Los negocios minoristas enfrentan un duro contexto recesivo marcado por la fuerte caída del consumo, la suba de los costos fijos, las súper tasas que hacen prohibitivo el financiamiento, y una de las presiones tributarias más altas del mundo. Qué margen de maniobra tienen hoy para extender su supervivencia.
Salvo algunas – y raras – excepciones, quien maneja hoy un comercio minorista en un local físico debe contar con muchísimo ingenio, y hacer cotidianamente malabares ya no para obtener beneficios, sino para intentar sobrevivir a los meses más complicados de una Argentina nuevamente recesiva. Profundización de la caída del consumo masivo (por el derrape del salario real), costos fijos que crecen mes a mes, tasas por las nubes que hacen prohibitivo el financiamiento, y una de las presiones tributarias más altas del mundo, configuran un combo casi explosivo para las micro pymes y pymes de todo el país. «Es una cuestión de supervivencia, con las tasas de interés en estos niveles, y con la demanda por el piso, junto con la dificultad de trasladar el alza de costos a los precios, es casi darwinismo puro», describe Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina.
La nueva política monetaria del BCRA – basada en el congelamiento de la base monetaria hasta junio de 2019 – logró por ahora estabilizar el mercado cambiario tras la feroz devaluación de la moneda local entre abril y septiembre, «secando» el mercado de pesos, con tasas de hasta el 74% anual. Pero el efecto colateral de esta estrategia es altísimo: una profunda recesión. En ese contexto, y con derrumbes de dos dígitos en la mayoría de los rubros, las ventas minoristas – a precios constantes – cayeron 9,2% interanual el mes pasado, según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por lo que acumulan en 2018 una baja del 4,3%. Y no solo completaron nueve meses consecutivos en baja, sino que desde que gobierna Cambiemos, estas ventas registran solo 4 meses con cifras positivas en la comparación interanual: diciembre de 2015, y los últimos tres meses de 2017. Es decir, la contracción viene de arrastre, más allá de que se acentuó en los últimos meses. En lo que va de 2018, todos los rubros caen, destacándose las bajas de «Materiales eléctricos y Ferreterías» (-6,6%); «Textil» (-6,1%); y «Juguetería, rodados y librerías» (-6%).
«Hay dos problemas graves, uno es el nivel de actividad que pega en las ventas y el otro es la tasa, es decir cómo financias tu capital de trabajo. En ambas variables es clave cuál es el tiempo que perduren», remarca Matías Bolis Wilson, economista jefe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC). «Si se extienden mucho nos vamos a encontrar con gran cantidad de pymes en grave problemas, y varias van a desaparecer», alerta.
Mirando lo que viene, el consumo privado caería el 6% interanual en el cuarto trimestre de este año, arrojando una contracción de 2% en el promedio de 2018, proyecta Ecolatina. Tampoco mejorarían demasiado las perspectivas en el primer semestre de 2019: «El consumo seguirá complicado; en el mejor de los casos puede haber un rebote técnico de la economía a partir de una buena cosecha en el segundo trimestre, pero quizás recién en la segunda parte de 2019 se esperaría un repunte generalizado, que impacte positivamente en las ventas pymes», prevé Sigaut Gravina.
Ante esta coyuntura, ¿qué pueden hacer los comercios pymes? En principio, el margen de maniobra que tienen es muy reducido si lo comparamos con empresas de mayor porte. Según CAME, la estructura de costos de una pyme argentina es la siguiente: del total de sus ingresos, un 45% lo debe destinar a impuestos nacionales, provinciales y municipales, y tributos al trabajo; un 25% corresponde a financiación, logística y alquileres; mientras que el otro 30% se reparte entre el costo de la mano de obra y la producción. «Se están achicando lo que pueden, pero tampoco tienen una mega estructura para cortar demasiado», afirma Pedro Cascales, secretario de prensa de la CAME. «No queda demasiado margen, si la economía no deja de caer en los próximos meses, y las tasas no aflojan, será muy difícil que aguantemos la agonía», avisa un empresario que forma parte de la CAME. En la misma línea, el analista y autor del libro «Economía Pyme», Damián Di Pace resalta: «Hoy al comerciante no le queda otra que sobrevivir a diciembre, luego se verá, aunque ya de por sí el inicio de año suele ser complicado».
Ahora bien, exceptuando a aquellos que lamentablemente no lograron sortear crisis, la mayoría de los comercios aún da pelea y no se rinde frente a una lucha súper exigente, que se prevé además prolongada en rounds (al menos 7 u 8 meses más). A continuación repasamos algunas de las tácticas que llevan adelante para extender su supervivencia:
• Liquidación de stock. Los comercios que tienen mercadería acumulada buscan desprenderse de parte del stock para poder cubrir deudas con bancos o poder hacerse de efectivo, en un contexto restrictivo del cash. Otros manejan una alta rotación de stock disponible, pero compran lo que se vende para no generar un mayor estoqueo.
• Promociones y descuentos. Intentando mantener algún nivel de actividad, algunos negocios se aferran a promociones, como el 2×1, 3×2, descuentos en la segunda unidad comprada, e incluso cuotas de hasta 6 pagos sin interés. Sin embargo, en la actual coyuntura pareciera que esta estrategia tampoco alcanza, y solo sirve para mover liquidez: de cara al Día de la Madre, y pese a ofrecer descuentos de hasta 50%, entre otros, los comercios de indumentaria registraron entre el jueves y sábado pasados una caída en las ventas del 12,5% (a precios constantes) respecto al mismo lapso de 2017, según la CAME.
• Preferencia por el efectivo. Las altas comisiones de las tarjetas de crédito (2,35% para pagos en una cuota) y el extenso plazo de acreditación (18 días hábiles) alientan a los comerciantes a impulsar descuentos por pagos con dinero en efectivo, dado que necesitan liquidez con suma urgencia para sostener la caja. «Es previsible que estimulen el cash dadas las comisiones de tarjetas más altas de América Latina», indica Di Pace. Desde la CAC sostienen que es «abusivo e injustificable» el plazo de acreditación para ventas con tarjetas: «Al comercio le representa tanto un esfuerzo como un costo de financiamiento por un plazo que termina convirtiéndose en hasta 28 días corridos, lo que comparativamente es hasta 14 veces mayor que el de otros países de la región». Ni hablemos por pagos en más de una cuota: «Para venta en 3 pagos y recibir el mismo dinero que una venta al contado, el comercio debería engrosar el precio de venta en 18%», calculó el especialista en medios de pago, Ariel Setton. En Prisma, por caso, cobran hoy a los comercios una tasa del 89% TNA para ventas de entre 2 y 12 cuotas.
• Revisión de alquileres. En la medida de lo posible, algunos comerciantes se están mudando a locales más chicos de menores costos, o en su defecto, buscan renegociar los contratos, detalla Cascales. De todos modos, es una tarea muy compleja dado que «hoy la renta es baja para el propietario y alta para el inquilino comercial. Por otro lado, en muchos casos la relocalización también tiene un costo porque tenés el riesgo de perder clientes».
• Postergación de pago de impuestos. De acuerdo a fuentes de la CAME «en muchos casos» se están dejando de pagar tributos, con vistas a «adherir a planes de pago de la AFIP, cuyas tasas hoy son más bajas que las de los bancos». AFIP ofrece un interés en torno al 3% mensual, mientras que en los créditos bancarios se ubican entre un 5% y 7% mensual. Según se conoció ayer, hasta fin de año estará vigente el plan de pagos «Puente II» en el cual se podrán incluir deudas vencidas hasta el 30 de septiembre pasado. «Lo que es incoherente en este contexto es la altísima presión tributaria. Si te atrasás dos meses con cargas sociales, la AFIP te judicializa directamente», comenta Lucas Secades, vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Marcas y Franquicias (AAMF). Desde un negocio pyme incluso admitieron a este medio que dado el aumento nominal en la facturación por la suba de precios «no nos queda otra que ‘dibujar’ los números para evitar pagar mayores impuestos». Es decir, buscan mantenerse como monotributistas, y evitar así el salto a la categoría de Responsable Inscripto. «Hoy estamos privilegiando el efectivo», resaltan.
• Extensión de la cadena de pagos. Condicionados por una baja sensible del efectivo, los comerciantes tratan de estirar los plazos de pago de 30 a 45, o a 60 días, e intentan cancelar deudas con cheques diferidos. Respecto a los compromisos financieros con bancos, buscan achicar lo más rápido posible los niveles de deuda para evitar pagar un mayor costo financiero. «Entre los socios de la cámara hay preocupación sobre la cadena de pagos. De todos modos, por ahora la sensación no es que el impacto ha sido tan fuerte como por ahí se podía esperar», afirma Bolis Wilson. En el sistema de franquicias, por su parte, las empresas les están dando algo de aire a sus franquiciados para pagar los productos. «De 30 días pasaron a 60 y hasta 90 días. El costo financiero lo absorbe el franquiciante, caso contrario muchos negocios deberían cerrar», cuenta Secades.
• Empleo. No son pocos los negocios pymes que vienen implementando un plan de suspensiones de sus empleados de uno o dos días a la semana, mientras que otros optan por una reducción de horas extras, revelan desde las cámaras del sector. Lamentablemente el actual contexto sienta las bases para que emerja una mayor precarización laboral: «Muchos empleados pasan a ser independientes y trabajan como contratados por la empresa», asevera el secretario de prensa de la CAME. Otra alternativa es el teletrabajo durante algunos días a la semana, con el fin de bajar gastos de movilidad. En el franchising directamente «los franquiciados están sustituyendo empleados por familiares, desde la pareja, hasta los propios hijos. Antes el dueño de la franquicia iba cada 15 días a los locales; ahora se puso las botas y está todos los días al frente del negocio», describe Secades. Según Ecolatina, la tasa de desempleo volvería a ubicarse en los dos dígitos en el segundo semestre de 2018: alcanzaría 10,7% y 10,5% en el tercer y cuarto trimestre de 2018, lo que implica un alza de 2,4 y 3,3 puntos porcentuales respecto a igual período de 2017.
• Menor rentabilidad. Son cada vez menos los comercios que todavía logran ganar dinero después de pagar impuestos y gastos, debido a la escalada de los costos mayoristas (marcó una disparada del 16% en septiembre según el INDEC), las dificultades para trasladar esas subas a precios (en el año la inflación mayorista fue del 66,1% frente a una minorista de solo el 32,4%) y un crecimiento en los costos financieros. «Es probable que haya otra disparada inflacionaria porque siempre se va a querer recuperar terreno frente a los costos mayoristas», anticipa Di Pace. Un estudio de la CAME detalla que en agosto tan solo el 30% de las pymes industriales tenía rentabilidad (en marzo ese porcentaje alcanzaba al 54%), un 20% estaba en punto de equilibrio y un 50% estaba perdiendo dinero. «La incógnita es cuánto tiempo más podrán sobrellevar esa pérdida, y cuánta reserva tienen, si es que tienen, para hacer frente a este contexto hasta marzo o abril, para cuando esto se empiece a reactivar y/o bajen las tasas de interés», se pregunta Cascales.
• Nuevos canales de venta. Frente al derrape las ventas en locales físicos, el comercio electrónico aparece como una oportunidad cierta, dado su exponencial crecimiento año a año en nuestro país y en el mundo. Una muestra de ello es la cantidad de empresas que participarán a fin de mes del CyberMonday, el evento de ventas online organizado por la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE). Serán unas 500 compañías, 18% más respecto a 2017, registrándose un récord de empresas que se suman por primera vez a la iniciativa, muchas de las cuales son del interior. Sin dudas el e-commerce es un nicho con un enorme potencial, ya que apenas representa sólo el 1,3% del PBI argentino (creció 52% en facturación durante 2017).