Entre los 12 y 17 años, los chicos toman en las previas, los boliches o las fiestas; el consumo se inicia cada vez más temprano y la deficiente intervención de los padres es uno de los factores.
La anécdota se repite, casi calcada, entre muchas familias. Los padres «liberan» la casa una noche que salen o se van a dormir temprano, a partir del pedido de alguno de sus hijos para hacer una reunión.
Eso fue lo que hicieron Ema y Gabriel, profesora de inglés y arquitecto, respectivamente, padres de un varón de 17 y una chica de 12. En su clásica noche de viernes con amigos, no dudaron en dejar que su hijo mayor (respetuoso de las normas hogareñas en general y buen alumno) invitara a casa a su grupo de conocidos. De regreso, apenas pasada la medianoche, el panorama que encontraron fue caótico: había vasos y botellas por todos lados, y uno de los chicos estaba desmayado en el sillón, tras «ganar» una competencia de fondo blanco.
Es médica y atiende de forma gratuita a personas en situación de calle
El consumo de alcohol entre los adolescentes argentinos aumentó más de un 18% entre 2010 y 2017, según la última encuesta sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar). Entre las distintas causas, la escasa o deficiente intervención de los padres es decisiva. Por eso, los especialistas subrayan la necesidad de que los adultos hablen del tema con sus hijos, incluso desde antes de la adolescencia, con una mirada realista, evitando los «sermones», pero sosteniendo límites.
La reciente campaña Chicos sin Alcohol, realizada por el Consejo Publicitario Argentino, desde el eslogan apela directamente a los adultos: «Sigue siendo un chico, no dejes que tome alcohol». El proyecto se llevó a cabo con la participación de empresas y organizaciones de la sociedad civil, entre ellas la Fundación Padres.
María Pía del Castillo, su directora ejecutiva, explica: «No hay un solo factor que influya: hay cuestiones de época, modas, pero sin dudas los adultos relajaron las pautas por miedo a decir que no, por temor a que los hijos no los quieran».
Para Ignacio Usandivaras, psicólogo coordinador del equipo de Promoción de Salud del Hospital Italiano, uno de los problemas es el borramiento de las fronteras entre la paternidad y otras formas de relación, como la amistad. «Al adolescente se le desdibujan esas formas y eso hace que tengamos generaciones de padres desorientados o perdidos. La figura autoritaria ya no funciona y el tema quedó sin rumbos», dice.