Su dinero está invertido principalmente en los mercados de acciones. La bolsa de Nueva York registró el jueves su peor jornada desde el crac bursátil de octubre de 1987.
El pánico se apoderó esta semana de los mercados financieros en todo el planeta, con Wall Street registrando el jueves su peor jornada desde el crac bursátil de octubre de 1987.
Y aunque el viernes hubo un rebote espectacular, decenas de miles de millones de dólares en capitalización bursátil se evaporaron.
«Bajamos después de haber subido extremadamente durante los últimos diez años. Es brutal pero hay que decir que la Bolsa dio tres pasos hacia adelante y uno hacia atrás», resume Gregori Volokhine, de Meeschaert Financial Services.
Los multimillonarios, cuyas fortunas están invertidas en los mercados de acciones, especialmente de las empresas que dirigen o en las que son accionistas principales, son los mayores perdedores de la debacle bursátil:
Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, vio su fortuna hundirse de u$s117.000 millones a u$s109.000 millones, es decir u$s8.000 millones en siete días, según las cifras en tiempo real de la revista Forbes.
La fortuna de Bill Gates, el cofundador de Microsoft, pasó en una semana de u$s108.200 millones a u$s103.000 millones.
El francés Bernard Arnault, presidente ejecutivo de LVMH, perdió por su lado u$s14.000 millones, hasta caer a u$s84.600 millones.
El empresario Warren Buffett fue especialmente golpeado por la caída de las empresas aéreas, en las cuales su grupo Berkshire Hathaway es un importante accionista. Su fortuna pasó de u$s81.600 millones a u$s76.300 millones.
Mark Zuckerberg, que completa el top 5, vio su fortuna perder u$s9.200 millones a u$s62.000 millones, tras la caída en bolsa de Facebook.
Esas pérdidas no son sino virtuales porque las grandes fortunas no vendieron sus acciones y podrán recuperar el dinero si los mercados se recuperan.
El pánico en los mercados empujó a un gran número de inversionistas a refugiarse en los activos considerados seguros, como los títulos de deuda, especialmente los bonos del Tesoro estadounidense.
Esa estampida provocó la caída de los rendimientos de esos títulos, lo que afectó los seguros de vida tradicionales y los contratos de seguro de vida de anualidades variables, en los que el monto invertido en la suscripción evoluciona según los resultados de la Bolsa hasta la jubilación del asegurado.
La tasa de los bonos del Tesoro a 30 años, la de mayor vencimiento, era de 1,5% el viernes.
Un 51,9% de los estadounidense posee acciones, de manera directa o a través de fondos, según la última encuesta de la Reserva Federal. Esos activos están con frecuencia dentro de los planes de jubilación.