El copamiento de La Tablada: a los 20 años y con balas zumbando en el oído

Ocurrió en enero de 1989. La cronista recibió temprano un llamado de su jefe para que fuera “a hablar con los vecinos” y ver qué había pasado. Nunca imaginó lo que se encontraría en el lugar.

En enero de 1989, tenía 20 años y aún vivía con mis viejos en el barrio de Montserrat. Me iría poco después, en plena hiperinflación, a tratar de vivir sola con un sueldo de 20 dólares… Pero eso es otra historia.

Desde mediados de 1987 trabajaba en la revista Somos, de Editorial Atlántida. Allí, por raro que parezca, el rango de «uquita» (becaria de la UCA) no había sido ningún escollo para que me mandaran a donde había que ir, cuando había que ir. Y la mañana del 23 de enero de 1989 se cumplió esa sana regla impuesta por el gallego Raúl Garcia, por entonces director de Somos.

Ese día el teléfono de la casa de mis padres sonó minutos antes de las 8 y lo atendió mi vieja. Era Raúl. «Niñita (siempre me decía así) hubo un tiroteo y quiero que vaya a ver qué pasó, hable con los vecinos», fue la instrucción con la que salí de misión. Atlántida quedaba a unas 10 cuadras de mi casa así que llegué rápido.

En ese momento -mientras en el Tercer Regimiento de Infantería Mecanizada General Belgrano ( Tablada)- comenzaba un sangriento enfrentamiento que duraría casi 30 horas y terminaría con 43 muertos– yo tenía problemas más burocráticos: sin ninguna credencial que acreditara mi estatus de cronista me senté en mi maquina Olivetti a escribir una notita que decía que era periodista, con firma falsificada al pie.

Los enfrentamientos entre el MTP y el Ejercito duraron unas 30 horas. Foto: Eduardo Longoni.

Los enfrentamientos entre el MTP y el Ejercito duraron unas 30 horas. Foto: Eduardo Longoni.

Lo voy a aclarar todo junto y de entrada. En 1989 no sé si alguien tenía computadoras. En las redacciones no había. Tampoco existían los teléfonos celulares ni los canales de noticias 24 horas. Escribíamos en papel pautado (con las líneas marcadas). Si te equivocabas, tachabas. Y si tachabas mucho hacías un bollo y volvías a poner el papel en blanco en el carrete para empezar de nuevo. En cuanto a las comunicaciones: teléfono fijo y gracias.

Sólo algunos diarios en su flota de autos y los móviles de radio tenían un sistema de radio con pulsador que permitía comunicarse con una mesa central. Para el resto, señales de humo.

Todo esto para dejar claro que, al momento de partir de la revista al Regimiento de la Tablada, ni el remisero, ni el fotógrafo ni yo teníamos demasiada idea de lo que nos esperaba: un crudo y sangriento enfrentamiento entre un puñado de militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) que habían copado la base militar, y militares y policías de todos los rangos, tanques incluidos.

De chomba negra, jean y un par de las alpargatas de yute que me gustaba usar a esa edad, partí sin miedo «a hablar con los vecinos». Me sentía una periodista curtida: menos de dos meses antes había pasado 48 horas dentro de Campo de Mayo durante un alzamiento carapintada. Pensé que la tenía clara. Error.

Sigan, pero bajen la cabeza

Llegamos a La Matanza (creo) sobre las 9:30 de la mañana y encaramos con el remis por Camino de Cintura. La idea era llegar al cruce con la Avenida Crovara porque ahí cerquita estaba la entrada principal del regimiento. Entonces tuvimos la primera señal de que nada era como pensábamos.

Un retén policial nos detuvo sobre Camino de Cintura, unos mil metros antes de llegar a destino. No nos querían dejar pasar. Explicamos, explicamos y creo que hasta mostré la nota mecanografiada que llevaba en mi morral. «Bueno, pasen, pero bajen la cabeza que están tirando», nos advirtió el policía.

«¡¡¿¿¿Tiraaaaannndooooo??!!, de qué habla este cana», pensé mientras el remis avanzaba por Camino de Cintura. Todo quedó claro casi inmediatamente: caos, tiros, policías corriendo de acá para allá. Recuerdo ver por la ventanilla del remís, a mi derecha, el regimiento y el edificio de la guardia donde definitivamente había pasado algo.

A esa hora varios enfrentamientos se sucedían dentro de Tablada entre el Ejército y los militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP). Algunos vecinos decían que muy temprano alguien había tirado por ahí panfletos carapintadas, pero yo no logré ver ni uno. Sólo confirmé su existencia más tarde cuando quedó claro que había sido una estrategia del MTP para tratar de facilitar el copamiento.

A las 10 de la mañana ya hacía un calor infernal, no sabía qué pasaba, no sabía qué hacer y menos aún se me ocurría qué anotar en la libretita que llevaba en la mano. Hice lo que se me ocurrió: escribí hora por hora lo que iba viendo, sintiéndome lo más inútil del planeta. No había a quién pedirle más instrucciones.

No tengo recuerdos perfectamente claros de las ocho horas que siguieron hasta que me dijeron que me volviera a la redacción. Pero uno de los pocos que sí tengo es de un hombre pelado con el que me topé casi ni bien llegué a Tablada y que reconocí porque en el levantamiento militar de diciembre de 1988 había estado con nuestro grupo de periodistas durante dos dias de vigilia en Campo de Mayo.

Era un servicio. Lo supe aún antes de familiarizarme con la palabra. El tipo me saludó y me dijo «ya van a entrar». Creo que estábamos parados a unos metros de Crovara y Camino de Cintura – no podría jurarlo- cuando un tanque arremetió por la entrada principal del regimiento.

Uno de los momentos mas violentos del primer dia. La violencia iría escalando. / Archivo Clarín

Uno de los momentos mas violentos del primer dia. La violencia iría escalando. / Archivo Clarín

A partir de eso, los recuerdos son flashbacks:

Recuerdo a los vecinos del regimiento dejándonos pasar al baño en sus casas, usar sus teléfonos para comunicarnos con nuestros jefes y nuestras familias.

Recuerdo que sacaron las mangueras a la calle para que pudiéramos refrescarnos, mojarnos la cabeza. Algunos estábamos entre el pánico y la insolación.

Recuerdo los gritos de «francotirador, francotirador», de todos lados, desde 10 terrazas a la vez.

Recuerdo el zumbido de una bala en mi oído izquierdo. Nunca más me pasó algo similar en la vida, gracias a dios.

Recuerdo a un compañero arrastrándome por el piso hacia adentro de una casa, rescatándome de la vereda donde cualquiera que tuviera un arma la disparaba.

Recuerdo que luego de que entró el tanque y, ya con el apoyo de mi compañero de Somos Julio César Petrarca, avanzamos unos metros hacia adentro del regimiento. Nos echaron a los gritos unos militares cuando estábamos al altura de la guardia. Nos indignamos, creo. Todavía faltaban unas 24 horas para que se diera por terminado el copamiento.

Recuerdo haberme parapetado en el murallón petiso de Tablada teniendo a cada lado un hombre disparando.

Recuerdo que no sabían a qué le disparaban. No estaban seguros de a quién le disparaban.

Aturdidos y aterrados, los cadetes atropellaron todo a  su paso al ser liberados. Archivo Revista Gente.

Aturdidos y aterrados, los cadetes atropellaron todo a su paso al ser liberados. Archivo Revista Gente.

Recuerdo estar parada sobre una transversal a Crovara cuando decenas de colimbas en camiseta y calzoncillos lograron salir corriendo del regimiento y, aterrados, aplastaron a todo lo que se les cruzó en el camino. Yo incluida.

Recuerdo un tanque apuntando a las ventanas de un edificio del regimiento, metiendo un bombazo en cada una de ellas.

Recuerdo haber pensado «pordiosquehagoacamevanamatarynosequéhacer».

Llorando en el baño

No estoy segura a qué hora terminé de trabajar ese 23 de enero de 1989 ni cuál fue exactamente mi aporte periodístico…, si es que lo hubo.

Horas después debí volver al regimiento para hacer una recorrida, como una visita guiada por el desastre. El olor a pólvora y a carne quemada impregnaba todo.

Durante estos 30 años estuve convencida de que la primera versión sobre el MTP y su plan de copamiento la había leído en un ejemplar de la revista uruguaya Brecha que llegó a la redacción de Somos.

Pero para escribir esta nota lo consulté con los que saben y Felipe Celesia- autor junto a Pablo Waisberg de La Tablada, Vencer o morir- me mandó el facsímil del ejemplar del 1° de febrero de 1989 del diario La República, de Montevideo y tiene razón, lo que leí fue eso.

Días después del copamiento el diario La República, de Montevideo, publicó un comunicado del Frente de Resistencia Popular (nueva denominación del MTP).

Días después del copamiento el diario La República, de Montevideo, publicó un comunicado del Frente de Resistencia Popular (nueva denominación del MTP).

«Decidimos atacar el 23 de enero porque ese día La Tablada se alzaría y sublevaría a unidades en todo el país planeando asesinar a decenas de activistas y políticos: lo que decimos es la pura verdad y el tiempo nos dará la razón«, decía el comunicado de los sobrevivientes.

El plan, en realidad, era copar el regimiento y generar una revolución popular. Marchar a la Plaza de Mayo y reclamar el poder.

Yo tenía 20 años.

En esa época la redacción de Somos quedaba en el ultimo piso del hermoso edificio de Atlántida, en Azopardo y México. Para ir al baño había que bajar una fina escalera y recorrer un largo pasillo.

Recuerdo que después de leer el comunicado los ojos se me llenaron de lágrimas. Entonces me paré de mi escritorio y a paso rápido y tambaleante bajé la escalera y me metí en el baño de mujeres. Entonces hice algo que odio (aunque por otras razones): lloré en el baño de una redacción.

PS