El aclamado compositor italiano Ennio Morricone se fue sin querer «molestar».
Atrás dejó un legado musical que ha conmovido a millones de personas de todo el mundo… y una misiva con una especial despedida para sus seres queridos.
«Yo, Ennio Morricone, he muerto», comienza el texto que el propio compositor italiano escribió.
Su fallecimiento se produjo este lunes en Roma. Tenía 91 años.
Morricone, quien firmó la banda sonora de más de 400 películas y fue autor de algunas de las más famosas melodías de la historia del cine, estaba ingresado en una clínica de la capital italiana tras sufrir una caída y romperse el fémur.
Poco después de conocerse su muerte, a las puertas de la clínica donde estaba, su abogado y amigo Giorgio Assumma reveló su último adiós ante la prensa.
Un texto conmovedor y con un final lleno de amor y emoción, como los grandes filmes a los que dio vida.
Un triste anuncio
«Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto», empieza la misiva.
El aclamado músico expresa su profundo agradecimiento a las personas que lo acompañaron durante su vida, tanto familiares y amigos, entre ellos, el director Giuseppe Tornatore, para quien trabajó en todas sus películas, y a su esposa, Roberta Pacetti.
«Es imposible nombrarlos a todos», expresa el Morricone, explicándoles el porqué de su escrito.
«Solo hay una razón que me impulsa a saludar así a todos y a celebrar un funeral en privado: no quiero molestar«.
Al dirigirse a sus hijos, su nuera y sus nietos, Morricone les traslada su mayor deseo: «Espero que entiendan cuánto los amaba».
Un inmenso amor con el que cierra su adiós, esta vez dedicándoselo a María, su esposa.
«Por último, María, pero no última», subraya. «A ella renuevo el amor extraordinario que nos ha mantenido juntos y que lamento abandonar. Para ella es mi más doloroso adiós».
Obituario escrito por papá
Yo, Ennio Morricone, he muerto.
Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto. Es imposible nombrarlos a todos.
Pero un recuerdo especial es para Peppuccio y Roberta, amigos fraternales muy presentes en los últimos años de nuestra vida.
Solo hay una razón que me impulsa a saludar así a todos y a celebrar un funeral en privado: no quiero molestar.
Saludo con mucho afecto a Inés, Laura, Sara, Enzo y Norbert, por haber compartido conmigo y mi familia gran parte de mi vida.
Quiero recordar con amor a mis hermanas Adriana, María, Franca y a sus seres queridos y hacerles saber cuánto los he amado.
Un saludo pleno, intenso y profundo a mis hijos Marco, Alessandra, Andrea, Giovanni, a mi nuera Mónica y a mis nietos Francesca, Valentina, Francesco y Luca.
Espero que entiendan cuánto los amaba.
Por último, María (pero no última). A ella renuevo el amor extraordinario que nos ha mantenido juntos y que lamento abandonar.
Para ella es mi más doloroso adiós.