NUEVA YORK.- Camiones frigoríficos, hospitales de campaña, locales cerrados, supermercados colapsados. El coronavirus se cobró la vitalidad de Nueva York , y la ha dejado transformada a niveles inusitados. Hoy, el estado se convirtió en el punto del planeta con más infectados registrados, superando a España e Italia . La vida en la Gran Manzana ya no es lo que era y los locales se acostumbran -poco a poco- a una nueva forma de normalidad.
Eternos individuos sociales, los neoyorquinos se adaptan a escenarios que hace tan solo semanas resultaban impensados. Poco imaginaban que su picante estilo de vida se vería detenido por un enemigo invisible, mucho menos que serían postal de la desidia para muchos países en el mundo. A 39 días del día en que se anunció el primer caso confirmado, el estado Nueva York ya tiene más de 159.000 personas infectadas -87.000 sólo en la ciudad- y 7067 muertes. El saldo de fallecidos se acerca a triplicar al que la ciudad tuvo en el ataque a las Torres Gemelas de 2001.
Lombardía, Wuhan y la comunidad de Madrid, las zonas más afectadas por el azote del coronavirus a nivel mundial en las últimas semanas, quedaron relegadas en comparación con el avance del virus en Nueva York. En el estado norteamericano se registran 7950 casos por millón de habitantes mientras que en Madrid, el lugar que lo sigue, son 6600 casos por millón de habitantes.
«Los más pobres pagan los costos más altos», dijo el gobernador del estado, Andrew Cuomo. Y es que, por primera vez desde que comenzó la pandemia en este lugar del mundo, ayer se confirmó que los más afectados son los más carenciados y vulnerables. Según cifras reveladas por las autoridades, un 62% de las muertes representan a ciudadanos hispanos y afroamericanos, personas que -en su mayoría- viven en las zonas más humildes y más densas de la ciudad.
Morrisania, un barrio del Bronx -por ejemplo-, concentra un 35,8% de su población por debajo de la línea de la pobreza, según estadísticas del Furman Center. La batalla contra este virus también pone luz sobre las inequívocas diferencias sociales que hay en el estado de Nueva York, sobre todo en la ciudad, donde los más ricos y acomodados pudieron escapar de la urbe, según detalló el New York Times .
Las estadísticas en las zonas más golpeadas por la pobreza y la vulnerabilidad son estremecedoras: en Bronx y Queens los números ascienden a más de 12.000 casos por millón de habitantes
Las calles que supieron ser caminadas por millones de personas a diario, hoy lucen vacías. En los alrededores de los parques, mapaches y ardillas y hasta un pavo real caminan por veredas que ahora sienten les pertenecen: los humanos pasaron a ser los que deben permanecer en sus refugios.
Las sirenas parecen eternas. Son parte de una especie de circuito permanente que estremece. Una tras otra, las ambulancias atraviesan avenidas y arterias en la ciudad. Angustian. Trasladan vidas cuyo destino es incierto. El enemigo se mueve y mata en silencio. No es una bomba, no es el humo, no es un incendio, pero mata con la misma maldad .
Médicos, enfermeros, instrumentadores. Todo el personal de la salud en el estado lucha contrarreloj contra este virus que poco tiempo deja para respirar, mucho menos para descansar. Los profesionales temen dejar a sus pacientes por miedo a que de un momento a otro caigan en una condición más grave.
Son 108 segundos. Cada 108 segundos -menos de dos minutos- muere una persona en el estado por culpa del coronavirus . Y no todas las víctimas fatales son personas de edad avanzadas. Médicos y enfermeros día a día ven como personas de todas las edades caen enfermas con este enemigo invisible.
El Centro de Control de Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) publicó un estudio en el que se reveló que el 90% de las personas hospitalizadas tenían -por lo menos- una enfermedad preexistente al momento de su internación . «Estos datos remarcan la importancia de medidas preventivas para proteger personas mayores y a quienes tengan enfermedades preexistentes», señaló la entidad gubernamental. Entre las condiciones médicas más vistas en pacientes se destacaron: hipertensión, obesidad, asma, diabetes, problemas cardiovasculares y desórdenes en la sangre . Los datos se basaron en hospitalizaciones del 1° al 30 de marzo y fueron tomados de una red de hospitales de distintas partes del país, entre ellos, Nueva York y California.
Los recordatorios de esta nueva realidad que atraviesa a la ciudad se multiplican en cada esquina. Grandes tiendas blancas emergen a los costados de hospitales: algunas como una especie de anexo para contener los altos niveles de demanda en las salas de emergencias, otras como morgues.
En Morningside Heights, el barrio donde cientos de miles de estudiantes de la Universidad de Columbia paseaban, sólo se ven camiones de mudanza. Hace tres semanas que las clases fueron suspendidas y los pocos alumnos que quedan en los departamentos de la zona huyen de la ciudad. El temor a un eventual contagio y la necesidad de estar más cerca de sus familias los obliga a abandonar ese lugar al que con tanta ilusión habían llegado.
En los alrededores del hospital Mount Sinai, algunos vecinos usaron tizas de colores para dejar mensajes para el personal de la salud que allí trabaja. «Por aquí caminan héroes» y «New York fuerte» son algunas de las frases que un emocionado médico lee mientras mira el suelo. Con el barbijo verde, antiparras transparentes, guantes violetas y una bata blanca, el joven frenó unos segundos para dejarse emocionar por el aliento de sus vecinos.
Cuomo, pese a las trágicas cifras, anticipa que la curva que marca el índice de casos se mantiene en la dirección deseada. «Esto es gracias a los esfuerzos de todos los ciudadanos», remarcó, y señaló la importancia de mantener las operaciones en curso para evitar se disparen aún más las infecciones.
Junto a otros 42 estados, Nueva York lanzó una orden ejecutiva para que los vecinos se queden en casa y todos los comercios y tiendas no esenciales permanezcan cerrados. Sin embargo, las personas todavía tienen libertad para circular si así lo desean siempre y cuando se mantenga un distanciamiento social de por lo menos dos metros.
En los parques, algunos vecinos todavía salen a caminar para tomar aire y practicar algunos minutos de deporte. La paranoia y el estrés generalizado llevan a pequeños cruces entre transeúntes que se insultan cuando uno no mantiene la distancia suficiente. «Por favor, ¡córrase! Mantenga distancia», gritó una señora de edad avanzada a un joven que intentaba sacar una foto del hospital de campaña en el Central Park. Con vergüenza, el chico agachó la cabeza y se hizo a un lado para que la mujer pudiera circular con mayor tranquilidad.
En los tachos de basura que antes acumulaban botellas o paquetes vacíos de snacks, hoy cuelgan guantes de colores varios y barbijos usados. Son muy pocas las personas que ahora circulan por las calles sin protección, menos aún cuando las autoridades gubernamentales han recomendado su uso para evitar posibles contagios.
Hasta la religión se ha visto en pausa. Misas y demás celebraciones religiosas han sido suspendidas hasta nuevo aviso. En este contexto, St. John The Divine, la catedral de la Iglesia Episcopal de Nueva York se transforma en hospital transitorio. En el establecimiento, que se jacta de ser la catedral gótica más grande del mundo, trabajan decenas de obreros que a toda máquina se mueven para que a fin de esta semana puedan ser recibidos unos doscientos pacientes.
En un trabajo conjunto con Mount Sinai -que se encuentra a pocos metros del establecimiento- y Samaritan’s Pure (la organización detrás de la construcción del hospital de campaña en el Central Park), St. John The Divine abrirá sus puertas como establecimiento médico en los próximos días. Es la segunda vez en la historia que la catedral toma una decisión de esta magnitud: la primera vez fue durante el brote de gripe española.
La incógnita se mueve tan rápido como el virus: ¿cuándo volverá Nueva York a ser lo que era? Ni Cuomo puede responder esa pregunta. El mandatario estatal remarcó que en Asia, mientras se da una carrera única por encontrar una vacuna, los países se preparan para el segundo brote de coronavirus . «No podemos asumir que porque vemos mejorías estaremos cerca de terminar con esta situación; no debemos subestimar la segunda y tercera ola de casos una vez que hayamos pasado el pico», subrayó Cuomo.
La economía es otra de las grandes víctimas de esta pandemia. Pese a que las medidas para el control de esta crisis sanitaria han sido parte de recomendaciones esenciales de científicos, las restricciones han estrangulado la economía estadounidense que ya sangra desde hace semanas. Hasta ahora, 16 millones de personas se han registrado para el seguro de desempleo, y se espera que la situación se agrave en los próximos días.