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El mundo, al límite: hay un millón de especies en peligro

La polución por plásticos se multiplicó por diez desde 1980 Crédito: Gentileza Ipbes
Un panorama horrible, pero aún en condiciones de ser revertido. Esa es la mezcla de información y sensaciones en las que se deja resumir el informe que dio a conocer hoy el Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (Ipbes) tras una semana de negociaciones y discusiones palabra por palabra en París.

Dentro del panorama problemático y complicado para la misma subsistencia humana está el hecho central de que hay un millón de especies en riesgo de extinción y que es un número que se acelera. Es decir, cada vez hay más animales y vegetales en esa categoría. Pero las conclusiones, extraídas de miles de informes científicos (unos 15000, compilados por 145 científicos de cincuenta países), también incluyen que el 75% de los ecosistemas terrestres y el 66% de los marinos fueron alterados por acciones humanas (algo menos en comunidades indígenas); la degradación de tierras redujo la productividad del 23% de la tierra; las áreas urbanas se duplicaron desde 1992, y la polución por plásticos se multiplicó por diez desde 1980, entre otros demasiado numerosos puntos.

Lo que busca remarcar el Ipbes es que no se trata de la naturaleza como una abstracción, o algo que está allí donde terminan las ciudades. También la vida humana, sus posibilidades culturales y civilizatorios, se ven afectadas. «Estamos erosionando la propias bases de nuestras economías, estilos de vida, la seguridad alimentaria, la salud y la calidad de vida en todo el mundo. La salud de los ecosistemas en los que nuestra especie y todas las demás depende se está deteriorando más rápido que nunca», dijo Robert Watson, presidente (chair) del Ipbes. El achicamiento, deterioro o extinción incluye también a variedades de plantas y animales domesticadas, lo que tiene asimismo consecuencias para las economías.

El Ipbes es para la biodiversidad lo que el IPCC es para el cambio climático: un organismo de base científica, multilateral y con participación de políticos y diplomáticos. Esta es la primera vez que realiza un informe así sobre el estado de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, con fundamentos en los cambios observados en las últimas cinco décadas y un rango de escenarios posibles para el futuro. Está planteado para los «decisores políticos», tiene un resumen de unas cuarenta páginas y subraya la importancia del conocimiento local y de indígenas para mantener esa naturaleza que ahora parece tan esquiva.

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