El nombre de Francisco Fortuny permanece injustamente olvidado para las nuevas generaciones, ni una pasaje de Buenos Aires ni de Luján lleva su nombre.
El dibujante y pintor español se caracterizó por recrear en sus trabajos escenas, personajes, y gestas históricas, de indudable valor didáctico y pedagógico; como que son la representación visual que guardamos de episodios de nuestra historia que conocimos desde nuestra infancia.
Francisco Fortuny nació en Pobla de Montornés, el 2 de enero de 1864. De origen humilde fue protegido por el conde de Güell (el notable mecenas de Antonio Gaudí), con su aval ingresó a la Real Academia de San Fernando de Madrid, donde cursó estudios de dibujo y pintura. En la década de 1890 sabemos que llegó a Buenos Aires, estaba casado con Josefa Barenys, ya que el 19 de febrero de 1898 bautizaron a su hijo Francisco Manuel en la parroquia de la Inmaculada Concepción, él tenía 33 años y la madre 31, vivían en la calle Santiago del Estero 757; el niño había nacido el 30 de mayo de 1897.
Las biografías que conocemos de Fortuny dicen que se trasladó en 1890 y «comenzó su labor como dibujante en la revista Caras y Caretas». No dudamos que pudo llegar antes como lo comprobamos con la partida bautismal de su hijo, como que hizo en 1895 una exposición en el salón del Ateneo; pero imposible que trabajara en la difundida revista ya que su primer número apareció el 8 de octubre de 1898.
LA SEÑORITA ARGUAS
Hace un siglo, La Prensa, daba cuenta en junio de 1922 que «el artista tan conocido de nuestro público, el ilustrador cuyas fecundas producciones son tan apreciadas, presenta en el salón de Florida 260 una buena colección de trabajos; van comprendidas entre estos obras de distintos géneros y procedimientos: retratos, paisajes, figuras, al óleo y a la acuarela».
El cronista se refiere al retrato de la señorita M. Argúas, que no se trata sino de Margarita Argúas, después destacada abogada, primera mujer en integrar la Academia Nacional de Derecho e integrar en 1970 la Corte Suprema de Justicia de la Nación; a los paisajes En el Bajo de la Recoleta, Preparando la trampa y Orillas de Villa Domínico, los que»no dejarán de prestarse a más de un reparo en cuanto se refiere a la armonía y a la verdad del colorido».
Pero esta observación queda eclipsada porque destaca «preferimos detenernos en esos cuadros que hemos considerado de interés histórico y que, aun cuando ellos no se refieran a episodios o hechos ocurridos en las pasadas épocas se relacionan íntimamente con los mismos».
Entre las obras expuestas se encuentran Carreta de antaño y catorce acuarelas que se refieren a la evolución de la policía de Buenos Aires desde 1810 al momento de la exposición «que constituyen la mejor parte de la colección». De estas destaca Alcalde de policía 1812, Policiano de 1819, Policía de Juzgado de Paz en 1860, Sereno de 1845, Vigilante de Caballería, 1831 y Celador, 1825.
Uno de los cuadros Casa del «dictador» Rosas, en Palermo, con comentarios tan propios de la época merece ser reproducido: «Muchos conocimos ese sitio en el estado en que lo reproduce la pintura de Fortuny, sin duda basada en una fotografía directa. Pero esta circunstancia del intermediario fotográfico no desvaloriza la obra. Pues si desde el punto de vista puramente artístico puede ella, en efecto, rebajar puntos al esfuerzo del pintor -aunque no muchos desde que el agregó el colorido y sentimientos propios – queda bastante a la obra como sugestión y como idea. Así si para estudiar aquella época nefasta no será imposible, contemplando este cuadro, que la imaginación sobreexcitada nos haga aparecer la figura del dictador vagando en esos tétricos alrededores de su mansión; junto a ese lago artificial que se percibe en el primer plano y que fue el sitio predilecto hasta que Caseros le aventara lejos para siempre».
Un episodio digno de destacar es su vinculación con el historiador Enrique Udaondo, primer director honorario del Museo de Luján inaugurado el 12 de octubre de 1923, donde se conserva buena parte de su obra, lo mismo que en Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, que hoy celebra su centenario.
Bueno sería que las autoridades encargadas de la cultura en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad, deponiendo los enconos y la grieta, organizaran una gran muestra de la obra de Fortuny. Justamente el cuadro que ilustra esta nota es el de la Plaza un 25 de Mayo, hace 212 años y que todos hemos contemplado en los libros de texto o ilustraciones sobre esa fecha tan trascendente para los argentinos.