En los supermercados de Brasil, cuarto mayor productor de plástico del mundo, las bolsas se derrochan. Cajeras y clientes las usan para guardar un solo producto: un cepillo de dientes, un paquete de chicles, un refresco. Es un fenómeno muy extendido, un rasgo casi cultural de un país en el que 1,5 millones de bolsas son distribuidas por hora.
«En Brasil, el desarrollo del mercado de producción de plásticos se produjo en función de una necesidad por tener mayor ‘practicidad’ en el día a día. Pero casi nada de lo que es fácil viene sin costo incorporado. Hoy nos estamos dando cuenta del gran problema en el que nos hemos metido, que es la fuga de plásticos a la naturaleza», explica a RT Vinicius Nora, analista de Conservación Marina de WWF Brasil.
Botellas, vasos, ropa, mesas, sillas, juguetes: como en muchos países, en Brasil, el plástico se encuentra por todas partes, a pesar de las continuas advertencias de que «está ahogando el planeta».
Un estudio realizado por WWF, titulado ‘Solución al Plástico: Contaminación Asumiendo Responsabilidades’, indica que la suma del plástico producido a nivel global antes del 2000 es la misma que la generada en los últimos 16 años. En 2016, la producción alcanzó 396 millones de toneladas, esto supone un consumo de 53 kilos de plástico por persona. Son datos alarmantes y, sin embargo, seguimos consumiéndolo.
A la cabeza, como principales productores de plástico se encuentran EE.UU, China, India y Brasil, que con 209 millones de habitantes consume 11,3 millones de toneladas anuales, de las cuales solo 145.000 toneladas, un 1,28%, se reciclan.
Según Nora, el gran desarrollo comercial que experimentó Brasil en las últimas décadas fue en gran parte por los plásticos de uso único (pajitas o pitillos, vasos, platos, cubiertos, envases de alimentos …).
Mar de plástico
La manera de deshacerse del plástico normalmente es incinerándolo, echándolo de manera irregular en vertederos o en rellenos sanitarios, donde tarda hasta 400 años en descomponerse. Pero una gran cantidad termina en el mar.
WWF calcula que cada año vertemos al mar ocho millones de toneladas de plástico, lo que equivale a descargar cada minuto un camión de basura en los mares.