Los sacerdotes están imputados por ataques sexuales reiterados a varios chicos; en el último caso, cerca de Nogoyá, la denuncia fue realizada por dos monjas
El caso que mayor repercusión generó fue el que involucra al cura Justo José Ilarraz, que dentro de poco tiempo irá a juicio, acusado de haber violado a seminaristas, menores de edad, entre 1984 y 1992.
El segundo caso involucra a Marcelino Moya, quien en 2015 fue denunciado por un médico y un estudiante de Derecho, quienes relataron la Justicia que entre 1992 y 1997, cuando eran monaguillos de la Parroquia de Villaguay, eran abusados allí mismo en la propia habitación del sacerdote.
El tercer caso se conoció hace 10 días y tiene como imputado a un cura «sanador»: el colombiano Juan Diego Escobar Gaviria, quien dijo no tener relación alguna con el fallecido líder del narcotráfico de aquel país, Pablo Escobar Gavíria, .
De esta manera, la Curia entrerriana se ha visto sacudida por la seguidilla de escándalos sexuales ligados con sacerdotes que ahora son investigados por la Justicia.
Se debe recordar que los primeros casos se conocieron públicamente gracias a investigaciones periodísticas cargadas de testimonios de las víctimas. Y el restante fue realizado por las propias monjas que habían trabajado junto al denunciado cura colombiano.
Cabe recordar que los tres casos mencionados se dieron a conocer por la revista Análisis, la misma publicación que en el curso de este año reveló el grado de sometimiento y castigos al que son sometidas las monjas carmelitas descalzas en un convento de la ciudad entrerriana de Nogoyá. También en ese caso, la Justicia actuó de oficio, una vez que la revista dio a conocer los testimonios comprometedores.
El procurador del Superior Tribunal de Justicia, Jorge García, ha dado instrucciones a los fiscales para que inicien causas con los datos aportados por el periodismo. Es así que se llega a la acusación de tres curas, una madre superiora y una monja.
«El abuso siempre es un delito de sometimiento y tiene la misma connotación del delito racial, porque alguien considera al otro como una cosa, como un ser inferior. Cuando las víctimas son niños nos provoca una doble reacción pues, además de juristas somos padres, tíos o hermanos, lo cual no nos perturba al momento de actuar jurídicamente», dijo a LA NACION el procurador García. «Me parece tan importante lo dicho por el papa Francisco de condenar severamente este tipo de situaciones sin ninguna excepción y sin ningún tipo de tapujos», agregó el procurador.
El periodista Daniel Enz, autor de las notas de denuncia de abusos sexuales que involucraban a los tres curas, consideró como «saludable» que a partir de ahora sean actores de la propia Iglesia los que denuncian estos hechos. Se refirió al caso del cura «sanador» Escobar Gaviria, que fue denunciado por dos monjas, quienes contaron que el religioso abusó de dos niños, de 11 y 12 años, en Lucas González, cerca de Nogoyá.
El hecho saliente de ese caso es que dos religiosas pertenecientes a las monjas Terciarias Misioneras Franciscanas, que dirigen el Colegio Castro Barros de Lucas González, fueron las que denunciaron al párroco. Una de ellas es una monja del lugar, pero la otra llegó especialmente desde Córdoba para respaldar ese testimonio.
Según esa denuncia, el cura Escobar Gaviria encerraba a los niños en una habitación de la parroquia y los sometía a abusos de modo sistemático y prolongado en el tiempo. Las víctimas eran dos chicos monaguillos de la parroquia. Otra particularidad del caso, es que la denuncia estaba bajo conocimiento del arzobispo de Paraná, Juan Puiggari, quien avaló la presentación ante la Justicia y, a la vez, dispuso una investigación diocesana interna.
De este modo, el arzobispo se mostró menos a la defensiva, como máxima autoridad eclesiástica de Entre Ríos, como lo había hecho en los casos anteriores. «Queda claro que esta vez, monseñor Puiggari no quiso cometer los errores con los casos de los curas Ilarraz y Moya, que le provocaron un particular desgaste en su cargo. Por eso ordenó que las monjas acudieran a la Justicia», opinó Enz. El periodista aseguró que el caso de Escobar Gaviria se conoció públicamente hace algunos días, pero que la revista que dirige estaba por hacerlo público. «Esta vez la Iglesia se adelantó», observó.
Enz, cabe recordar, hace 10 días recibió el premio a la investigación periodística del Foro de Periodismo Argentino (Fopea). Justamente, fue por su denuncia por los malos tratos que recibían las monjas carmelitas en el monasterio de Nogoyá.
Esa investigación motivó un allanamiento judicial al citado convento, donde se secuestraron elementos de castigo, como látigos y silicios. Por el caso fue imputada en la Justicia la religiosa Luisa Toledo, conocida como la hermana «María Isabel», madre superiora del convento de las Carmelitas Descalzas.