Hasta 1994, en Hong Kong, existía una ciudad que parecía sacada de una película de ciencia ficción con escenarios de estilo ‘ciberpunk’. Se conocía como la ciudad amurallada de Kowloon, Hong Kong, no tenía ley más que aquella que sus habitantes impusiesen y contaba con una densidad de población 120 veces mayor que la de Nueva York, lo que la convertía en la más poblada del mundo.
La historia de la ciudad se remonta a la dinastía Song -que dominó China en el periodo comprendido entre el 960 y 1279-, que levantó allí una fortaleza para defenderse de los ataques de los piratas.
Pero la ubicación no fue considerada como ciudad hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando Hong Kong ya había sido cedido a Gran Bretaña por China. El gigante asiático se quedó con Kowloon para seguir manteniendo presencia en la zona, pero poco más tarde, en el mismo siglo, China abandonó su interés por aquel enclave y los británicos lo dejaron a su libre albedrío, aunque técnicamente les pertenecía. Es lo que se conoce como una anomalía política.
En tierra de nadie
Después de la ocupación japonesa de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad se convirtió en el hogar de los refugiados e inmigrantes ilegales y poco a poco comenzaron a aparecer mafias y bandas. En 1950, vivían en la ciudad unas 17.000 personas, que empezaron a vivir bajo su propia ley, ajenas a las reglas del exterior.
En 1990, la ciudad amurallada ya contaba con 50.000 habitantes dentro sus 2,6 hectáreas de terreno. Desde la década de 1950 hasta la de 1970, fue controlado por tríadas locales y tenía altas tasas de prostitución, apuestas y abuso de drogas.
Según pasaban los años, la ciudad no paraba de crecer, pero no a lo ancho, sino para arriba, con la única restricción de no sobrepasar los 14 pisos de altura. Esta ‘planificación arquitectónica’ provocó un auténtico chabolismo vertical de casas cuadradas diminutas que conferían a la urbe el aspecto de una colmena humana.
Además, al no haberse realizado ningún estudio de desarrollo, la organización y el equilibrio constructivo brillaban por su ausencia. Las calles eran similares a túneles, en las que no se veía ni rastro del sol y con techos coronadas por miles de cables y tuberías. Por estos motivos, la ciudad amurallada de Kowloom también era apodada la ‘Ciudad de la Oscuridad’, según informa Gizmodo.
Cabe destacar que las viviendas se construían unas encima de otras y que los habitantes al barrer sus viviendas tiraban toda la suciedad hacia abajo, por lo que las casas de los niveles inferiores eran las más sucias.
Al vivir bajo una legislación propia, pero en cierto modo organizada, sus habitantes llevaban una vida similar a la de extramuros, con la diferencia que allí uno podía ser médico o electricista sin requerírsele formación, reinaba el prueba y error profesional. Es decir, no había ningún tipo de control y la policía no se atrevía a entrar en la zona debido a su alto índice de criminalidad.
En 1987, el gobierno chino anunció la orden de desalojo de todos los residentes de la ciudad amurallada de Kowloon y la futura demolición del enclave. El gobierno de Hong Kong pagó 384 millones dólares en compensación a los 900 negocios y a los más de 10.000 hogares que tendrían que reubicarse.
El desalojo de todos los residentes tardó años. La demolición de la ciudad comenzó el 23 de marzo de 1993 y en abril de 1994 ya desapareció para siempre.