El primer tiroteo ocurrió el sábado en El Paso cuando un joven ingresó a una tienda de Walmart y asesinó a 20 personas. El segundo tuvo en la madrugada de este domingo al oeste del centro de Dayton donde otro tirador ultimó al menos a 9 personas, entre ellas a su hermana.
Según Greg Allen, jefe de la policía de El Paso, en la frontera con México, el tiroteo se investiga como «un posible crimen de odio», pues un manifiesto atribuido al sospechoso que circula en internet denuncia una «invasión hispana de Texas» y explica los motivos del ataque.
El precandidato demócrata y excongresista Beto O’Rourke, nacido en El Paso, acusó al presidente Donald Trump de incitar al odio cambiando «el carácter de este país» y llevándolo «a la violencia».
Pocas horas después de este ataque, a las 01H00 del domingo, hora local de Dayton, en el estado de Ohio (este), un hombre mató a nueve personas y dejó 27 heridas antes de ser abatido por la policía, en un barrio de bares, restaurantes y clubes nocturnos de esa ciudad.
«El autor está muerto por heridas de bala producidas por la respuesta policial», declaró el teniente coronel de la policía local, Matt Carper.
La autoridades investigan por qué el sospechoso abrió fuego en la calle «con un arma de cañón largo y con muchas municiones», añadió. «Afortunadamente contábamos con muchos agentes en las inmediaciones cuando comenzó el incidente así que la violencia duró poco tiempo».
Los agentes «neutralizaron al tirador en menos de un minuto», según la alcaldesa de Dayton, Nan Whaley. Sin embargo, un minuto tardó Connor Betts, el atacante, en ultimar a nueve personas, entre ellas a su hermana.
El tirador llevaba un chaleco con balas y «un rifle de asalto tipo AK» con «revistas de alta capacidad», cuando abrió fuego en el distrito de Oregón.
Anthony Reynolds, que salía de un club nocturno con un primo en ese momento, describió la escena de terror.
«Cuando vimos que los cuerpos empezaban a caer, nos dimos cuenta de que era grave (…) le gritamos a la gente ‘corran, hay un tirador’ porque muchos estaban conmocionado y no sabía que hacer», dijo a MSNBC.
El presidente Donald Trump escribió en Twitter que el primer tiroteo «fue un acto de cobardía» y que «no hay razones o excusas que justifiquen matar a personas inocentes».
El Paso, ciudad donde ocurrió el primer tiroteo del fin de semana, cuenta con 680.000 habitantes, el 83% de los cuales hispanos, según datos de 2018, y durante el último lustro registró un promedio de 18 homicidios al año, una tasa de homicidios baja en comparación con otras ciudades de tamaño similar.
La ciudad es vecina de la mexicana Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, y sus habitantes mantienen una intensa dinámica social y comercial, con ciudadanos de ambos lados yendo y viniendo para trabajar, estudiar o hacer compras.
Después de la tragedia de El Paso, como suele suceder tras todas las masacres, numerosas voces se han alzado para reclamar una regulación más estricta del mercado de las armas.
«Ya es hora de actuar y poner fin a esta epidemia de violencia relacionada con las armas», tuiteó Joe Biden, uno de los favoritos para convertirse en candidato demócrata a la Casa Blanca.
Estados Unidos, donde el porte de armas es legal, sufre regularmente tiroteos en escuelas, así como en lugares de culto, trabajo y entretenimiento.
El martes, dos personas murieron y un policía resultó herido en otra tienda Walmart en Misisipi, mientras que el domingo pasado un hombre mató a tres personas, incluido un niño de seis años, en un festival gastronómico en Gilroy, California, al sur de San Francisco.