora está en alrededor de 1.200 y la verdad es que no podemos competir con estos valores porque no nos dan los costos».
Ahora bien, para identificar algunas de las causales de la falta de competitividad los avícolas enumeran: energía cara, costos laborales altísimos, altos costos logísticos -fundamentalmente- y falta de créditos, entre otras cuestiones. «Tranquera adentro somos muy eficientes, tenemos muy buena conversión y sanidad, pero el problema es cuando cargamos los pollos al camión para que vayan a faena, de ahí en más comenzamos a perder. Por ejemplo, el costo de faena en Brasil es alrededor de $3,20 por animal mientras que en la Argentina este valor asciende hasta los $6. Así es que nos encontramos con que no tenemos salida exportadora, por lo que muchas empresas están volcando parte de su producción a un mercado interno que más carne de pollo no está en condiciones de consumir. Hoy estamos en 48 kilos por habitante por año y está por sobre lo que habíamos proyectado», explica Domenech.
Según las estadísticas sectoriales de 38 empresas avícolas que operan en la Argentina, 12 concentran el 60% de la producción y de estas 10 exportan, pero ante las actuales condiciones las que se dedican al mercado interno abandonaron por el momento sus intenciones de vender al exterior. «Queremos convencer a los empresarios para que exporten, pero hacen todos los números y nos dicen «en esta no me meto» porque están optando entre un mercado interno en el que empatás o perdés o el mercado externo en el que directamente perdés. Además, son pocas las empresas que envían al exterior, tenemos poca fuerza de negociación para sostener los compromisos comerciales», detalló el empresario avícola.
REINTEGROS Y TIPO DE CAMBIO
Por el momento no se avizora en el panorama que el Gobierno vaya a elevar el tipo de cambio para incentivar las exportaciones, porque por otro lado se complicarían otras variables económicas que hoy están lejos de estar en su mejor momento. Así es que mientras los industriales hablan de falta de competitividad la respuesta a comienzos de año fue elevar los reintegros a las exportaciones de diversos productos agropecuarios, entre ellos las carnes. En el caso del pollo pasó del 3,4% al 4% y en la carne vacuna del 0% al 4% pero según Domenech en el actual contexto de poco sirven: «Reconocemos la voluntad de diálogo del Gobierno, que la Mesa de Carnes sea recibida por el presidente de la Nación es algo muy positivo pero más allá de estos hechos puntuales hacen falta acciones concretas o que se cumplan algunas de las promesas que nos vienen haciendo. Por ejemplo el año pasado, en el día de la avicultura -el 4 de julio- el ministro Buryaile prometió que se iba a bajar el IVA en el carne de pollo que hoy paga el 21% mientras que la carne el 10,5%. Entendemos que sólo puede hacerse por ley y que ni siquiera fue presentada en el Congreso pero el Presidente tiene la potestad de bajarlo en un 25% con una resolución, por el momento tampoco hay novedades con eso. A su vez se había anunciado un reintegro adicional por un año para los avícolas del 1% y para la carne vacuna del 1,8% pero ni siquiera se firmó la resolución, ahora se prometió que se haría en breve pero seguimos a la espera. Lo cierto es que estamos trabajando con números en rojo y se encienden muchos alertas, por ejemplo crece la informalidad o se resigna calidad».
Es así que en este contexto los empresarios están evaluando la posibilidad de frenar algunas líneas de producción pero no es una decisión tan fácil de tomar y no todos están dispuestos también a asumir los costos. «Un consenso general es muy difícil de obtener, sentar a todos los empresarios y decirles que hay que bajar 15% la oferta es prácticamente una utopía. Ahí comienza a actuar lo que yo llamo el canibalismo, una empresa cierra porque ya no tiene espalda financiera y esa producción la absorben otras que tienen capacidad ociosa, después se reactiva la primera y el mercado se abastece aún más. La realidad es que todas las empresas se deterioran y hacen dos años que las inversiones están paradas, sólo hay mantenimiento pero el peligro es que perder la eficiencia que hoy es lo único que nos diferencia de otros vendedores en el mercado internacional», advierte Domenech.
En el corto plazo, según proyectan los avícolas para los próximos meses la industria seguirá mostrando mayores índices de faena porque la producción ya estaba planificada un año antes «y en ese entonces creíamos que las reglas de juego serían mejor pero lamentablemente la realidad es otra». Ahora para el próximo año la historia podría cambiar drásticamente y quizás de continuar este camino la situación decante en menores jugadores en el sector.
Otra cuestión a tener en cuenta y seguir de cerca es el rol que tiene la avicultura como economía regional y el papel del productor integrado como pequeño empresario y actor de la economía, si una empresa cae también se lleva consigo a los dueños de los galpones que trabajan bajo contrato, la cadena es larga y muchos pueden ser los perjudicados.
«Nosotros no vamos a bajar los brazos, le estamos poniendo el pecho a la situación pero la realidad es que el horizonte no es muy alentador y sólo nos queda aguantar lo más posible hasta que vuelva a salir el sol. Aquí la clave es que somos un sector altamente eficiente pero necesitamos otras reglas de juego para salir al mundo a vender, para eso estamos preparados, para eso realizamos fuertes inversiones y hay que hacer foco en recuperar la competitividad perdida y recién ahí podríamos ser el supermercado del mundo», cierra Domenech con un dejo de resignación pero sin dejar de lado la esperanza.