El retiro de Murray, una leyenda escocesa que unió a los británicos por su tenis

A lo largo de la historia del tenis se suele hablar de dos grandes momentos dorados. La década del 60, dominada por los jugadores australianos, y la fusión de los 70 y 80 con apellidos ilustres como Connors, Borg, Vilas o Mc Enroe. Pero la actual era está marcada por cuatro figuras monstruosas que arrasaron en el circuito. El “Big Four” ya no volverá a verse nunca más luego del anuncio de retiro de Andy Murray.

Roger Federer, Novak Djokovic y Rafael Nadal completaron un poker descomunal que ahora pierde una pieza esencial. El escocés dijo basta tras un año lleno de intentos para volver. En realidad, y tal como él mismo lo explicó, fueron 20 meses de torturas en la cadera que incluyó una operación y varias luchas por reinsertarse en un circuito que no da margen para ventajas, y mucho menos, físicas.

Murray nació en Glasgow, Escocia, el 15 de mayo de 1987. Desde pequeño apareció como un tenista a considerar en el futuro, y cuando ganó el título junior del US Open en 2004, su cara quedó expuesta al mundo de las raquetas. Los británicos volvieron a tener una esperanza.

Los fanáticos locales esperaban que un tenista nacido en las islas levantara el mítico trofeo en el All England desde 1936, cuando lo hizo el inglés Fred Perry. Durante 77 años, se acumularon frustraciones, pero, paradójicamente, un escocés cortó el ocaso de campeones extranjeros.

No es un dato menor. Fueron muchas las veces que se bromeó con que cuando ganaba Murray era británico, pero cuando perdía era escocés. Para muchos ingleses, la procedencia del último miembro en componer el Big Four era un tema de debate. Más aún cuando el exnúmero 1 del mundo se pronunció públicamente a favor de la independencia de su país del Reino Unido.

Eso no le impidió al año siguiente jugar y ganar la Copa Davis con el equipo británico, que en 2015 paró una sequía llamativa: como en Wimbledon, la última vez que la nación levantó la Ensaladera fue en 1936. Tampoco evitó que miles de fanáticos celebren junto al ídolo la histórica tarde del 7 de julio de 2013, cuando en el Centre Court de la Catedral se coronó en su tierra.

Ámbito.com fue testigo de esa edición imborrable: favoritos que se retiraban por lesiones o con derrotas inesperadas; Juan Martín Del Potro llegando a semis y disputando un duelo colosal ante el serbio Novak Djokovic; y miles de fanáticos abarrotando la Colina Henman, lindante al estadio principal, para ver la final en pantalla gigante.

<p>La otrora Colina Henman, hoy llamada Murray, minutos antes que el escocés se corone en Wimbledon 2013, edición en la estuvo presente ámbito.com.</p>

La otrora Colina Henman, hoy llamada Murray, minutos antes que el escocés se corone en Wimbledon 2013, edición en la estuvo presente ámbito.com.

Murray se llevó el partido consagratorio en el que “Nole” sufrió los efectos del choque ante el tandilense. A la noche de ese mismo domingo, las calles y comercios londinenses se transformaron en el escenario perfecto para homenajear el logro de la otrora promesa de Glasgow. Su salida al balcón principal del All England Club provocó una marea humana. El lunes siguiente, The Times, uno de los diarios más prestigiosos de Inglaterra, tituló “El chico de la historia”, con una tapa doble gracias a una foto de Andy y cientos de fanáticos.

Su presencia en el cuarteto mayor de la era más competitiva de la historia del tenis está más que justificada. Aunque fue el último (Federer y Nadal la iniciaron en 2005, Djokovic irrumpió en 2007 y el británico se metió entre 2009 y 2010), sus logros hablan por sí mismos. Ganó tres Grand Slams, el US Open 2012 y Wimbledon en 2013 y 2016, además de otras ocho finales en los cuatro certámenes principales. Totalizó 45 victorias ATP, la Copa Davis y dos oros olímpicos, en Londres 2012 y Río 2016, una conquista inédita en singles.

La temporada 2016 marcó un quiebre en su carrera. En principio, por las tres definiciones grandes y la medalla de los Juegos, pero también por un sprint final (Beijing, Shanghai, Viena, París y el Masters de Londres) que le permitieron arrebatarle el número 1 del mundo a un Djokovic que parecía imposible de quebrar.