Sin embargo, Redrado, Machinea le quitaron dramatismo al aumento de la divisa, mientras que Marcó del Pont subrayó que hay una fuga cada vez mayor
La importante suba del dólar de las últimas dos semanas generó un fuerte contrapunto entre los ex presidentes del Banco Central , que oscilan entre considerar que fue positiva para reducir el atraso cambiario previo y advertir que el traslado a precios puede ser más importante que el previsto por el Gobierno.
En diálogo con LA NACION, José Luis Machinea (presidente del BCRA entre 1986-1989), Martín Redrado (2004-2010) y Mercedes Marcó del Pont (2010-2013) expresaron puntos de vista divergentes sobre la estrategia de la entidad que ahora conduce Federico Sturzenegger.
Redrado dijo «no estar preocupado porque cuando se analiza la oferta y la demanda potencial, se ve que la Argentina tiene holgura en materia de dólares financieros y el desafío en todo caso es que se vuelvan productivos. Si bien hay que estar atentos a los acontecimientos externos, no veo algo que lleve a que disminuya el flujo de divisas al país».
«Sin duda, la conducción del Banco Central cree que un tipo de cambio absolutamente libre es lo mejor; en cambio, yo creo que una flotación administrada es más adecuada, porque sirve para morigerar picos y valles, ya que la Argentina no está acostumbrada a los saltos grandes y hay un pase a precio importante en sectores que dependen de insumos importados», expresó.
Según Redrado, «si hay gradualismo en materia fiscal, debería haber gradualismo en materia cambiaria, para que las diferentes áreas de la política económica tengan consistencia».
El economista que dirige la Fundación Capital consideró que la tasa de inflación está por encima de la tasa de devaluación y ambas variables deben converger, pero no está claro que con saltos abruptos puedan hacerlo. «La Argentina no es Brasil en materia de estabilidad cambiaria y de formación de expectativas», sostuvo.
En cambio, el también ex ministro José Luis Machinea afirmó: «No veo ningún problema en el aumento del dólar, en especial porque la apreciación era considerable. El riesgo es que el salto sea demasiado grande, algo que siempre está latente con la apreciación cambiaria, pero el Banco Central tiene instrumentos para regular el mercado y evitarlo».
De todos modos, Machinea consideró que, como instrumento, sería mejor vender dólares y no aumentar las tasas de interés.
«Algún efecto mínimo puede tener sobre la inflación, pero es mejor dos puntos más de inflación que evitar ese impacto a costa de una excesiva apreciación que afecta de forma negativa a las exportaciones. Sin aumento de exportaciones no hay crecimiento sostenible, y el volumen de exportaciones disminuyó 4% en los primeros cinco meses», detalló.
Además, sostuvo que el Central debe entender que, «a medida que nos acercamos a las elecciones, vamos a tener más incertidumbre en el mercado cambiario; nada para preocuparse: más preocupante me parece un dólar planchado durante 15 meses».
Por su parte, Marcó del Pont indicó, alarmada, que la suba de estas semanas es el reflejo de «un fenómeno más estructural; el Gobierno recibió un país solvente, aunque con problemas de acceso al financiamiento, pero los problemas se han agudizado y transformado en problemas de solvencia».
«El factor de suba del dólar de las últimas semanas es la fuga por la vía de la dolarización de carteras, que antes se disimulaba por la burbuja de las Lebacs. Sigue habiendo un problema de restricción externa aunque Sturzenegger siga diciendo lo contrario», advirtió.
Por otro lado, opinó que «uno no puede tener, al mismo tiempo, la liberalización de la cuenta capital, el manejo del tipo de cambio y de la tasa de interés».
Para la economista, «se hizo además un mal diagnóstico de la situación internacional, porque el fenómeno de fuga es estructural en la economía argentina y se agudiza en un mal contexto como el actual. Así que no veo cómo se soluciona. Dependerá de la cuenta capital-cambiaria, que fue negativa en abril y mayo, porque no alcanzan los dólares».
A diferencia de otros analistas, la directora de FIDE dijo que «el problema mayor no es el frente fiscal, sino el externo. El efecto inflacionario de quedarse a un costado para evitar el carry trade es una locura, porque este movimiento del dólar va a tener un impacto sobre el salario y el consumo».
«Ni el FMI critica la regulación de la cuenta capital. El Banco Central ya no es autónomo, sino dependiente del mercado», concluyó.