Por dónde empezar. La diversidad cultural, étnica y religiosa de uno de los países más grandes del planeta, con paisajes muy distintos y poblado por 1325 millones de seres humanos que hablan 1600 lenguas no hace fácil encarar una síntesis en pocas líneas. Para quien no haya viajado antes a India hay un ejercicio imprescindible antes de acometer el largo periplo. Se trata de reconfigurar su sistema mental. Algo así como resetear la cabeza. Dejarla en cero? o casi.
Hay valores que pueden haber demandado muchos años y no pocas penurias, pero que tambalean frente al universo paralelo que cobra vida apenas se llega a India.
Es un destino para viajeros antes que para turistas. No hablo solo de quienes van en busca de iluminación y se refugian en un ashram (en India hay unos 10 mil) a meditar, purificar el cuerpo o practicar yoga bajo la dirección de gurús o de algún swami (sabio). Me refiero a aquellos que son curiosos, que les gusta atisbar bajo la superficie más allá de lo que se les muestra, que se interesan por los vínculos y la dinámica de una comunidad, que admiran los monumentos, pero que no dejan de preguntarse cómo funciona todo.
India admite diversas miradas. Quienes quieran disfrutar de playas no quedarán decepcionados si optan por Goa, en el sur del país, con arenas interminables y una vegetación exuberante, además de acogedores hoteles en las calas de la costa. No deja de ser India, pero acaso la India menos contrapuesta a nuestros hábitos.
El shock inicial
Para adentrarse en el espíritu indio hace falta un poco más. Hay que caminar sus calles sin veredas, rodearse de multitudes siempre y en cualquier lugar, llenarse los ojos con los colores de los saris (vestido tradicional de las mujeres), sortear vacas en todo sitio, caminar por mercados, soportar el asedio de los vendedores, cruzar calles a suerte y verdad, ser testigo de ritos religiosos, ver varones caminando de la mano, respirar aromas?
Cuidado con el shock inicial. Los primeros días todo resulta tan abrumador que no da tiempo a asimilarlo. Despacio. Om?om?om? el mantra sagrado del hinduismo ayuda a bajar un cambio para no paralizarse.
La población india está territorialmente muy distribuida. Hay ciudades populosas, como Bombay o Delhi, con casi 19 millones de habitantes, pero la inmensa mayoría de los indios vive en el campo o en pueblos más pequeños. Por eso sus costumbres se encuentran prácticamente incontaminadas y transmiten la sensación de haberse cristalizado hace siglos.
Además, con casi 3.300.000 metros cuadrados de superficie, India es el séptimo país en cuanto a superficie, precediendo a la Argentina (el octavo) y ocupa la mayor extensión de lo que se llama el Subcontinente Indio, que también integran Pakistán, Bangladesh, Nepal, Bután, Sri Lanka y Maldivas.
En India conviven unos cien grupos étnicos , con creencias, costumbres y culturas distintas al punto que podría decirse que bajo una misma bandera se refugian varias naciones. Así fue en el pasado, cuando 562 marajás gobernaban otros tantos reinos y de algún modo así sigue siendo, no en cuanto a la formalidad política, pero sí culturalmente.
Por eso no hay respuesta a la pregunta de cuánto tiempo se necesita para conocer India. Difícilmente se termine de conocerla alguna vez.
Tesoros mundiales
India tiene 29 sitios declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por Unesco. Algunos más visitados que otros. Sin embargo y como contrariamente ocurre en otras latitudes, la abrumadora mayoría de sus visitantes son locales, aun en los más típicos sitios.
El crecimiento económico del país en los últimos años ha posibilitado el traslado familiar desde sus puntos de residencia con fines estrictamente recreativos. En términos relativos, los gringos en esos monumentos son una notoria minoría.
De todas maneras hay hitos insoslayables, al menos para los viajeros primerizos. El más icónico monumento de India es el Taj Mahal, en la ciudad de Agra, estado de Uttar Pradesh, a sólo 210 kilómetro de Nueva Delhi. Se trata de un mausoleo erigido por el rey mogol Shah Jahan en memoria de su esposa favorita, muerta en su decimocuarto parto. Su belleza deja sin aliento.
Epicentro del amor de pareja es también un símbolo de identidad local. El matrimonio es el más importante paso en la vida de un indio. Todo ronda en torno de ese acontecimiento. La mayoría de los indios tienen casamientos concertados. Es decir que con suerte los novios se han visto una vez y fugazmente antes de la boda. Son los familiares, generalmente los padres, quienes van monitoreando posibles candidatos y candidatas hasta que de pronto les comunican que ya han encontrado su pareja ideal.
Decime, ¿no te parece mejor que seas vos el que elija a tu mujer? (pregunté a mi guía).
No, señor. ¡Quién va a saber más que mis padres quién es la persona que congenie más con mi personalidad!
¿Y funciona?
Claro, aquí no hay divorcios.
Tiene razón. India es el país con la más baja tasa de divorcios del mundo (1,1 %) aunque se dice que va en aumento.
Autora nada menos que del Kamasutra la India es hoy probablemente el país donde el sexo se ha convertido en un tabú. Una mirada, una expresión de afecto o tomarse de la mano puede ser socialmente reprobado. Contrariamente, los varones caminan tomados de la mano y se entiende como un gesto de amistad.
Curiosamente, las películas indias suelen contar historias de amor muy románticas y cargadas de fantasía. Bollywood (como se llama a la industria cinematográfica en este país) es el productor de más títulos en el mundo. Las películas indias más exitosas en Occidente, como Slumdog Millonaire o Un camino a casa son en este país casi desconocidas. Pintan la India cotidiana que a los locales no interesa en absoluto.
La homosexualidad figura en el Código Penal Indio aprobado en el período británico, que castiga cualquier acto «contra el orden de la naturaleza» es decir cualquier penetración no vaginal. Por una sentencia de la Corte Suprema de Nueva Delhi se declaró inconstitucional este artículo, pero aplica solo a la capital del país. Se supone que las cortes regionales no tardarán en imitar a los jueces capitalinos.
Entender las castas
Las castas son una estructura social, si bien legalmente abolida en 1961, aún vigorosa y vigente en la cultura india. Hay cuatro castas básicas, los brahmanes (sacerdotes y maestros), los chatrías (políticos), los vaishas (comerciantes y artesanos) y los sudras (esclavos o campesinos). Más allá de las castas están los dalits, también llamados parias o intocables, y los invisibles, que solo podían salir de noche so pena de ser encerrados hasta morir de inanición.
Se pertenece a una casta por razones de nacimiento. Eso quiere decir que no existe movilidad entre castas. Tampoco hay casamientos intercastas. No es el poder o el dinero lo que distingue a una casta. Una persona puede ser rica comparada con otra de una casta superior.
Las mujeres no las tienen todas consigo en India. Hay casi 68 millones de mujeres menos que hombres. A pesar de estar prohibido anunciar el sexo de las criaturas por nacer, igual trasciende y como el aborto es legal las mujeres suelen ser abortadas. La dote para casar a una hija es una pesada hipoteca para las familias pobres, que son la mayoría.
Son también las mujeres las que hacen labores muy duras, como cargar piedras en las canteras, trabajar el campo o hacer de peones en obras viales.
La religión gobierna el comportamiento social y en gran medida regula la suerte de todos y obviamente el lugar que se les da a las mujeres. Un 80% de hindúes, 14% de musulmanes y el restante 6% repartido entre cristianos, budistas, judíos, jainistas, etc. conforman un mosaico de creencias que contempla nada menos que unas 300 millones de deidades.
Color, color, color
Los visitantes de India se sienten dentro de una película de fantasía. Una palabra que no puede faltar en los comentarios de ese viaje es color. La ropa, los adornos, los textiles en general, los edificios, los palacios, las vestimentas de elefantes y camellos, los autos? todo conforma una paleta de colores que satura la retina.
Allí donde se apunte con la cámara habrá una foto impactante. Los ritos de las cremaciones en Varanasi, los baños en el Ganges, los templos de Ajanta y Ellora excavados en la montaña, los palacios de los marajás, los backwaters (la Venecia del Este) en la región de Kerala, las imágenes del Kamasutra en Khajuraho, los niños con los párpados delineados para evitar el mal de ojo, veinte personas encaramadas en una moto carrozada apta solo para tres, vacas y otros animales conviviendo en la calle con multitudes y miles de cosas más son imágenes inolvidables.
Recorrer el país en auto es una experiencia única e imposible para un conductor extranjero. En medio de cualquier ruta se pueden encontrar vacas, camellos, elefantes, cabras y todo tipo de animales, además de pastores, motociclistas, carros, camiones y bicicletas. Como parte de la herencia británica en India se maneja por la izquierda. «Acá la ley de tránsito tiene un solo artículo que dice que no existen las normas», acota riéndose Manoj Manu, nuestro chofer en Kerala.
Hay que tener en cuenta que no pueden medirse los tiempos que uno tarda para desplazarse con estándares occidentales. Lo común es tardar cinco horas para hacer 200 kilómetros. Y la travesía será acompañada por un concierto de bocinas. En la parte trasera de muchos vehículos puede leerse un pedido: please blow horn (por favor toque bocina).
Pero si algo hace de este país un destino especial es la calidez de su gente, su gesto amistoso, sus ganas respetuosas de entablar vínculos con los forasteros, los pedidos de sacarse fotos con los visitantes, las explicaciones bien armadas para describir el valor de lo que venden y, sobre todo, ese Namasté pronunciado al tiempo que juntan sus manos como en oración, dando la bienvenida.
En muchos sitios se acercará una mujer joven para aplicar el tradicional bindi, ese punto de color que se pinta en el eje central de la frente, cerca de las cejas. De acuerdo a las tradiciones esotéricas orientales, el bindi retiene la energía y fortalece la concentración.
Las calles multitudinariamente concurridas y estruendosas por las miles de bocinas que no dejan de sonar y cuyo código no se termina nunca de entender son en sí mismas una aventura. «Cruce la avenida al lado de otra persona y no se detenga. Verá que es posible» fue el consejo que por supuesto no seguí.
De todas maneras se camina tranquilo en cuanto a los riesgos de inseguridad. Más allá de algún taxista que quiera cobrar de más o de quien llevándonos en su rickshaw haga una parada en lo de su primo que quiere vendernos algo, no hay agresiones ni robos. Solo las mujeres turistas andando solas deberán tomar precauciones en virtud de algunos ataques sexuales que se producen desde hace un tiempo.
Los cuidados inevitables
Antes de viajar a India es necesario visitar a profesionales que indiquen las vacunas y cuidados necesarios para reducir al máximo los riesgos de enfermedades. Por su parte, las autoridades indias exigen a los residentes de países endémicos de fiebre amarilla como el nuestro la certificación de estar vacunado.
Dos son los cuidados más recomendados. Uno es ir vestido cubriendo la mayor parte del cuerpo (mangas y pantalones largos) con ropa clara y rociarse con repelentes que contengan 25% de Deet (N,N-diethyl-toluamide), un componente antimosquito. Estos insectos son transmisores de enfermedades tales como chikungunya, dengue, malaria y zika.
Por otra parte, es de lo que se ingiere de lo que hay que cuidarse. Como ocurre en muchos lugares del mundo, los locales están inmunizados a bacterias que sí pueden afectar a personas de otras latitudes. Por tal razón, hay que abstenerse de comer alimentos crudos y beber solo agua mineral (inclusive para cepillarse los dientes) cerciorándonos de que la botella esté perfectamente cerrada. Jamás consumir bebidas con hielo ni comer nada que vendan en puestos callejeros.
Los primeros días pueden resultar abrumadores. El regreso al hotel donde uno se aloje puede servir de remanso reparador. En India los contrastes son extremos. Los servicios turísticos y especialmente los alojamientos no se alejan de esa ecuación. Entre lo magnífico y lo muy austero no hay grados intermedios. Un metro más allá de los límites del palacio de un marajá, hoy convertido en espléndido hotel, suele haber un mundo opuesto al lujo y la opulencia.
Hay miedos recurrentes en muchas personas que dudan de viajar a la India. La pobreza, los olores, menesterosos pidiendo, los ruidos, las multitudes? suelen ser argumentos a la hora de renunciar a este destino. Una pena? tales nimiedades -más míticas que reales- son razones poco convincentes a la hora de descubrir un mundo.
Como bien lo supo Fernando Pessoa, llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.
Datos útiles
Cómo llegar
La manera más directa es por medio de las aerolíneas árabes como Qatar y Emirates y por Ethiopian, recién llegada al país. Tarifas desde $29.000.
Tours
Un tour de 9 noches que incluye Agra, Jaipur, Nueva Delhi, Varanasi, Khajuraho, Orchha, Jhansi, Fatehpur y Sikri cuesta desde 1160 dólares por persona en base doble. Incluye alojamiento, traslados internos y excursiones y entradas a los monumentos. babelviajes.com
Triángulo dorado con Bombay, Goa y Cochin, con 13 noches de alojamiento en hoteles cinco estrellas $88.725 por persona en base doble. Incluye pasajes aéreos desde Buenos Aires, alojamiento en hotel cinco estrellas con desayuno, traslados de entrada y salida, excursiones. Salidas de abril a junio. lesamisviajes.com.
Tramitar la visa
Hay dos maneras, una que se comienza online (e-Visa) y finaliza en el aeropuerto de llegada a India. www.indiaonlineapplication.com
Es gratis para argentinos y uruguayos y tiene una validez de dos meses desde el momento de la llegada. De la manera tradicional se tramita en la embajada de India de manera presencial. También es gratis, pero tiene una validez de cinco años. http://indianvisaonline.gov.in
Vacunas
Fiebre amarilla: se requiere el certificado de vacunación.