ROMA.- En Italia, el coronavirus no da tregua . En solo 24 horas, entre el miércoles y ayer, se produjeron 41 nuevas muertes por la enfermedad. Según el último parte del jefe de la Protección Civil, Angelo Borrelli, ya hay 3296 enfermos, un incremento de 590 personas respecto de anteayer, y un total de 148 fallecidos. «Hasta ahora los curados son el 10,7% del total de aquellos que se han contagiado y los muertos el 3,8%», indicó Borrelli.
La mayoría de los casos son en el norte, con Lombardía -la región más rica de Italia- en la cima del ranking, con 2251 casos, seguida por Emilia Romagna (698) y el Véneto (407).
El gobierno italiano decidió crear un fondo especial de 7500 millones de euros para hacer frente a la epidemia que está afectando gravemente a la economía, ya en crisis.
Así como Italia tomó medidas drásticas para frenar la difusión del Covid-19, el Vaticano también se apresta a hacer lo mismo. Y es probable que suspenda la audiencia general del miércoles próximo del Papa o incluso el tradicional ángelus dominical.
«Con respecto a las actividades del Santo Padre, de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano de los próximos días, están bajo estudio medidas tendientes a evitar la difusión del Covid-19, a implementar en coordinación con las adoptadas por las autoridades italianas», dijo ayer Matteo Bruni, director de la Sala de Prensa.
La declaración pareció sugerir que es muy posible que el Vaticano suspenda en los próximos días y semanas tanto el ángelus como la audiencia general, cumpliendo así un decreto anticoronavirus aprobado ayer por el gobierno de Giuseppe Conte, que prohibió eventos y reuniones en los que no pueda haber al menos un metro de distancia entre la gente y decretó el cierre de escuelas y universidades de toda la península hasta el 15 de marzo.
En virtud de esto, las restricciones del Vaticano también podrían determinar que los fieles visiten la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos en grupos reducidos.
Debido a un resfrío, el Papa por primera vez en su pontificado no fue al tradicional retiro de Cuaresma junto a la Curia Romana en Ariccia, en las afueras de Roma. Lo anunció él mismo durante el ángelus, el domingo pasado, cuando reapareció en público después de haber suspendido algunas actividades durante tres días, a raíz de una «leve indisposición». Cuando se asomó de la ventana del tercer piso del Palacio Apostólico, el domingo pasado, no ocultó resfrío y golpes de tos, y anunció que seguiría los ejercicios espirituales desde la residencia de Santa Marta, donde vive.
También ajustándose a las medidas tomadas por el gobierno italiano, el Vicariato de Roma a partir de ayer suspendió hasta el 15 de marzo «las actividades no sacramentales dirigidas a grupos de fieles», es decir, catequismo, cursos de preparación al matrimonio y de acompañamiento a las parejas, retiros, ejercicios espirituales, peregrinajes y demás actividades pastorales grupales.
Hicieron lo mismo varios teatros, como el de la Ópera de Roma e incluso la Casa Argentina, la oficina cultural de la embajada argentina ante Italia, que hizo saber que «en cumplimiento de las medidas adoptadas por la presidencia del Consejo de Ministros de la República Italiana, la embajada argentina ha decidido suspender todas los eventos que iban a tener lugar en la Casa Argentina hasta el 3 de abril».
En un clima cada vez más alarmante, el gobierno italiano también canceló hasta nuevo aviso el referéndum del 29 de marzo sobre un drástico recorte de parlamentarios, según el cual los diputados de 630 pasarán a ser 400 y los senadores de 315 bajarán a 200.
Debido al cierre de escuelas y universidades, Conte se prepara a adoptar medidas para permitir a los padres ausentarse del trabajo, a través de vouchers para baby-sitters .
En un clima de creciente psicosis, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, apareció por la noche en un videomensaje en el que llamó a los italianos a no caer en alarmismos, a confiar en la «excelencia» del servicio sanitario nacional y a ser responsables y respetar las reglas impuestas para evitar que se difunda aún más el contagio, para superar «concretamente» la emergencia. Aunque el fin fue intentar tranquilizar a la población, el mensaje de Mattarella causó más alarma. Y dio la sensación de estar en un país en guerra.