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La historia de los primos asesinos que horrorizan a Estados Unidos

La noticia se conoció esta semana y causó espanto: dos primos de 20 años fueron acusados de asesinar a cuatro personas y enterrarlas en una granja familiar.

Cosmo DiNardo y Sean Kratz fueron detenidos por la Policía que encontró los cuerpos de los hombres desaparecidos después de una búsqueda extenuante de cinco días, bajo el calor y las fuertes lluvias.

Pero lo que las autoridades aún no descifran es cómo los sospechosos pasaron de cometer delitos como allanamiento de morada y robo de joyas a asesinar a sus víctimas y enterrarlas en dos fosas tan profundas que fueron necesarias una retroexcavadora y decenas de personas para tamizar el área.

Para Cosmo DiNardo, cuyo abogado dijo que confesó los cuatro asesinatos a cambio de no recibir la pena de muerte, los roces con la ley iniciaron al principio de su adolescencia. Tenía cerca de 14 años cuando el Departamento de Policía de Bensalem lo contactó por primera vez. En los siguientes seis años tuvo más de 30 altercados con las autoridades, reveló el director del departamento de policía Frederick Harran, si bien los documentos de la corte sólo muestran los delitos menores y detenciones de tráfico ocurridas después de sus 18 años.

DiNardo se matriculó en la Universidad Arcadia en Glenside en otoño de 2015 con la esperanza de estudiar Biología y tenía la intención de viajar por el mundo, de acuerdo con los comentarios en un blog sobre la generación entrante de alumnos. «Voy a viajar al extranjero, espero a Italia y el resto de Europa», dijo.

Foto: AP

Sin embargo, su periodo en la escuela fue breve. Después de hacer comentarios que inquietaron a varias personas en las instalaciones académicas, funcionarios de seguridad pública contactaron al departamento de policía local. La universidad envió una carta a los padres de DiNardo en la que advertía que su hijo enfrentaría cargos por invasión a propiedad ajena si regresaba a la escuela, indicó una persona al tanto del contenido de la carta y que habló a condición de no ser identificada por no tener autorización para hablar públicamente al respecto.

Asimismo, un miembro de la familia afirmó que un año y un día antes que admitiera los asesinatos, DiNardo se internó voluntariamente en una institución mental.

Sin embargo, y pese a su reclusión por problemas mentales y sus roces frecuentes con la olicía, DiNardo pudo vender armas y marihuana en la zona. Justamente, así atrajo a cada una de las víctimas a la granja de 36 hectáreas, propiedad de su familia, en Solebury Township, con el pretexto de venderles marihuana.

Su primera víctima iba a comprar 8000 dólares de marihuana pero llegó al lugar con sólo 800 dólares, dijo DiNardo a la Policía, por lo que él llevó al estudiante de 19 años de la Universidad Loyola a un área remota de la granja y le disparó con un fusil calibre 22. Entonces, enterró al joven, Jimi Taro Patrick, en una fosa que hizo con una retroexcavadora.

Según la declaración jurada, DiNardo convenció a su primo, Sean Kratz, para que lo ayudara a robar a Dean Finocchiaro de 19 años, a Mark Sturgis de 22 y a Tom Meo de 21 luego del asesinato de Patrick.

Las tres víctimas fueron baleadas, colocadas en un tanque abastecedor de petróleo convertido en un horno que DiNardo llamaba un «rostizador de cerdo» y luego prendidas fuego. Después enterró el tanque en terreno de la granja de su familia.

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