El retrato fue encontrado en los archivos del castillo de Valençay. El filósofo italiano y Da Vinci fueron amigos y coincidieron entre 1502 y 1503 trabajando a las órdenes de César Borgia.
Un retrato del filósofo italiano Nicolás Maquiavelo fue hallado en los archivos del castillo de Valençay, en el centro de Francia, y será examinado en los próximos meses para confirmar científicamente si fue pintado por Leonardo Da Vinci. En mayo de 2018, la directora de archivos de esa provincia halló por casualidad un documento en los archivos del administrador del castillo fechado en 1874 que se refería a un retrato titulado «Maquiavelo por Leonardo Da Vinci», según informó el vocero del castillo, Frédéric Loison.
Da Vinci y Maquiavelo fueron amigos y coincidieron entre 1502 y 1503 trabajando a las órdenes de César Borgia, príncipe de Italia Central. Pensaron en modificar el curso del río Arno para beneficiar a Florencia pero el utópico y monumental proyecto de Leonardo no pudo concretarse.
Según informó la agencia EFE, tras el hallazgo de los escritos donde se detallaba que el cuadro de madera medía 55 centímetros por 42,comenzó su búsqueda en ese edificio, que se trata de la antigua residencia del ministro de Exteriores de Napoleón, Charles Maurice de Talleyrand.
El personal del lugar, según el diario «Le Figaro», encontró ese mismo año en los archivos uno que coincidía con la descripción, que representa a un hombre calvo con puntiaguda barba, de rostro fino y apariencia seria.
«A partir de ahí hicimos más búsquedas, rastreamos en los archivos otras notas que pudieran hacer referencia al cuadro y lo presentamos a expertos en arte», comentó Loison.
Según el vocero, “toda persona que vio el cuadro en persona coincide en que se trata de una pintura muy interesante, y en que la mirada y una parte del rostro fueron pintados por un artista de gran talento”.
«Evidentemente en este punto nadie puede afirmar que se trata en efecto de un Da Vinci, aunque hay muchas hipótesis. El pintor murió muy cerca de Valençay, lo que nos plantea preguntas», afirmó.
«Evidentemente en este punto nadie puede afirmar que se trata en efecto de un Da Vinci, aunque hay muchas hipótesis. El pintor murió muy cerca de Valençay, lo que nos plantea preguntas», afirmó.
Una restauradora realizó en agosto una limpieza del cuadro que puso en valor algunas de sus características técnicas, y en los próximos meses será sometido a diferentes peritajes para comprobar si pertenece o no al maestro renacentista.
El castillo es propiedad de la ciudad de Valençay, por lo que la evaluación correrá a su cargo y se espera que los múltiples trámites presupuestario alargarán el procedimiento.
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«Hay muchos interrogantes, pero lo que hace el asunto posible es que Talleyrand era un gran coleccionista de arte con mucho gusto y sobre todo medios», agregó el vocero del castillo, Frédéric Loison.
Amigos y socios
Leonardo da Vinci tuvo muchos amigos, varios importantes e influyentes. Uno de ellos fue Nicolás Maquiavelo. Fue a fines de 1502 en el palacio ducal de Urbino donde César Borgia, el hijo del Papa Alejandro VI y nuevo príncipe de la Italia Central, recibió a Da Vinci y a un joven secretario de la cancillería florentina. El consejero fue enviado para controlar y asesorar al impulsivo príncipe quien va a ser uno de los protagonistas de su obra cumbre El Príncipe.
Da Vinci contaba entonces con una alta reputación. Se había formado en Florencia en el atelier de Verrochio en la década de 1470. Luego partió a Milán donde trabajó al servicio de Ludovico Sforza, llamado el Moro, desde 1482 hasta que en 1499 tropas francesas aliadas con las de César Borgia lo desalojaron del poder. Como Da Vinci necesitaba un nuevo mecenas, Borgia le propone que sea su ingeniero ducal.
Maquiavelo llegó a Urbino el 24 de junio y permaneció allí hasta el 21 de enero 1503 periodo en el cual se codeó con Leonardo. “Intercambian una visión en parte común acerca del modo en que loshombres fuerzan el curso de las cosas”, escribe el historiador francés Patrick Boucheron cuenta en su libro Leonardo y Maquiavelo.
En el tiempo que coincidieron en tiempo y espacio inspeccionaron distintas fortalezas en la Toscana y proyectaron contener el curso del río Arno. Leonardo recorrió los caminos de la Romaña y de las Marcas. Da Vinci toma notas y dibuja en sus cuadernos.
En Florencia, Leonardo observó que no se habían realizado grandes obras hidráulicas desde la Antigüedad. La ciudad tenía pocos canales, proyectos de drenaje, sistemas de riego o desvíos de ríos. Su idea era que la ciudad imitara a Milán. Su plan era desviar el río Arno y apartarlo de su cauce. Se trataba de una forma audaz de reconquistar la ciudad. Si lograba desviar el río, Pisa perdería su acceso al mar y la fuente de abastecimiento a favor de Florencia. “Al río que se va a desviar de un cauce a otro hay que mimarlo y no tratarlo con brusquedad ni violencia”, escribió Leonardo. Excavaría un canal de diez metros de profundidad, río arriba de Pisa, y desviaría el agua del río hacia dicho canal mediante presas. Esto suponía desplazar una millón de toneladas de tierra y, según el cálculo de Leonardo 1,3 millones de horas por hombre, es decir, 540 hombres trabajando cien días para excavar el canal de desvío del Arno.
La obra comenzó pero cuando se abrió el canal las aguas no entraban en la acequia salvo cuando el río venía crecido, y, en cuanto disminuía el caudal, el agua pasaba de las acequias al río, según consta en las anotaciones del ayudante de Maquiavelo que estuvo allí presente acompañando al artista. Luego vino un temporal que destruyó las obras y el proyecto se abandonó.
Después de la experiencia fallida en el Arno, Leonardo fue convocado, gracias a Maquiavelo, a asesorar al gobierno de Piombino, a cien kilómetros de Pisa. Se pensaba idear una serie de fortificaciones, fosos y pasadizos secretos que podrían usarse si el gobernante era traicionado.
Sin embargo, no vamos a encontrar anotaciones sobre Leonardo en los escritos de Maquiavelo ni tampoco hay menciones sobre el consejero en los Cuadernos del autor de La Gioconda. También debemos tener en cuenta que de sus magistrales anotaciones solo se han recuperado un tercio, el resto se perdieron en el tiempo.