Que se rompa un cable submarino de internet es algo bastante impredecible. Algunos pueden estar años sin padecer ningún tipo de daño. Otros, sin embargo, acaban sufriendo varios cortes en pocos meses.
Del enjambre de cerca de 300 cables de las profundidades acuáticas que nos conectan a la red atravesando océanos y mares de todo el mundo -algunos sumergidos a más de 8500 metros bajo el mar- no todos están expuestos a las fracturas en la misma medida.
«Nuestro cable TGN-Atlantic, que conecta Reino Unido con Estados Unidos -tiene 13.000 km de longitud, el equivalente a 136.000 piscinas olímpicas-, no ha sufrido un solo fallo desde 2013», le dice a BBC Mundo John Hayduk, jefe de operaciones de Tata Communications, la red de cables submarinos más grande del mundo, que proporciona el 25% de las rutas de internet del planeta.
«Es una increíble hazaña de ingeniería gestionar la conectividad de esos cables día tras día y encontrar ubicaciones adecuadas para ellos», cuenta el especialista. Pero puede haber complicaciones.
«En el fondo oceánico hay altas montañas, profundos valles, áreas fangosas y terrenos escarpados», asegura Kersti Klami, directora de comunicación de la empresa de telecomunicaciones.»Es importante encontrar emplazamientos para cables submarinos que sean lo más llanos posibles».
«Hay que evitar barreras de coral y lechos de peces. En zonas de pesca y navegación, el cable se entierra bajo el fondo del mar para esquivar posibles daños con anclas», añade Klami. «Aún así, a veces, las cosas salen mal y los cables se dañan. Es entonces cuando enviamos un buque especial de reparaciones».
¿Sabías que en Las Toninas están las estaciones de amarre de los cables submarinos que representan las conexiones principales a Internet del país con el resto del planeta?
Y la operación no es sencilla; es un trabajo conjunto entre el hombre y la máquina, a veces a cientos o incluso miles de metros bajo el mar, en el que la precisión y la técnica juegan un papel fundamental.
Anclas y otros enemigos de los cables
«Las actividades navieras, como los equipos de pesca que se quedan enzarzados en los cables o las anclas que se arrastran a través de ellos, son la causa más habitual de los cortes», le cuenta a BBC Mundo John Manock, editor de SubCableWorld, una publicación de Technology Systems Corporations (TSC), empresa de comunicaciones con base en Florida, EE.UU., especializada en tecnología marítima.
Un informe publicado por el Comité Internacional de Protección de Cables (ICPC) en 2015 afirma que entre el 65% y el 75% de los daños en los cables se deben a operaciones marítimas, explica el ingeniero de telecomunicaciones.
«La actividad sísmica también puede causar daños, especialmente en áreas de alta actividad, como el Cinturón de Fuego del Pacífico, pero no llegan al 10% de los fallos».
Manock sostiene que una idea equivocada general es que las roturas se deben a mordiscos de tiburones. «El ICPC dice que no suponen ni el 1% de los daños que hubo entre 1959 y 2006″, asegura.»Las causas habituales incluyen terremotos y anclas cerca de la costa en zonas por las que pasan rutas pesqueras», coincide Hayduk.
Pero, ¿cómo se sabe que el cable está roto?
«Un cambio repentino en el voltaje es una señal de que algo va mal. Se necesita mucha electricidad para encender la señal que gestiona los datos que transportan los cables submarinos y que hacen que internet funcione», explica Hayduk.
«Cuando un cable está roto, entra en contacto con el mar, lo cual se traduce en ese cambio súbito en el voltaje». Y, cuando algo así ocurre, hay que actuar lo antes posible. «Si el cable ha sido completamente cortado, su tráfico de internet se redirige al instante a otro sistema de cableado y muchas veces los usuarios ni siquiera notan que el cable está dañado», dice el especialista.
Mientras tanto, bajo el mar (y sobre el mar), se despliegan las operaciones de reparación.
El hombre y la máquina
«Puede tomar varios días reparar un cable dañado. En primer lugar, hay que identificar el fallo. Después hay que enviar el buque cablero. El mal tiempo a menudo suele hacer que se demore la operación», explica Manock.
Además, Hayduk explica que a su empresa suele tomarle unas dos semanas en total, aunque si la fisura se produjo en el medio del océano a causa de un terremoto podría tomar un par de meses.
La disponibilidad de los buques, el tiempo para obtener permisos, la distancia al lugar, el tiempo para localizar la parte dañada y el clima pueden agregar más tiempo, le dice a BBC Mundo Alan Mauldin, director de investigación en la consultora de telecomunicaciones estadounidense TeleGeography.
«El cable no suele repararse bajo el agua, se coloca sobre el barco para que los técnicos puedan arreglarlo». Y el proceso dependerá del tipo de daño que haya sufrido el material. «Para encontrar la parte dañada se toman medidas en ambos extremos del cable y, una vez llega el buque, la reparación suele tomar menos de un día, aunque no siempre es así», dice el historiador tecnológico Bill Burns.
Todo se gestiona entre robots -o, mejor dicho, ROVs (vehículos operados de manera remota)- «que se usan para manipular los cables en lugares relativamente poco profundos, y sólo para extraerlos, no para arreglarlos bajo el mar», continúa Burns.
«El cuidado y la precisión que se requieren para unir un cable sólo pueden proporcionarlos operadores humanos capacitados a bordo del buque».
«En aguas más profundas los cables están situados en los mismos emplazamientos que hace 160 años. Los ROVs pueden usarse para ubicar la sección dañada. Se desciende un rezón (una pequeña ancla) en una cuerda gruesa y se arrastra hacia el cable hasta que se engancha a éste», dice el especialista.
Para repararlo, hay que cortar la parte dañada y poner una nueva pieza, como si fuera una especie de parche. «Implica que robots y humanos trabajen ‘mano a mano'», asegura Hayduk. «El equipo a bordo del barco agrega la parte nueva y después el robot regresa al fondo marino y la conecta con el otro extremo del cable, el cual entierra bajo el suelo oceánico de nuevo».
Además, Burns dice que el buque no se retira hasta que la reparación se ha completado. «No suele haber problemas y se hacen pruebas hasta que se confirma que quedó arreglado». Es una operación algo compleja, pero a la que las empresas están acostumbradas, por eso son exitosas.
«La industria de los cables submarinos tiene mucha experiencia en arreglar cables. Hay que recordar que el primer telégrafo transatlántico comenzó a funcionar en 1858 y tuvo que ser reparado a las pocas semanas», comenta Manock.
«Por más que el proceso sea difícil, especialmente con malas condiciones climatológicas, la operación suele ir muy bien y se hace de la forma más rápida y eficiente posible».
«Y esto es vital por la naturaleza del tráfico de internet en nuestro mundo moderno, donde un prolongado apagón de internet puede causar problemas económicos e incluso amenazar la seguridad nacional».