Los hermanos Pedro y Margarito Flores llenaron de dólares los bolsillos de Joaquín «El Chapo» Guzmán y su organización hace una década.
En sus mejores momentos traficaron desde sus cuarteles en Chicago hasta 2.000 kilogramos de cocaína al mes en distintas ciudades de Estados Unidos, un imperio que fue apodado como la «pequeña Sinaloa».
Pero ahora uno de ellos, Pedro Flores, está llamado a presentar uno de los testimonios clave para lograr la cadena perpetua contra el líder del cartel de Sinaloa que pide la fiscalía.
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Flores, de 37 años y mellizo de Margarito, comenzó esta semana sus reveladoras declaraciones en el tribunal de Nueva York sobre cómo recibía toneladas de cocaína de Guzmán y su socio Ismael «El Mayo» Zambada.
A través de camiones de carga y vagones de trenes, el cartel llevaba la droga que traía desde Sudamérica hasta Chicago, donde era distribuida a ciudades del este, centro y oeste de EE.UU.
«(Chicago) está prácticamente en el centro de nuestro país, lo que lo hace conveniente», dijo Flores en su testimonio en Nueva York. «Estás prácticamente a mitad de camino hacia todas partes».
Los Flores han sido informantes de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) desde 2008, cuando se entregaron para ser procesados por narcotráfico.
Como parte de su acuerdo, lograron reunir unas 70 conversaciones grabadascon narcos de México.
Dos son las más valiosas pruebas que se prevé sean presentadas en Nueva York:llamadas telefónicas con Joaquín «El Chapo» Guzmán.
Sus orígenes
Los mellizos Pedro y Margarito Flores nacieron en Estados Unidos y se criaron en La Villita, el barrio mexicano más grande de Chicago.
Según relata el diario Chicago Tribune, que ha seguido su historia desde hace una década, ambos estuvieron en contacto con el mundo de las drogas desde niños, ya que su padre era traficante en la década de 1990.
En su declaración en el juicio en Nueva York, Pedro Flores relató que su padre lo empleaba para sacar bolsas con droga de tanques de gasolina, pues podía sacarlas fácilmente de su interior con sus manos y brazos pequeños.
Empezaron a involucrarse activamente en el negocio cuando eran adolescentes.
Ya para sus 20 años eran perseguidos por las autoridades de EE.UU. por manejar grandes cantidades de drogas en Chicago y otras ciudades aledañas, por lo que huyeron hacia México en 2003.
Pedro Flores relató en el tribunal que fue secuestrado y torturado en territorio mexicano debido a una vieja deuda de drogas, pero gracias a la intervención de «El Chapo» Guzmán fue liberado.
El encuentro con «El Chapo»
En 2005, conocieron en persona a Guzmán Loera en una de las guaridas del capo en las montañas de Sinaloa (noroeste de México), donde llegaron a un acuerdo que le llevaría cientos de millones de dólares al Cártel de Sinaloa.
Pedro Flores relató que en ese encuentro Guzmán se mofó de que vestía un short de mezclilla: «¿Con todo ese dinero y no podías pagar un pantalón completo?», bromeó «El Chapo».
Pero tanto él como su socio, «El Mayo» Zambada, sabían de la gran capacidad para traficar droga que tenían los Flores en Chicago.
«Imagínese si ustedes fueran trillizos», recuerda que le dijo Zambada.
Entonces llegaron a sus primeros acuerdos de envíos de cocaína a través de camiones y trenes de México a Estados Unidos.
El negocio se hizo tan grande que los Flores convirtieron a Chicago en el «hub» o centro de distribución de la droga de costa a costa de Norteamérica, desde Nueva York, Washington D.C., Filadelfia, Detroit hasta Los Ángeles y también a Vancouver, Canadá.
Lograban comercializar de 1.500 a 2.000 kilogramos de cocaína al mes.
Documentos de la DEA citados por medios de EE.UU. indican que de 2005 a 2008 los Flores recibieron al menos 38 toneladas de cocaína, lo cual generó hasta US$800 millones para el cartel de Sinaloa.
Una de las dos grabaciones de conversaciones telefónicas con «El Chapo» es prueba, según la fiscalía, de cómo fue negociado el envío de 20 kilos de heroína hacia Chicago.
El medio más usado por los Flores eran los camiones de carga en los que sus techos eran modificados para traer droga de México en su interior, y devolverlos con cientos de millones de dólares.
Para entonces esa ciudad del estado de Illinois era conocida como «la pequeña Sinaloa».
Informantes de la DEA
Según lo que han revelado los mellizos Flores en sus declaraciones, su principal contacto con el cartel de Sinaloa eran los hermanos Beltrán Leyva.
Pero cuando éstos se separaron de la organización y comenzó una violenta disputa en México cerca de 2008, los Flores sintieron que quedaban en una peligrosa situación intermedia.
Así que optaron por entregarse a la DEA como una forma de proteger a sus esposas e hijos, según relata el Chicago Tribune.
Sin embargo, su relación con los narcos mexicanos no terminó ahí, pues los hermanosllegaron a un acuerdo para convertirse en informantesy obtener evidencias, como las 70 grabaciones de llamadas.
Fue así que los mellizos recibieron en 2015 una sentencia de solo 14 años de prisión y la protección de la justicia de EE.UU. para evitar que fueran víctimas de una venganza.
Zachary Fardon, entonces fiscal del Distrito Norte de Illinois, lo celebró: «Por años ellos manejaron la red de distribución más grande en la historia de la ciudad de Chicago. Eran el centro del cartel de Sinaloa».
«La cooperación de los hermanos Flores permitió a las autoridades confiscar cantidades enormes de droga, de dinero y a llevar a más narcotraficantes del cartel de Sinaloa ante la justicia», añadió.
Lo que para el cartel de Sinaloa fue una traición, para los fiscales de EE.UU. fue un gran acuerdo.
La sentencia a Joaquín «El Chapo» Guzmán podría ser uno de los frutos más importantes del trato con los otrora poderosos mellizos Flores de Chicago.