En el 30 aniversario de su muerte, la obra del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) mantiene intacta su vigencia como uno de los clásicos de la literatura occidental, prestigio que no se condice con el impacto real de su producción literaria, según dos autores latinoamericanos consultados por Sputnik.
«Que sigue vigente no hay duda porque es probablemente el único escritor argentino que tiene la talla de un clásico, por lo tanto si hay una literatura que tiene vigencia es la de Borges», dijo el escritor argentino Martín Kohan (Buenos Aires, 1967).
Kohan, ganador en 2007 del Premio Herralde de Novela por su obra «Ciencias morales», señaló que existe un desfase entre el «inmenso» prestigio de Borges y las lecturas «reales» de su trabajo.
«Se da una especie de paradoja… una desproporción entre el prestigio que se le otorga, que es inmenso, y las lecturas reales que puede haber de la obra de Borges, que no son tantas como deberían», observó Kohan, docente de Teoría Literaria de la Universidad de Buenos Aires.
Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899 y murió el 14 de junio de 1986 en Ginebra.
Autor de una obra inclasificable, que incluye cuentos, ensayos y poesía y que recorrió siempre con maestría lo fantástico y lo metafísico, lo criollo y lo universal, la inmediatez de la eternidad y los diferentes estadios del tiempo, el argentino se ganó un lugar entre los nombres fundamentales de la literatura occidental del siglo XX, con volúmenes de cuentos como «Ficciones» (1944) y «El Aleph» (1949).
Para el poeta colombiano Juan Manuel Roca (Medellín, 1946), la influencia de Borges fue fundamental para una nueva forma de aprovechamiento del lenguaje poético.
«Frente a la verbosidad de la poesía en la región trae un acento de rigor, serenidad y ascetismo en el lenguaje», explicó Roca, ganador del premio Casa de las Américas 2007 por su obra «Cantar de lejanía».
Para Roca, quien prefiere al Borges ensayista antes que al poeta, el argentino dejó una obra que destaca por su tono reflexivo.
«Nos enseñó a todos la mesura, que viene del carácter reflexivo de lo que él escribe en todos los géneros, tanto en los poemas como en los cuentos, tanto fantásticos como de corte más realista», explicó el poeta cafetero.
Efecto intimidatorio
Para los autores argentinos contemporáneos de Borges, su «mochila» fue un peso difícil de sobrellevar, opina Kohan.
El autor de «Historia universal de la infamia» generó sobre sus colegas el «efecto intimidatorio que los grandes autores pueden producir; definitivamente Borges es uno de esos casos y produjo ese efecto intimidatorio… de que todo lo que se podía escribir fue escrito por Borges», valoró.
«Cuando un escritor de excepción te toca tan cerca, efectivamente se convierte en un peso», continuó.
Pero para las siguientes generaciones de escritores, la obra de Borges propició la apertura de otros caminos literarios posibles.
«Eso hizo posible que Borges precisamente tenga hoy peso, significación y presencia, justamente porque de alguna manera ese efecto… se resolvió», observó Kohan.
Los autores que representan esa apertura son para Kohan Ricardo Piglia, Roberto Walsh, Manuel Puig y César Aira, entre varios otros, que permitieron que sus obras se permearan de cierta influencia borgeana sin que esto jugara en contra de sus propios trabajos.
«No es que a través de esos escritores Borges fue diluido o nos pudimos sacar a Borges de encima, al contrario: gracias a esos escritores, a esas otras perspectivas literarias, Borges puede estar presente y podemos contar con él y podemos dejarnos influir por él, sin ese efecto apabullante», agrega.
Borges en el siglo XXI
¿Habría lugar para Borges en pleno siglo XXI? Tanto Roca como Kohan consideran que el argentino sería el mismo que conoció el mundo durante prácticamente todo el siglo pasado.
«Borges decía que el número de las metáforas está contado y por lo tanto el número de las obsesiones también, así que creo que él seguiría escribiendo sobre lo que escribió», opinó el colombiano, para quien la influencia de Borges «sigue gravitando» en países como Francia e Italia, «con Umberto Eco».
Kohan, en tanto, recordó que las nuevas tecnologías parecen haber realizado algunas de las imaginaciones que para Borges «eran un vaticinio».
«Borges imaginó formas que Internet estaría un poco convirtiendo en realidad o concretando», señaló.
Para el escritor y docente argentino, la manera en que Borges «imaginaba articulaciones de lo concreto y de lo infinito, donde lo concreto, incluso lo banal y una especie de transcendencia infinita se combinaban y se unían, todo eso hacía un tipo de imaginación prodigiosa que en algunos aspectos parece haberse realizado», indicó.
Ganador de muchos premios y distinciones en todo el mundo, durante décadas su nombre sonó para el Premio Nobel de Literatura que jamás recibió.