El 18 de julio de 1921, un bebé recién nacido en París recibió la primera dosis de una vacuna pionera contra la tuberculosis.
Llegar a ese momento había llevado años de sacrificios a los dos científicos franceses que desarrollaron la vacuna, Albert Calmette y Camille Guérin.
Un siglo después, esa vacuna, llamada BCG (o Bacilo de Calmette-Guérin) es aún la única que existe contra la tuberculosis, una enfermedad que cada año mata en el mundo a más de 1,4 millones de personas.
Se estima que más de 100 millones de niños reciben la BCG cada año, y hasta la fecha más de 4 mil millones de dosis fueron administradas.
Pero la BCG es también «el mayor dolor de cabeza de la salud pública» según un experto, debido a las grandes variaciones en su eficacia que la ciencia no logra explicar cabalmente.