Tuvieron que pasar 92 años para que la historia de la familia Lehder volviera a su lugar de origen.
Este martes, Carlos Enrique Lehder Rivas, el excéntrico colombo-alemán que fraguó con Pablo Escobar uno de los carteles más importantes de la historia del narcotráfico, llegó al país del que salió su padre, Joseph Willhelm Lehder, en 1928.
Y lo hizo en las mismas condiciones: como un hombre libre en busca de un nuevo futuro lejos de su tierra natal.
Después de cumplir una sentencia por narcotráfico en Estados Unidos, país al que fue extraditado en 1987, Lehder, que es ciudadano alemán y tiene 70 años de edad, será acogido en Berlín por una organización sin ánimo de lucro que apoya a exconvictos.
Condenado a 137 años de prisión, Lehder redujo su pena a casi el cuarto, porque su testimonio fue clave en el proceso por narcotráfico contra Manuel Noriega, gobernante de facto en Panamá en los años 80.
Hace cuatro años, Lehder —nacido en Armenia, el eje cafetero colombiano— le pidió al Estado colombiano que le permitiera una vida en libertad después de cumplir una sentencia que lo tuvo aislado, sin visitas y sin llamadas por la mayor parte de la condena.
«Pero ese apoyo no se lo dieron, así que optó por irse a un país donde sí le pueden garantizar sus derechos», dice a BBC Mundo su hija Mónica Lehder, a la que no ve hace 16 años, tiene una marca de accesorios religiosos y da conferencias sobre «los flagelos del narcotráfico».
El abogado, Oscar Arroyave, añade: «Carlos tiene unos euros guardados en Alemania y sabe que su calidad de vida será mejor allá que en Colombia».
Como su padre, que tuvo una exitosa carrera en Colombia como ingeniero y empresario, Lehder era seguidor de Adolf Hitler. «Siempre mantuvo fuerte su aferro por ese país», dice Mónica.
Diagnosticado con cáncer de próstata, ahora Lehder se alista para reanudar su tratamiento y terminar su vida lejos del país en el que ayudó a forjar un imperio del narcotráfico.
Ese mismo que fue recientemente protagonista de una exitosa serie de Netflix, Narcos, que lo representa a él como un mujeriego, alocado y hábil traficante.
Pieza clave del cartel de Medellín
La vida de Carlos Lehder dejó de estar entre los parámetros considerados normales desde que sus padres se separaron cuando tenía 4 años: pasó su niñez entre internados y viajó a Nueva York a los 15 años a vivir la adolescencia con otros familiares.
En los años 70, Lehder lideró una red de compraventa y contrabando de carros robados en Estados Unidos que lo llevó a la cárcel en Connecticut.
Apenas salió, en el 75, empezó a traficar marihuana y cocaína.
Pronto se alió con Pablo Escobar, dándole al incipiente Cartel de Medellín los saberes necesarios para entrar y traficar en el país que más droga consume en el mundo, EE.UU..
En el 78, compró y se apoderó de una isla en las Bahamas que luego convirtió en lugar de paso de avionetas que venían de Colombia cargadas de marihuana y, cada vez más, cocaína.
En sus biografías, Lehder es descrito como un hombre que está por encima del promedio intelectual de sus pares narcotraficantes: habla tres idiomas y tiene una justificación política sobre sus prácticas ilegales.
Nacionalista y antimperialista, era crítico de la política estadounidense de la cual se lucraba: la prohibición y la guerra contra las drogas.
En los 80, patrocinó un movimiento político de corte fascista y latinoamericanista, fundó un periódico y montó un hotel campestre llamado La Posada Alemana, que contaba con dos leones enjaulados y una estatua tamaño natural de John Lennon desnudo.
«Más leyenda que realidad»
A sus 37 años, el 4 de febrero de 1987 Carlos Lehder fue capturado por las autoridades durante una fiesta en su casa.
Sobre su captura hay varias versiones.
Una de ellas dice que su aliado, Pablo Escobar, lo traicionó y delató por una relación que Lehder tuvo con la pareja de uno de sus sicarios.
Otra teoría estima que Escobar estaba preocupado por las conversaciones que Lehder supuestamente tenía con el gobierno para intercambiar información sobre guerrilleros por amnistías.
Hay una tercera hipótesis según la cual la captura fue un mero accidente en una fiesta aguada por policías.
Lo cierto es que es mismo 4 de febrero de 1987 Lehder se convirtió en el primer narco colombiano extraditado a EE.UU..
En ese momento, la extradición era la causa principal de una fuerte guerra entre el Estado colombiano y los narcos, que se organizaron bajo el nombre «Los extraditables» y decían preferir «una tumba en Colombia que una cárcel en los Estados Unidos».
En 1991, en una búsqueda de una paz pactada no solo con los narcos sino con las guerrillas, una nueva Constitución acabó con la extradición.
Pero ahí Lehder ya había sido sentenciado a más de un siglo en la cárcel en EE.UU..
«La leyenda de Carlos es mucho mayor a lo que en realidad pasó», dice Arroyave, su abogado.
«Porque Carlos nunca traficó grandes cantidades de cocaína; hoy se incautan barcos que llevan la misma cantidad que Carlos traficó en toda su carrera y los culpables son condenados a penas que no pasan los 10 años», explica.
«Su caso quedará en la historia como un ejemplo de lo que pueden hacer las malas decisiones de un gobierno y un sistema (judicial en EE.UU.) que condena todos los días a gente sin evidencias».
Lehder nunca se declaró culpable. De haberlo hecho, habría podido pasar la mitad del tiempo en la cárcel.
Pero eso ya es historia. Ahora está en Alemania, la tierra de sus antepasados.