El río Paraná alcanzó el nivel más bajo de la última década en el puerto de esta capital al registrarse ayer 1,78 metros, muy lejos del nivel de alerta fijado para esa estación fluvial: 5,3 m.
El Centro de Informaciones Meteorológicas de la Universidad del Litoral (UNL) tiene como registro más bajo, desde 2000 a la fecha, una marca de 2009, cuando en el puerto de Santa Fe alcanzó 1,53 m. Luego, como segunda marca histórica se ubica una de 2001, cuando en la estación fluvial de la capital provincial se midió 1,60 m.
Las autoridades de Prefectura solicitaron precaución al navegar, especialmente por riachos interiores. En algunas costas del río Paraná se empiezan a ver grandes bancos de arena por la baja del caudal.
Desde el viernes pasado, personal de Prefectura Naval empezó a medir los niveles por debajo de los dos metros. La segunda medición más baja de este año fue el 9 de septiembre pasado con 1,97 metros.
La baja de los caudales de los afluentes del Paraná complican a poblaciones costeras, que ante el bajo volumen de agua, en este caso en el río San Javier, quedaron encalladas varias embarcaciones en la costa de la localidad de Santa Rosa del Calchines, 45 kilómetros al nordeste de esta capital.
Marcas históricas
Luis Dopazo, responsable de Hidrometeorología del Instituto Nacional del Agua (INA) en la región litoral, reconoció: «Hay registros menores. El histórico es el 30 de septiembre de 1944, con 93 centímetros. Se trata del siglo pasado, cuando la composición de la cuenca del río Paraná era totalmente distinta a lo que es ahora, porque estaba prácticamente virgen sin la intervención del ser humano. No era como ahora, con represas, cultivos, selvas deforestadas. Así que no podemos comparar con ese momento, pero es la mínima histórica en nuestro puerto», explicó.
En la última década, otros puntos bajos fueron en 2018 con 1,86 m; 2012, con 1,99 m; 2013, con 2 m; y 2010, 2014, 2015, 2016 y 2017, con mínimas que no superaron los 2,67 m.
El año hidrológico del río Paraná consiste en el comienzo de las crecidas a partir de septiembre y alcanza su pico en marzo o abril y desciende hasta agosto que vuelve a aumentar la cuenca. «A veces se corre unos meses los mínimos, como en octubre o en noviembre y los máximos en algunos años han sido en mayo o junio. El río es algo vivo y no matemático», agregó Dopazo.
Al ser consultado si la baja puede afectar a la biodiversidad, respondió: «No, la naturaleza es sabia. Los peces van buscando los cauces más profundos por instinto, saben cuándo el río crece o decrece. Aunque algunos pueden quedar atrapados y se van a ver afectados».
También hay preocupación en Rosario, donde el Paraná bajó 40 centímetros en tres días. Según el INA, registró ayer una altura de 1,51 m. El sábado pasado la marca era de 1,93 m. No obstante, se espera que a mediados de mes se normalice el caudal de agua.