Estas son algunas de las imágenes más antiguas de la cima más alta en la Tierra, tomadas durante expediciones británicas realizadas en 1921, 1922 y 1924, y se encuentran entre las primeras imágenes de los intentos de nuestra especie para conquistar la montaña.
Por SOMINI SENGUPTA
La tranquilidad de las montañas es engañosa. Cubiertas de nieve, a veces brillan con suficiente intensidad para cegar. Lucen indiferentes ante los diminutos viajeros en sus espaldas: los hombres europeos en los años de declive del imperio británico que buscaban —como se lee a menudo en las historias de aquellos tiempos— conquistar el Everest.
Miembros de la expedición de 1922, en la imagen aparecen en el campamento ubicado a casi 6900 metros. Dos de ellos ascendieron a poco más de 8200 metros —mediante el uso de oxígeno embotellado—, el punto más alto que cualquier expedición había alcanzado hasta ese momento. Su récord fue batido por Edward Norton en 1924. (La fotografía fue retocada antes de su publicación original). Credit The New York Times
¿Conquistar? ¿De verdad? ¿Quién conquista a quién? Si alguna vez te has enfrentado a los Himalayas, sabes que te pueden engullir entero.
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Estas son algunas de las imágenes más antiguas de la cima más alta en la Tierra, tomadas durante expediciones británicas realizadas en 1921, 1922 y 1924. Se encuentran entre las primeras imágenes de los intentos de nuestra especie para escalarla y de documentar la hazaña para generaciones futuras.
El monte Everest era, y sigue siendo, el santo grial para los alpinistas. Miembros de la expedición de 1922 usaron picahielos para improvisar puntos de apoyo para los pies en una ladera prístina, ubicada a 7000 metros. Cuerdas, escaleras de aluminio y otras ayudas para el ascenso están ahora fijadas a muchos puntos a lo largo del camino hacia la cima. Principios del año 1922.The New York Times
Esta imagen del glaciar de Rongbuk, que se encuentra a poco más de 11 kilómetros de la ladera norte de la montaña, fue tomada durante la expedición de reconocimiento de 1921. Después de determinar que la ruta norte era infranqueable, la expedición se movió al este.The New York Times
Observa a esas criaturas diminutas —¡esos somos nosotros!— caminando en fila contra el deslumbrante muro blanco de hielo. Mira, están golpeando la montaña para cavar espacios en los cuales apoyar los pies. En 1922, un equipo expedicionario británico se acercó a decenas de metros de la cima.
Lo que estas imágenes no reflejan por completo es que las montañas no están en calma. Gruñen cuando las piedras caen. El viento silba conforme asciendes. La altura drena tu aliento. Te recuerdan cuán pequeño eres, cuán frágil eres realmente, que es la razón por la que intentas suplicarles, como lo hacen los budistas que son originarios de esas montañas, al apilar una piedra sobre otra a modo de oración.
Durante la expedición de reconocimiento de 1921, el grupo acampó cerca del pueblo de Shekar Dzong. En ese entonces, Nepal estaba cerrado a los extranjeros, así que cualquier aproximación al Everest tenía que ser hecha desde el lado tibetano. Credit The New York Times
Cuatro de las cinco montañas más altas del mundo se ubican en los Himalayas. Makalu, la quinta cima más alta de la Tierra, se podía observar por encima del campamento de la expedición de 1921 en Pethang Ringmo.The New York Times
La expedición de 1921 fue liderada por Charles Howard-Bury, que en esta imagen aparece sentado.The New York Times
Everest, la cumbre, lleva el nombre de un burócrata del imperio británico, una elección que en sí misma pone al hombre en un lugar más importante que a la naturaleza. Las personas en los Himalayas a menudo se refieren a la montaña como una diosa o una madre. En las imágenes, ellos se asoman entre los hombros de los hombres blancos. En los pies de foto, a menudo no aparecen sus nombres y son mencionados como “porteadores nativos robustos”. Su humanidad aparentemente ya había sido conquistada.
Las imágenes son un vistazo a nuestra capacidad colectiva de aventura y valentía. Sin embargo, al mirarlas ahora, también ofrecen una mirada a nuestra capacidad de autodestrucción, a nuestra capacidad de hacer mal uso de lo que amamos.
El pagador de la expedición de 1924 tomó las huellas dactilares de algunas de las personas a menudo ignoradas de la región que asistieron al equipo.The New York Times
Miembros de la expedición de reconocimiento de 1921, que pusieron las bases para el intento de alcanzar la cima de 1922. En la fila de pie desde la izquierda, Sandy Wollaston, médico y naturalista; Charles Howard-Bury, líder de la expedición; Alexander Heron, geólogo, y Harold Raeburn, un montañista. Sentados desde la izquierda, George Mallory, un experto en alpinismo; Edward Wheeler, un topógrafo fotográfico; Guy Bullock, otro alpinista, y Henry Morshead, un topógrafo.The New York Times
Lo que sabemos ahora es que desde la época de estas expediciones —a medida que la industrialización conquistaba de manera entusiasta a la naturaleza— ya habíamos comenzado a alterar los Himalayas de manera permanente. Los poderosos entre nosotros, principalmente en Estados Unidos y Europa, hicieron crecer nuestras economías tan rápido como podíamos al quemar tantos combustibles fósiles como podíamos.
Los gases de efecto invernadero que inyectamos a la atmósfera ya han calentado el planeta de manera considerable. Continúan haciéndolo a un ritmo acelerado. Como resultado, el hielo se está derritiendo en los Himalayas. Al ritmo actual, los científicos pronostican que al menos un tercio del hielo en los Himalayas y la vecina cordillera de Hindu Kush se descongelarán para finales de este siglo.
El equipo hizo tres intentos para alcanzar la cima del monte Everest a principios de 1922. Después del tercer intento —durante el cual una avalancha mató a siete porteadores—, el equipo se dio por vencido y regresó a su campamento en el glaciar de Rongbuk. Credit The New York Times
¿Por qué debería importarnos? Estas montañas son los depósitos de agua de Asia. Cuando ya no haya hielo, tampoco habrá agua, lo que afectará a más de mil millones de personas que viven en la parte inferior. Entonces, no habrá nada que conquistar. No habrá ascensos del hombre.
La montaña es indiferente, como lo es la naturaleza casi siempre con aquellos de nosotros que piensan que somos de alguna manera algo más que solo una parte de la naturaleza.
Las imágenes deben servir como el depósito de nuestra memoria colectiva. Los Himalayas también contienen nuestras memorias. A medida que el hielo se descongela, libera los cuerpos de las personas que devoró hace mucho tiempo.
En un día parcialmente nublado, desde 8500 metros sobre el nivel del mar, se siente como que podrías disfrutar de la vista eternamente. Principios del año 1924.The New York Times