Coronavirus. Cenas virtuales, clases de yoga y llamadas a diario: cómo ayudar a los mayores que viven solos

¿Ycómo hacen los que están solos? La pregunta resume el dilema de muchas personas durante la cuarentena nacional para intentar minimizar los efectos del coronavirus . Y no es para menos. Sobre todo, entre los adultos mayores, ya que en el país hay 1.200.000 mayores de 65 años que viven solos en sus propias casas. Además, hay unas 180.000 personas que viven en geriátricos.

Para ellos, las medidas de aislamiento social ordenadas por el gobierno nacional se pueden volver casi un confinamiento. ¿Cómo evitar que se sientan abandonados o desolados?

Existen distintas propuestas en páginas webs y espacios comunitarios para que los que están solos la pasen un poco mejor. Desde voluntariados telefónicos hasta programas de encuentro virtual. La página Encontrarse.com es un sitio web pago que suele organizar salidas y paseos para personas de más de 50 años. Como ahora no se puede salir, la propuesta cambió. Por ejemplo, organizan cenas virtuales. Todos cenan frente a la computadora o a un celular y comparten la charla con otros. También organizaron clases virtuales de relajación y meditación: yoga a través de una cámara. En una de las primeras clases, por ejemplo, participaron más de 50 personas desde sus casas.

Más de un millón de adultos mayores viven solos en lla Argentina. Estar comunicados con ellos a diario es un modo efectivo de mitigar la angustia que pueden sentir en estos días tan particulares
Más de un millón de adultos mayores viven solos en lla Argentina. Estar comunicados con ellos a diario es un modo efectivo de mitigar la angustia que pueden sentir en estos días tan particulares Fuente: Archivo

También armaron una red de voluntarios de escucha. Como saben que hay muchas personas que se angustian al estar solas, los voluntarios se ponen a disposición para conversar. No hay una guía temática: se charla de lo que sea con quien los llame.

«Ayer atendí a tres personas. Una de ellas, una señora muy angustiada por el coronavirus. Conversamos, traté de hacerla pensar en positivo, cambiar la onda. Nos pusimos a pensar qué cosas vamos a hacer cuando termine la cuarentena, como paseos y viajes. Me dijo que quería conocer Brasil. Hablamos de películas y creo que su angustia bajó. Otros dos me llamaron porque tenían necesidad de conversar con otros. Y fue positivo también», cuenta Pablo Gez, que tiene 58 años, vive solo y se anotó como voluntario telefónico en la página.

Conversamos, traté de hacerla pensar en positivo, cambiar la onda. Nos pusimos a pensar qué cosas vamos a hacer cuando termine la cuarentena

Voluntario telefónico

También se inscribió para hacer pequeños mandados a personas que no pueden salir durante la cuarentena. «Tengo una vecina que tiene 83 años. Ella quiere salir pero no le conviene. No debe. Ahora me espera en la ventana y me dice qué necesita y yo se lo voy a comprar. Entre todos nos ayudamos», cuenta Gez, que es vendedor de obras de arte.

Oídos en el teléfono

Los funcionarios y legisladores son, antes que nada, servidores públicos. Así lo entendió Claudia Neira, diputada del Frente de Todos en la legislatura porteña. Abrió una línea telefónica para atender llamados de adultos mayores. No es un centro de informes, simplemente ella y varios de sus colaboradores se disponen para atender el teléfono para conversar de lo que quieran las personas que los llamen.

La línea funciona de lunes a viernes, de 15 a 17. Y el número es 011 30918729. La lógica es la misma que reflejaba Gez: quienes los llaman sólo necesitan hablar. De sus hijos, de sus nietos o que alguien les pregunte cómo están, o qué hicieron en el día, y si necesitan algo. Para sentirse menos solos.

Una pantalla como compañero en la comida: los encuentros virtuales, una salida posible para quienes están solos
Una pantalla como compañero en la comida: los encuentros virtuales, una salida posible para quienes están solos

«Te encontrás con gente que tiene dudas. Y los remitimos a números oficiales. Les explicamos que lo único que podemos hacer es hablar», cuenta la diputada Neira. «Nos cuentan sus preocupaciones, cómo hacer para abastecerse de comida. Les decimos que no den sus datos, ni a nosotros, porque hay muchas avivadas. Nos cuentan anécdotas, historias. También alguno nos pidió que le consiguiéramos una novia, nos reímos un poco y así se ahuyenta la soledad», cuenta la diputada.

La idea de la línea de contención surgió cuando se recomendó la cuarentena para los mayores de 60, antes del decreto presidencial publicado el jueves. Ya durante la semana llegaron muchos llamados, incluso fuera del horario estipulado. Si bien algunos tenían que ver con consultas puntuales o trámites, la mayoría eran personas que se sentían solas y querían conversar con alguien. Que les preguntaran si comieron, si se organizaron una rutina, si hicieron algún ejercicio físico o si estaban angustiados por la situación.

A los mayores les gusta hacer fila en los bancos para socializar. Esa costumbre, ahora, necesita encontrar alternativas. Las comunicaciones teléfonicas y virtuales son algunas de ellas.
A los mayores les gusta hacer fila en los bancos para socializar. Esa costumbre, ahora, necesita encontrar alternativas. Las comunicaciones teléfonicas y virtuales son algunas de ellas. Fuente: LA NACION – Crédito: Facundo Perchevsky/ARCHIVO

También los llama gente para ofrecerse como voluntarios. «No podemos sumarlos, pero en cambio le sugerimos que piensen si entre sus contactos y familia no tienen alguien que esté solo. Y que se comprometan a llamarlos todos los días unos minutos. Realmente, les cambiar el día», dice la legisladora.

Adriana Franco tiene 59 años y es docente jubilada. Tiene su propio sello editorial y trabaja haciendo promociones en escuelas. «Es decir, tengo cero trabajo», dice. Como vive sola, las herramientas virtuales son su salida al encierro. El miércoles se sumó a la cena virtual de Encontrarse. «Me descargué un aplicativo y cociné unos fideos con daditos de tomate y rúcula. Me senté frente a la pantalla. Era la primera vez que hacía algo así. Pero funcionó muy bien. ‘Bienvenida, Adriana’, me dijeron, apenas entré. Fue como entrar a encuentro de amigos. Después, conversamos entre todos de lo que estaba pasando. Me sentí acompañada», dice.

La experiencia le dio varias ideas. Por ejemplo, les propuso a sus amigas hacer una merienda virtual. Después, a sus autores les propuso encuentros de trabajo a distancia. «Hace unos días, me tomé el trabajo de enseñarle a mi tía, que es una señora mayor, a usar las videollamadas. Costó, pero finalmente aprendió. Y ahora, todos los días hablamos. Y también empezó a hablar con una amiga», cuenta Adriana.