Por ANNE BARNARD y DAVID D. KIRKPATRICK 5 de junio de 2017
BEIRUT, Líbano — Egipto, Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Yemen rompieron sus relaciones diplomáticas con Catar en un esfuerzo renovado por aislar a la nación y en una muestra de atrevimiento en la región.
Las naciones árabes no solo suspendieron las relaciones, como lo han hecho en el pasado, sino que también cortaron el contacto por tierra, aire y mar desde y hacia Catar, además de que ordenaron a sus ciudadanos a abandonar ese país.
El rompimiento de las conexiones por parte de Bahréin, Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Yemen representa una crisis para el gobierno catarí. Sus diplomáticos recibieron un aviso para abandonar Bahréin dentro de 48 horas y los ciudadanos tienen dos semanas para hacerlo en Bahréin, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Catar, un país monárquico relativamente pequeño en el golfo Pérsico, comparte frontera terrestre con Arabia Saudita, de la que importa hasta 40 por ciento de su comida. El lunes había reportes de que los cataríes estaban vaciando los estantes de tiendas y supermercados por temor.
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El tráfico aéreo fue interrumpido: EAU suspendió el servicio de sus líneas Etihad, Emirates y FlyDubai mientras que los sauditas prohibieron que Qatar Airways pase por su espacio aéreo.
Arabia Saudita dijo que con su decisión busca “proteger su seguridad nacional de los peligros del terrorismo y el extremismo”, a lo que la cancillería catarí reviró que las acciones “no están fundamentadas en los hechos” y son “injustificadas”.
Los otros países árabes que rompieron relaciones –todos de mayoría sunita, excepto Bahréin– han tenido conflictos con Catar por su respaldo a la Hermandad Musulmana en Egipto y en la región, incluido en la cobertura del canal televisivo panárabe Al Jazeera, financiado por Catar. Los rivales de este país también lo acusan de consentir la recaudación de fondos para grupos militantes islamistas que pelean en la guerra civil siria, aunque otras de las monarquías sunitas en la región han permitido lo mismo.
Una tercera acusación que pesa contra Catar es que conspira con Irán, rival regional para las naciones árabes que tomaron acción. Esta afirmación es notable porque Catar participa de manera activa en dos guerras del lado opuesto a Irán: la lucha contra los hutíes en Yemen y en el respaldo de los rebeldes sirios que luchan contra el presidente Bashar al Asad, apoyado por Teherán.
No queda claro qué evento precipitó que se retomara la campaña contra Catar en la región, aunque las acciones se dan poco después de una visita de Estado a Arabia Saudita por parte de Trump, quien dijo que apoya a los sauditas en sus disputas contra Irán y grupos islamistas como la Hermandad Musulmana.
Catar es el país más rico del mundo respecto al PIB per cápita y ha usado esa riqueza para desempeñar un papel en la política regional, en temas como las negociaciones de rescate o de intercambio de prisioneros y el pago de millones de dólares a insurgencias que llevan a cabo los secuestros o detenciones.
También financia el acuerdo de Cuatro Pueblos en Siria, negociado con Irán y Hezbolá, para trasladar a civiles bajo asedio de fuerzas del gobierno o rebeldes a otras áreas.
La riqueza de Catar y sus ambiciones para ser visto como un país árabe moderno a nivel mundial también han desatado tensiones.
“Cortar las relaciones con Catar sugiere una disposición preocupante para ser asertivos y beligerantes, para enmascarar los problemas y retos más profundos de los países y puede verse como una extralimitación”, dijo Yezid Sayigh, investigador sénior del Carnegie Middle East Center en Beirut, sobre la decisión de los países árabes.
La decisión podría tener implicaciones en temas militares, como en el combate al Estado Islámico, pues Estados Unidos usa bases cataríes, así como en temas de negocios.
Varias multinacionales tienen operaciones en las naciones en disputa y una llamada saudita para que se retiren de Catar podría poner a los directivos de varias corporaciones en una posición difícil.
Catar, por ejemplo, será el anfitrión del Mundial de Fútbol de 2022 y el torneo ha provocado un auge de la construcción, que provee oportunidades para muchas empresas e incluso para crear sedes de museos y universidades de diversas partes del mundo.